Especiales Semana

amor bajo fuego cruzado

Más allá de la noche germán castro caycedo planeta 321 páginas

Ernesto McCausland Sojo
18 de abril de 2004

El Germán Castro Caycedo canoso y vehemente de estos días se ha sumergido en una historia sencilla para desentrañar la más compleja realidad nacional. Lo logra a través de un romance, un romance cuya marca esencial no necesariamente es el conflicto, lo cual resulta irónico cuando sus protagonistas simbolizan, encarnan y conforman las dos vertientes principales de la guerra: Eloísa, una niña de la Colombia selvática que no tuvo necesidad de un parto para volverse guerrillera porque las Farc, así de sencillo, eran parte de su vecindario; y Alejandro, soldado raso, o "soldadito", como preferimos llamarlos en Colombia, que escogió su destino sin pretender salvar a nadie de nada.

Con todo y lo poético, lo vigoroso, lo cimentado, lo creíble del romance, podría pensar uno que éste no es más que el pretexto para presentar a la Colombia de hoy en su esencia, en el vecindario marginal donde se incuba el conflicto.

A Eloísa la ubicamos jungla adentro, en un villorrio perdido de la Colombia montaraz, cuyas trochas sirven más bien para sacar la amapola hacia los laboratorios, jamás para ir a una escuela. De allí que ella, de natural astucia, va encontrando en la vida un sólo camino, que es el del monte. Allí matan a los traidores, quizá con una puñalada que estaba destinada más bien al padre abusador que solía decirle a su niña de 8 años que ella no era su hija, sino su mujer.

Alejandro, a su vez, criatura urbana, es el producto de la familia disfuncional que conforma el núcleo siniestro de la sociedad colombiana de hoy. Cuando ya ha "ruseado" lo suficiente, opta por la milicia oficial, pero no motivado por la bandera tricolor, ni por el apacible cóndor del escudo, ni siquiera por defender a la comunidad que lo ha convertido en criatura marginal, sino por la razón sencilla de unos pesos mensuales que luego -por el sortilegio que es la vida misma- terminarán convertidos en verde fortuna.

Entonces digo yo, en mi osadía de referirme a la gran novela periodística del nuevo milenio, que Más allá de la noche es la platea desde la cual podemos presenciar a la Colombia que se asoma atroz e inexplicable en los titulares de prensa. No la Colombia de los políticos que mienten y los presidentes que son prisioneros de su propio invento, sino ese micropaís que canta y cita a Patricia González, que siente canciones sencillas como propias, que no tiene para un bocado, que muere acribillado en una selva, que vive su destino como si una corriente lo arrastrara.

Claro que aun un pretexto para enterarnos de lo que necesitamos saber no es tan atroz como la realidad que revela. Desde esta platea privilegiada a la que nos ha invitado Germán Castro Caycedo, en su esfuerzo de reportero veterano, vemos esperanza y augurios, gente del común que se entrega con pasión a un libro, colombianos que a diario viven su sacrificio para que otros encuentren redención. Vemos que un punto de partida obligatorio hacia ese concepto vago que hoy llaman paz está en una biblioteca enorme y soleada, o a su equivalente.

Germán Castro Caycedo nos conduce a través de la realidad con todos los recursos de un gran juglar. Su consagración nos lleva no sólo a enterarnos del gran cauce de esta historia bipolar, sino de cada detalle que la conforma; cada detalle que puede marcar la diferencia entre éste y el otro país.

Ojalá la conozcan los habituales cientos de miles de lectores de Germán y muchos más. Ojalá esa biblioteca providencial, rodeada de agua e iluminada por el sol de Bogotá, la tenga por miles y la dé a leer. Ojalá que las otras bibliotecas, menos privilegiadas, hagan lo mismo. Y ojalá, en ese día solemne que inaugure la Feria del Libro de 2004, alguien se la entregue al Presidente de la República y le suplique que la lea en serio.