Especiales Semana

Amparo Grisales

El símbolo sexual de todos los tiempos para los colombianos. Treinta años de vigencia, entre el cine y la televisión, así lo demuestran.

Carlos Vallejo
3 de diciembre de 2005

Símbolos sexuales, a lo largo de la historia, ha habido muchos. Y en Colombia, entre otros, van desde Virginia Vallejo a Sofía Vergara y Natalia París. Pero sólo uno ha logrado durar 30 años en esa categoría. Y es precisamente esa permanencia la que ha hecho que Amparo Grisales merezca un puesto en esta lista. En una actividad donde cada año aparece una generación de mujeres voluptuosas que desplazan a las del año anterior, a Amparo nadie la ha desbancado. Como símbolo de la mujer sensual está fuera de concurso. Si no fuera porque ya en los años 70 era famosa, después de iniciar con éxito una envidiable carrera en televisión, nadie podría creer que la perfección de su cara y su cuerpo corresponden con su edad. Que, en todo caso y aunque sea la pregunta que más le hacen, resulta irrelevante: Amparo Grisales es eterna y por eso se ha ganado el primer lugar en la competida categoría de la sensualidad. Pero le siguen preguntando eso y la razón por la que nunca quiso tener hijos. Que cómo hace para conservar ese cuerpo tan esbelto y consistente, ese color de piel que parece un imán que atrae todas las miradas, esa mirada seductora y esa picardía que se nota en sus gestos y en el tono de su voz. Y en medio de las entrevistas, sin embargo, nunca dice estar cansada de que le hagan las mismas preguntas y prefiere, en lugar de eso, contestar con desparpajo: "Prefiero que lo sigan preguntando". Porque ella sabe que, en su caso, esas cosas son más virtud que defecto. Así lo escribió en la revista SoHo: "Es curioso que en mi gremio la edad se tome como un insulto. Como si tener más años no fuera también tener más experiencia, estar mejor curtida y más decantada y tener una manera más honda, más madura, menos pasajera de ser atractiva. Siempre he creído que el tiempo también se puede volver belleza". Y es verdad. Todos admiraron su belleza cuando apareció en series de televisión como Los pecados de Inés de Hinojosa o En cuerpo ajeno, y en películas como La virgen y el fotógrafo o Bolívar soy yo. Y todos coinciden en que cada año que pasa la belleza es superior. Y ahora, cuando lleva fuera de Colombia algunos años, todos anhelan tenerla de nuevo en sus pantallas y en las portadas de sus revistas. Y ella también anhela estar, pero, como lo ha dicho en varias entrevistas, prefiere escoger, avalada en su experiencia y su trayectoria, un proyecto que sea lo suficientemente serio como para abandonar por un tiempo la apacible vida que lleva en Los Ángeles. En el artículo en SoHo dice que tiene 46 años, y añade: "Y en estos 46 años he visto cómo pasan muchas mujeres más jóvenes que yo, y siguen de largo hacia el olvido, mientras yo permanezco. Mientras yo perduro. Ya vamos como para la tercera generación de modelitos que entierro". Ella sabe que, indiscutiblemente, es el símbolo sexual más perdurable de la historia del país. Ella sabe que nadie va a quitarle el merecido lugar que tiene como diva colombiana de todos los tiempos.