Especiales Semana

AMOR Y AMISTAD

12 de octubre de 1992

Vuelve y juega
AUNQUE ALGUNAS PERSONAS LE HAcen el quite al matrimonio, la verdad es que son muchas más a quienes les gusta tanto que repiten una, dos, tres y hasta cuatro veces. De ahí que quienes suelen afirmar que el vínculo matrimonial está de capa caída, probablemente andarán en un error.
Y prueba de ello es que durante las décadas de los 80 y de los 90, la arremetida de los matrimonios denominados científicamente como "reincidentes" ha sido tal, que lo que a principios de siglo se tachaba como adulterio, hoy se ha convertido en una situación tan normal como la primera unión.
Cierto o no, la verdad es que los matrimonios de "repitentes" son un fenómeno real en el mundo al que no puede dársele la espalda. Según el estudio de las sociólogas Norma Rubiano y Lucero Zamudio, de cada 100 personas casadas, nacidas hace, 50 años, 25 se han separado. Y de cada 100 nacidas hace 25 años, se han separado 50.
Aunque aparentemente la cifra se dobló, lo cierto es que las personas de 25 años no han tenido tanta oportunidad como las primeras para contraer nupcias de nuevo.
Las investigadoras afirman que "en Colombia la separación no parece ser un fenómeno que pone en peligro la subsistencia social de la familia, aunque es innegable que la está transformando y ampliando el tejido de sus relaciones.
Podría decirse que es la relación de pareja la que entra en crisis con los cambios en las expectativas y exigencias erótico-afectivas que se producen cuando las funciones sexo-reproductivas, económicas y de socialización que pesan sobre la familia sufren el impacto de la agudización de las contradicciones en el orden social".
Y añaden que no todos los que se separan vuelven a casarse. Según el estudio realizado, hoy en Colombia el 32.3 por ciento de las personas que se separan de su primera unión, contraen nupcias de nuevo. Esta cifra en Estados Unidos, en 1980, alcanzaba el 84 por ciento para los hombres y el 77 por ciento para las mujeres.
El documento de las investiqadoras colombianas detectó que en el país se presenta una gran variación entre hombres y mujeres separados. Mientras el 41 por ciento de hombres separados vuelve a casarse, tan sólo el 22 por ciento de las mujeres lo hacen de nuevo.
Lo curioso de todo es que éstas proporciones son cuantitativamente similares a las de las terceras uniones. Esto significa que de aquellas personas que se separan en su segunda unión, un 32 por ciento contrae matrimonio de nuevo. La diferencia entre hombres y mujeres también es una constante en este fenómeno.
Pero eso no es todo, las sociólogas detectaron que la proporción final de segundos y terceros matrimonios es superior a la proporción final de primeras y segundas separaciones. Es decir que para muchas personas la experiencia de una separación no inhibe la constitución de una nueva vida en pareja.
El estudio detectó también que se presenta una estrecha relación entre el tapo de unión anterior y los matrimonios reincidentes. Segun las investigadoras se registró una marcada diferencia entre las uniones católicas y las uniones libres.
Mientras sólo el 14 por ciento de las personas separadas de un matrimonio católico se lanzan una segunda vez a la piscina de la boda, el 48.6 por ciento de las personas separadas de una primera unión libre lo hacen de nuevo.
Paradójicamente, el 31 por ciento de los separados de una segunda unión que se realizó por la vía católica, se vuelve a unir. Una cifra que se acerca a la de los separados que se vuelven a unir por tercera vez, cuando la anterior unión fue por el camino libre (34.3 por ciento).
Como quien dice que una vez untado el dedo, mejor meter toda la mano. "Parecería ser que una vez que los separados de un matrimonio católico se deciden a contraer una segunda unión, las uniones posteriores se realizan fácilmente", señalan las expertas en su investigación.
No obstante, es más frecuente que los hombres separados de un primer matrimonio católico se vuelvan a casar que las mujeres. Sólo el cuatro por ciento de las mujeres separadas de este tipo de unión vuelven a casarse contra el 25 por ciento de los hombres que lo hace.
Pero la diferencia es más sorprendente aún cuando las personas se casan po segunda vez por la vía católica. Mientras el ocho por ciento de las mujeres separadas de este segundo matrimonio se casan, el 50 por ciento de los hombres lo vuelve a hacer.
Una diferencia que podría tener sus causas en la educación de la mujer dentro de la orientación católica, los trámites necesarios para garantizar las obligaciones económicas, la responsabilidad por parte de la mujer de criar a los hijos de esa unión y la dificultad en conformar una unión legal posterior.
En contraste, las mujeres separadas de una segunda unión libre vuelven a casarse en mayor proporción. Las cifras de la investigación dieron como resultado que cerca de un 27 por ciento entablan de nuevo una relación de pareja estable.
Por último, sobre el matrimonio reincidente, las sociólogas concluyeron que la unión libre y el matrimonio católico implican un comportamiento inverso. Es decir, que los separados de una unión católica vuelven a organizarse en menor proporción que los separados de unión libre.

