Especiales Semana

ANTIOQUIA

16 de abril de 1990

PLUMA PAISA
Tomás Carrasquilla comenzó a los 40. Charles Dickens a los 42. Por lo tanto, no hay por que preocuparse si a los 38 todavía no se ha escrito nada. Nunca es tarde para dar a luz un buen trabajo literario, como lo dice Manuel Mejía Vallejo, coordinador durante 10 años de uno de los talleres de escritores de la Biblioteca Pública Piloto: "A veces un escritor no sabe que lo es hasta que le llega la oportunidad de mostrarse". Y quien más indicado para descubrir estos talentos que maestros criollos como el ya mencionado, el poeta Jaime Jaramillo Escobar, el novelista y cuentista Mario Escobar Velásquez.
Así la Biblioteca Pública Piloto y la Universidad de Antioquia dan la oportunidad a cualquier transeúnte inquieto de convertirse en un aplicado explorador de sus propias capacidades literarias y, quien sabe, hasta de pronto en escritor reconocido. La idea se la trajo en 1978 de Iowa (EE.UU.) Alejandro González, quien siendo director de la biblioteca fundó el primer taller de escritores, luego marcaron su paso como coordinadores Juan Carlos Molina, Juan Luis Mejía y Jairo Morales.
Aunque es un taller, aquí no se arreglan ideas, porque como lo afirma Manuel Mejía: "Ideas nuevas no hay, en realidad las que hay son viejas". Se trata entonces de reparar la forma de ponerlas sobre el papel, "...todo se ha dicho, pero volverlo a decir en la misma forma es reiterar simplemente". Tampoco se dan diplomas, recetas milagrosas, ni verdades reveladas.
El ritmo de trabajo lo da la pasión literaria de los alumnos que, en muchos casos, han tenido alguna experiencia en este oficio y someten sus escritos a la calificación del maestro. No existe una metodología rigida en los talleres, son más bien tertulias adonde asisten personas con intereses muy divergentes pero con un comun gusto por la literatura, ya sea como lectores o hacedores, con el fin de comentar novedades y antiguedades literarias, o en espera del fallo del maestro para comenzar a soñar con que su nombre aparecerá algún día en letra impresa.
Las paredes del auditorio de la Biblioteca Pública Piloto han sentido de cerca el aliento de escritores de renombre internacional como el Premio Nobel 1989, Camilo José Cela, Juan Rulfo y Manuel Puig, además de reconocidos colombianos como Jorge Artel, Darío Ruiz y Rafael Moreno Durán, entre otros.
De aquí ha surgido una buena cosecha de cuentistas, novelistas y poetas, como José Libardo Porras, ganador del Premio Nacional de Cuento Jorge Zalamea en 1989 con "Helena"; Juan Diego Mejía, quien ha obtenido premios y menciones en concursos nacionales como el de la Gobernación del Quindío y la Fundación Testimonio de Pasto, autor de "Rumor de muerte" y "Sobrevivientes". Orlando Gallo, reciente ganador del premio de poesía Eduardo Cote Lamus; Sergio Vieira, ganador del premio de cuento Jorge Gaitan, con la obra "Historias de vecinos"; Luis Fernando Macías, ganador del premio del Concejo de Medellín con la novela "Ganzúa". Estos son algunos de los 32 premios recibidos por personas que han pisado estas baldosas.
Para extender el proposito de sensibilizar, inducir la apreciación cultural y enseñar a compartir y a tolerar --tan importante en estos tiempos--, la Biblioteca Pública Piloto ofrece otra veintena de talleres en diferentes actividades creativas y amplía su radio de acción por medio de las "Cajas Viajeras"; que desde hace cuatro años se rotan por 38 bibliotecas populares con cuentos infantiles. con ellas, la Fundación Ratón de Biblioteca estimula la creación literaria de los niños en barrios sin oportunidades culturales, con la publicación de un periódico que incluye sus primeros escritos. Y la idea de lo planeado es que el programa llegue también a las zonas rurales de Antioquia.
El reto de estos talleres es que se manifieste el talento, porque de lo contrario es como si no existiera.