Especiales Semana

ANTIOQUIA

17 de abril de 1989

LA OFICINA PAISAJE
Aparentemente el año 2000 está lejano para muchos. Sin embargo, los adelantos científicos, tecnológicos y sociales son tan rápidos y sorprendentes que cualquier capacidad de asombro se queda corta frente a ellos.
La oficina es uno de los lugares que con mayor intensidad ha recibido una verdadera avalancha de modernismos: el computador la revolucionó por sus cuatro costados y el diseño le cambió la cara de una manera radical. Pero a pesar de tantas modificaciones, los edificios de oficinas han permanecido invariables por años: altas torres de ascensores atiborrados, ventanas que no se pueden abrir al antojo por ser instaladas para aires acondicionados centrales, pasillos estrechos y, en general, edificaciones casi siempre privadas de servicios complementarios.
Durante mucho tiempo la oficina, cuya historia no alcanza a ser centenaria, fue tal vez el hábitat humano más desatendido por la arquitectura y el diseño.
A pesar de que en los años veinte la escuela alemana de diseño Bauhaus dio bases para la arquitectura contemporánea, hasta hace poco más de dos décadas la oficina permanecía inmodificable, como un patito feo al lado de las viejas cocinas convertidas en sofisticados laboratorios o de los muebles de antaño transformados en modernos diseños con infinidad de servicios. Y al lado, incluso, de los espacios domésticos e industriales renovados diariamente, en su vertiginosa carrera por la funcionalidad y el aprovechamiento del espacio.
Fueron 40 años en los que la arquitectura evolucionaba de una manera revolucionaria y descubría nuevos usos del concreto, el acero, el aluminio y el vidrio en dimensiones insospechadas hasta el momento, pero en los que inexplicablemente la oficina no experimentaba cambios fundamentales y seguía como el repetido lugar de siempre, rectangular o cuadrada, con escritorio central, algunas sillas, ventanas y cuadros en las paredes, para los altos ejecutivos y salones desabridos con escritorios enfilados para el resto del personal. Pero por fin en 1960 se inaugura en Alemania la Oficina-Paisaje y casi simultáneamente nace la oficina de Planta Abierta en los Estados Unidos, inventos que fueron la varita mágica para que en pocos años las nuevas oficinas se convirtieran en intrincados sistemas basados en la misma organización para la cual trabajan.
En Colombia se vienen practicando estos sistemas desde hace un tiempo con muy buenos resultados, y todas estas bases fundamentaron un novedoso proyecto en el que se mezclan la funcionalidad, la comodidad y la belleza. Se trata de El Centro Ejecutivo, recién inaugurado en Medellín, como ejemplo de la oficina humanizada.
Es una unidad cerrada de oficinas con acceso a zonas de descanso y a múltiples servicios de carácter comunal. Frente a los esquemas tradicionales era difícil concebir un edificio de sólo dos pisos y nivel adicional, construido sobre un costoso y estratégico terreno del barrio El Poblado, con diseño y acabados de lujo y provisto de todos los servicios; pero el no tener ascensores, ni escaleras eléctricas, ni costosos aires acondicionados centrales, sumado a un económico sistema de servicios comunales (mensajeros, telefax, fotocopiadoras, auditorio con tablero electrónico, asesorías en comunicaciones, restaurante ejecutivo, cocinetas, aseo, etc.), hizo de esta propuesta arquitectónica un lugar económico práctico y sin antecedentes en el país.
El Centro Ejecutivo está conformado por cuatro bloques y un total de 150 oficinas que se articulan mediante una plazoleta central con pérgolas de encajes de madera y enredadaras florecidas; en este parque se destaca una imponente escultura completamente integrada a la edificación de donde parte el agua que surte los estanques o espejos de agua que separan los corredores del primer piso.
Las oficinas se basan en un módulo típico de 26 metros cuadrados, sustentado en un completo estudio de amoblamiento y diseñado de manera ergonométricamente funcional, con aire acondicionado y baños individuales y un gran ventanal que da a las fuentes o a los jardines comunes, que por su distribución se comportan como espacios privados. Estos "paisajes" amplian las oficinas como áreas de prolongación y comprueban el hecho de que allí no hay espacios residuales sin ninguna utilidad.
Otro efecto de amplitud lo da el remate de los muros hacia los pasillos en vidrio corrido. que proporcionan la sensación de que las lozas son flotantes mientras anulan la idea de encierro envolvente que muchas veces se padece en las oficinas comunes.
La fachada de estilo clásico es de ladrillo complementado por columnas, bases, capiteles, fustes y balaustradas blancas. Pero la mayor novedad arquitectónica de este proyecto concebido por el arquitecto Javier Peláez Vallejo y gerenciado por Viviendas y Proyectos de Medellín, es haber logrado la densidad que justifica el uso de un terreno costoso con una edificación de sólo dos pisos, y el resultado de oficinas pequeñas con todos los lujos y comodidades de las grandes oficinas, incluyendo mensajero, telefax, o "señora de los tintos" sin tener que hacer grandes gastos, sin necesidad de firmar contratos de trabajo y con el solo hecho de accionar un citófono.

INDUSTRIA EN ASCENSO
El día que en Colombia se produzca un cohete espacial no sería asunto de extrañarse. La diversificación industrial, con paso seguro y lento, ha adquirido dimensiones realmente halagadoras. Muchos elementos que anteriormente debían ser importados en su totalidad, empiezan a llevar la contramarca "hecho en Colombia" y en ocasiones este sello viaja a otros países adherido a productos no tradicionales de la economía nacional .
O acaso, ¿quién hubiera pensado hace algún tiempo que en Colombia se llegarían a producir ascensores con la más alta tecnología? Hoy es un hecho de grandes dimensiones. Desde Medellín, la empresa Coservicios S.A. presenta en la actualidad una cifra de más de mil ascensores instalados en el país. Se trata de los Ascensores Andino, cuya calidad y gran acogida se reflejan en el hecho de que a partir de este año la planta de producción cuenta con 5.200 metros cuadrados, luego del ensanche realizado, que permite entregar 450 unidades por año, a razón de dos por día laboral.
Los logros obtenidos son fruto del trabajo de un equipo de ingenieros ,técnicos, personal administrativo, operarios y obreros en general que con mística y dedicación se han dedicado a este campo relativamente nuevo en Colombia.
El principal soporte técnico de este esfuerzo, que se traduce en términos de calidad, lo constituyen, por un lado, el de partamento de investigaciones en electrónica e ingeniería mecánica, y por otro una moderna torre de pruebas para ascensores como sólo la poseen las fábricas más conocidas en el ramo a nivel mundial. De esta manera, Ascensores Andino logra diseñar y desarrollar un control de maniobra totalmente manejado por microprocesadores, utilizando los más avanzados sistemas electrónicos de la actualidad y -mediante la torre- verifica un óptimo control de calidad al servicio de los colombianos, y próximamente de usuarios de otras latitudes.