LOS TUYOS, LOS MIOS Y LOS NUESTROS
Con el auge de las uniones reincidentes, algunos consejeros matrimoniales han tenido que reestructurar las terapias familiares. SEMANA consultó la opinión del sacerdote Gilberto Gómez acerca de cómo debe manejarse y cómo deben prepararse las parejas que quieren organizar de nuevo sus vidas.
Para el presbítero, se denominan segundos matrimonios aquellos en los cuales uno o ambos contrayentes han tenido una unión matrimonial anterior. "Se trata de los siguientes casos: matrimonios de viudos, matrimonios de quienes han estado antes casados y realizaron el proceso de nulidad matrimonial, matrimonios de quienes han estado casados sólo por lo civil, y después de su divorcio han contraído matrimonio con otra persona, se asimilan a estos casos quienes han tenido antes una experiencia de union libre", señala el experto.
Las parejas que desean rehacer sus vidas después de un fracaso en la anterior unión deben aclarar antes de casarse de nuevo, varios aspectos que estan ligados a situaciones vividas en el o los matrimonios pasados. Es posible que el matrimonio anterior o la unión libre haya dejado consecuencias que pesan sobre la nueva unión.
Por eso, Gómez asegura que lo más conveniente es hablar abiertamente desde novios sobre aquellos aspectos. Lo primordial de estos diálogos es establecer acuerdos favorables para todos.
Segun el sacerdote, hay varios "talónes de Aquiles en que merecen conciencia y atención por parte de los dos contrayentes. Primero, "quienes tienen hijos del matrimonio o unión libre anterior están obligados a proveer su subsistencia".
Segundo, en el caso de matrimonios nulos de divorcio o de personas que vengan de una unión libre, es fundamental definir cómo se manejaban las relaciones con el cónyuge o compañero anterior y como se manejarán de ahora en adelante. "Si esto no se define con claridad, éstas situaciones pueden dar pie a los ya temores que con fundamento o sin él, van ha hacer surgir conflictos serios entre los nuevos esposos" señaló Gómez.
Tercero, deben definirse con claridad cómo han de manejarse las relaciones con los hijos del cónyuge . No se debe ignorar la situación compleja en que éstos se encuentran cuando su padre o su madre se vinculan por matrimonio con otra persona que entra a sus vidas. "Muchos padres y madres, que se casan otra vez, parecen desconocer que la situación emocional de sus hijos es muy compleja -dijo Gómez-. Y lo mismo se dice de los padrastros o madrastras, sobre todo en lo que se refiere al manejo de la disciplina y de la autoridad. Cuando se llega a la falsa alternativa de "o ellos o yo" es señal de que no se han sabido manejar inteligentemente las relaciones".
Cuarto, hay que tener muy claro que los derechos de los padres no son más importantes que los derechos de los hijos. Por tanto, hay que evitar que se pongan en conflicto. El hecho de que el padre o la madre tengan el derecho a casarse, eso no significa que los hijos tengan que perderlos".
Quinto, hay que tener en cuenta que éste es un matrimonio diferente porque en él ingresa otra persona distinta, quien a su vez es original e irrepetible. "Hay que tener paciencia para lograr que la nueva unión nazca, crezca y se consolide. Las comparaciones, espontáneas o calculadas hacen daño".
Por último, el sacerdote señala que la experiencia es constructiva cuando lleva a sacar lecciones del pasado para corregir el comportamiento en una nueva situación. De un segundo matrimonio, en el cual se repitan los mismos comportamientos erróneos del pasado, no se pueden esperar mejores resultados que del anterior. "Los fracasos deben enseñarnos dijo-. El simple hecho de "haber vivido" no es garantía de haber aprendido".