Especiales Semana

AMOR Y AMISTAD

12 de octubre de 1992

SE BUSCA UNA MEDIA NARANJA
LA TENDENCIA RECORRE EL MUNDO ENtero. Nadie quiere estar sólo y de una u otra manera todos los seres humanos permanecen a la caza de su media naranja. Y es que a pesar de haber llegado a la Luna, descubierto la electricidad, inventado la era del computador, el láser y el microondas, el hombre continúa sumergido en el viejo dilema de encontrar con alguien la felicidad eterna.
Para antropólogos, sicólogos, sociólogos y algunos sicoanalistas, la tendencia es muy clara. El auge de matrimonios religiosos de jóvenes, nupcias por lo civil y el boom de la unión libre son reflejo de este fenómeno por el que cruza la humanidad de finales del siglo XX.
Y es que muchos aseguran que estos acontecimientos son producto del impacto de la década de los 60. Desde aquellos años, la tradición y los esquemas clásicos comenzaron a romperse de manera rápida en todas las esferas de la vida social.
La revolución sexual, la liberación femenina, el rock, los jeans, la marihuana, el pacifismo y los Beatles, son tan sólo expresiones de una década que cambió definitivamente el curso de las sociedades occidentales del siglo XX.
Estas situaciones comenzaron a tejer una época de transición de la que países como Colombia aún no han salido. El ovillo se desató en sólo 10 años y la humanidad ya lleva más de tres décadas tratando de organizarlo. Mientras tanto, numerosas estructuras de la sociedad han presentado grandes transformaciones.
El cambio mas abrupto y mas preocupante hoy se ha producido en el núcleo familiar. Abrupto porque cambió aceleradamente en dos décadas y preocupante porque la tendencia es hacia la desintegración de la familia.
Paradójicamente y a pesar -o quizá a causa- de los cambios de los 60, la tendencia de los años 80 y de los 90 ha sido la de regresar a la unidad en pareja ya sea por la vía religiosa, civil o la unión libre.
Para algunos especialistas la causa de esta nueva tendencia está en que los hijos de la generación de los 60 han vivido en carne propia las transformaciones ocasionadas. Han sido producto de madres trabajadoras, padres divorciados y vueltos a casar, uniones libres, desatención en el hogar.
Aunque el cambio de los 60 tiene sus puntos a favor, también tiene sus contras. Y uno de ellos ha sido el establecimiento de nuevos roles entre los miembros de la familia.
Estos nuevos papeles en el escenario del hogar se han caracterizado en muchas ocasiones por la individualidad y la soledad de sus miembros. Por lo tanto, no es extraño encontrar a las puertas del año 2000, hombres y mujeres entre 25 y 35 años que buscan su media naranja con la cual encontrar la felicidad.
Pero entonces, ¿a qué se debe el incremento en las separaciones? Aunque han aumentado, lo cierto es que también están en ascenso los matrimonios reincidentes o segundas nupcias.
De ahí que algunos expertos aseguren que la tendencia de la "media naranja" está en auge. Pues para muchos hombres y mujeres una separación no implica el fin del mundo.
Por el contrario, hoy a diferencia de las parejas de ayer, después del fracaso matrimonial las personas se dan la opción de volver a organizar sus vidas.
Pero las cosas no se detienen allí. Como toda época de transición, hoy no hay todavía una suplantación de viejas costumbres por nuevas. Lo que se da es la existencia simultánea de lo tradicional con lo moderno. Y la verdad es que éste estado de cosas produce conflictos y choques que se hacen evidentes en el plano social.
Hay hombres de 35 ó 40 años quienes no contraen matrimonio hasta encontrar una mujer virgen. Hay mujeres que se averguenzan de su virginidad, hay adolescentes precoces, madres solteras, jóvenes sin orientación.

LO BUENO Y LO MALO
Pero la otra cara de la moneda tiene que ver con el índice de uniones. Según el estudio "La Nupcialidad en Colombia" de las sociólogas Lucero Zamudio y Norma Rubiano, las nuevas generaciones estan jugóndose cada vez más la carta del matrimonio.
Como todo cambia, en la actualidad la unión libre y el matrimonio civil entran en auge para los jóvenes de hoy. Pero esa no es la única tendencia. El estudio demostró, además, que las figuras de "los solterones" están en extinción, que las parejas de hoy buscan la armonía y la paz conyugal, y que la separación es la solución ante un matrimonio en conflicto.
Y mientras las parejas se unen y desunen buscando "la relación perfecta", los estudiosos del comportamiento de la pareja observan que algunas cosas van por el camino que es y otras por el abismo.
SEMANA charló con un especialista de Cenpafal, quien aseguró que hoy por hoy las parejas que deciden casarse presentan diferentes motivaciones.
Hay personas que se casan por amor, una motivación en la cual los dos contrayentes sienten el deseo de realizarse como pareja y son capaces de crecer en ese amor. Son conscientes de que la unión no es un pasaporte directo a la felicidad sino que en el camino tienen que construirla. Por lo tanto hay facilidad de adaptación a la nueva situación y esfuerzos mutuos por mantener una relación de buena calidad.
Hay quienes se casan porque necesitan tener a alguien que les de seguridad o que represente la figura materna para el hombre o la paterna para la mujer. Estos matrimonios que son cada vez más frecuentes y difíciles de percibir en el noviazgo tienen problemas muy serios porque la persona que busca la seguridad es de carácter individualista y egoista. Según el experto consultado, son matrimonios muy inestables.
Hay quienes se casan por motivaciones económicas yo, de estatus. Se trata de parejas en las cuales uno de los miembros o no puede sostenerse económicamente y busca esa protección, o quiere utilizar al otro como escalera para ascender socialmente. El problema básico de estas uniones es que la relación es endeble porque cuando la persona que persigue la solidez económica la adquiere, o cuando la que quiere el estatus, lo alcanza, desaparece la motivación que los condujo a casarse y el matrimonio fracasa.
Los especialistas han logrado detectar que de las dos últimas motivaciones que en muchas ocasiones se dan de manera inconsciente, se desprenden numerosas patologías. Algunas de ellas son características de la época de transición entre los nuevos y los viejos patrones de conducta.
Una de las crisis más frecuentes se da por la dependencia de uno de los miembros de la pareja al otro, lo cual se refleja en la posesividad y absorción. Como quien dice, que el dependiente no deja ni respirar al otro. Pero la dependencia también puede ser hacia la familia, la vieja escena de la "mamitis". Allí, uno o los dos miembros de la pareja depende fuertemente de las decisiones de sus padres. Y ésta interferencia puede arruinar la relación si los padres o la pareja no actúan con inteligencia y se hacen el propósito de tomar distancia.
Por último, los expertos hablan de una patología cada vez más común y característica de estos tiempos. Se trata de la competitividad entre el hombre y la mujer.
Competencia que se expresa en la cantidad de dinero que aporta cada cual al hogar, en el éxito profesional, el mayor poder entre los hijos, mayor autoridad en la familia, mejor físico, mayor número de admiradoras o admiradores, en fin, el matrimonio se convierte en una arena de lucha en la cual uno de los dos debe morir para que el otro venza. Una crisis que puede desarrollar el efecto "bola de nieve" si los dos no le ponen freno al problema.
Por eso, los expertos aconsejan tanto en primeras como en segundas nupcias, una madurez por parte de la pareja. Esto significa que antes de casarse, hombre y mujer deben saber manejar creativamente los conflictos, tener acuerdos sobre lo económico, los hijos y las familias de cada uno. "Porque aunque no todo se puede prever señaló un experto, lo que se puede prever se debe manejar".