Especiales Semana

ANTIOQUIA

7 de abril de 1986

CON LA BOCA LLENA NO SE HABLA
Mientras las agencias internacionales de noticias se ocupan de enviar hasta el más mínimo gesto hecho por los negociadores del llamado Brown Gold, cada colombiano presiente que esas medidas lo afectarán de alguna manera, por eso la mayoría se alegra cuando oye las primicias de un alza en el café, aunque no tenga ni la menor idea de lo que significa una divisa.
Por estos días todo sube, suben los precios y con ellos el tono de las protestas, pero cuando es el café el que experimenta el alza, entonces, en lugar de provocar airadas voces en contra del gobierno, los colombianos se alegran y las sonrisas de satisfacción aumentan entre los que tienen que ver directamente con el cultivo: agricultores, recolectores, comercializadores, importadores, vendedores de equipos, de fertilizantes, de insumos, semillas y hasta los comerciantes de canastos, aguardiente o radiograbadoras; todos ellos saben que la bonanza favorecerá sus bolsillos al mismo ritmo del café. Pero al mismo tiempo y con la precisión de un reloj, ellos mismos comienzan a quejarse de que la tan sonada bonanza quedará en manos de unos pocos y se dilapidará a expensas de la mala administración.
Hay muchas maneras de palpar la reacción que se genera con las buenas y las malas épocas del café; una de ellas es ir a la misma "mata". Antioquia ocupa el primer lugar como cultivador de café en el pais con su notable 18.2 por ciento de la producción nacional, y el suroeste antioqueño es a su vez el mayor productor del Grano en el departamento con un 60 por ciento del total.
VACAS GORDAS
A escasas dos horas de Medellín y allí mismo en donde el Pavimento comienza a ceder en favor de la aborrecida y polvorienta carretera destapada, está el suroeste antioqueño. Las matas de café, protegidas del sol por el sombrio, comienzan a salpicar el paisaje. Al principio se turnan con las de caña de azúcar y con otros cultivos, pero a medida que la carretera se adentra en la región, el café se apodera del panorama con sus hojas brillantes, sus frutos vigorosos y su nuevo aspecto: la famosa Variedad Colombia, que ahora crece arrogante bajo el sol, desafiando incluso a la misma roya, única "sombra" del cultivo.
Y son esas matas el centro de atención para la gente de la región, cuya economía depende de cada evolución del café, desde que los frutos están en proceso de crecimiento hasta que dan el punto de cosecha. Los pueblos cafeteros tienen dos "personalidades": una en cosecha y otra muy distinta fuera de ella. De esta manera, cuando las básculas de la Federación de Cafeteros y de los compradores particulares comienzan a pesar los primeros bultos, los pueblos cafeteros suenan al son del movimiento del grano.
Si la cosecha tiene buen precio, las cantinas se llenan; los almacenes hacen su agosto en cualquier época del año; en los graneros se cancelan las viejas cuentas; en los bancos se pagan los créditos; a las casitas de los campesinos llega una nevera nueva o el tan soñado equipo de sonido; los "maletiados" aparecen de todos los rincones del país dispuestos a recoger tanto café como sus fuerzas lo permitan y se llevan al cafetal la señora, los hijos y hasta el marrano para no dejarlo solo en la casa, y los dueños de fincas revisan la propiedad para ver cuál mejora debe hacerse con el producto de la cosecha.
Cuando el kilo de cafe tipo Federación sube a 240 pesos como en estos días, los cultivadores sienten el alivio de las épocas de vacas gordas.
Son muy pocos los que comprenden a fondo la maraña de operaciones económicas que protagoniza el café; sin embargo, todos se dan el lujo de comentar las cotizaciones de Nueva York, las campañas publicitarias en Alemania o las determinaciones de la Federación y de los comités de cafeteros y el tema se discute tanto en las tertulias de los grandes hacendados como en las de los pequeños cultivadores.
HECTAREAS POR ARROBAS
Existe una inconformidad por parte de los cafeteros antioqueños, posiblemente la misma que se da en otras regiones, con los comités de cafeteros y con la Federación, prácticamente un mismo cuerpo, pero con funciones diferentes. Muchos cafeteros critican sus políticas, pero al mismo tiempo aseguran no poder vivir sin esas entidades. Reconocen todas las ventajas, disfrutan de sus beneficios: construcción de vias, escuelas, centros de salud. hospitales, electrificación, acueductos, asesoría técnica, etc., pero sienten que esas ayudas les salen muy caras pues por cada kilo de café que vendían a la Federación, ellos reciben una parte en plata y otra en servicios.
Sin embargo, con todas las quejas, con todas las dificultades del cultivo y con los altibajos del precio en el mercado internacional, los cafeteros adoran su oficio y es muy dificil que se desprendan de una finca, a menos que sea para comprar otra mejor. Las fincas no se miden por hectáreas sino por la producción en arrobas y por los beneficiaderos.
En medio de sus quejas los cultivadores viven convencidos de que el café es tan bueno "que da hasta para el dueño" y por esa razón no cambian de cultivo, porque se amañan en él y porque esa es la vocación de sus tierras.
De todas maneras, para ser cultivador es necesario sortear un buen número de problemas, son pocos los cultivos que tienen tanto trabajo como el que se requiere para sembrar, recoger y beneficiar el café; por eso cuando alguien saborea un tinto no se da cuenta de todo lo que se tuvo que hacer para lograr esa aromatica bebida, capaz de poner a crujir la Bolsa de Londres.
EL CORAZON DEL CAFE
De los 122 municipios antioqueños, 108 son cafeteros, pero no todos tienen las ventajas de los del suroeste; aún con sus carreteras eternamente a medio terminar y sus múltiples problemas, la zona está casi totalmente electrificada, tiene una aceptable infraestructura en el campo de la salud, y un buen número de escuelas construidas por el Comité y puestas a funcionar por la Secretaria de Educación departamental. Sus necesidades prioritarias se resumen en la pavimentación de la llamada Troncal del Café y en un programa de telefonía rural más eficiente.
En comparación con la zona central cafetera, el suroeste antioqueño presenta una densidad poblacional grande frente a la densidad cafetera baja, es decir: aproximadamente medio millón de habitantes para 30 mil fincas cafeteras. Asi resulta personal casi suficiente para recoger las cosechas, evitando el fenómeno de la migracion que siempre trae de la mano un cúmulo de problemas sociales.
El producto interno bruto que generan los cafeteros es superior al de muchos departamentos: 9 millones de arrobas a tres mil pesos cada una, producen 27 mil millones de pesos; con esto, los cultivadores aseguran que es un negocio aceptable si se tienen los niveles de producción adecuados, sin embargo, no están propiamente muertos de la risa porque aunque las ganancias de ahora son grandes, apenas compensan las pérdidas de otras épocas. De todas maneras y en sus propias palabras: "Con la boca llena no se habla". --