Especiales Semana

APENAS SOBREAGUANDO

Las utilidades del sector financiero cayeron en términos reales en 1996. Y se avecinan tiempos más dificiles.

26 de mayo de 1997


LOS ALMUERZOS DE los banqueros en Colombia ya no son lo que solían ser. Hace apenas un par de años los direetivos del sector financiero siempre tenían un motivo para celebrar y sus eventos sociales se prolongaban por varias horas en medio de múltiples brindis y felicitaciones. En la primera mitad de la década la cartera llegó a crecer a tasas de cerca de 50 por ciento anual, mientras los patrimonios se fortalecían y las abundantes utilidades estaban a la orden del día.
Ahora las cabezas del sector financiero colombiano prefieren comer corto y, de ser posible, sin siquiera salir de la oficina. Al fin y al cabo. como están las cosas, es preferible tener reuniones frecuentes con los vicepresidentes de la institución alrededor de un simple sánduche que abusar de los gastos de representación en lujosos restaurantes cuando no hay mucho para celebrar.
Y es que ahora las cosas son a otro precio. Al apretón monetario iniciado por el Banco de la República cn 1995 se ha sumado una recesión económica que ha representado una virtual parálisis del crecimiento real de la cartera. Por eso si en 1995 el sector financiero colombiano tuvo que aterrizar de las mieles dc los años anteriores, en 1996 tuvo que hacer múltiples maromas para mantenerse a flote. Lo grave del asunto es que 1997 no pinta mejor y varios observadores piensan que las fusiones y liquidaciones estarán a la orden del día.

UN AÑO MEDIOCRE
Los resultados de 1996 muestran que el sector financiero apenas viene sobreaguando y que tendrá que hacer grandes ajustes para enfrentar con éxito los retos que se vienen. Los tragos amargos empiezan por el lado del alma del negocio: la evolución de los créditos. La cartera total del sistema creció en 1996 apenas 25 por ciento, más de 10 puntos por debajo del crecimiento del año anterior y tan sólo la mitad del observado en 1994 (ver gráfico 1).
Lo grave del asunto es que mientras la cartera se mantenía prácticamente paralizada en términos reales el año pasado las deudas malas crecieron 47 por ciento. Esta circunstancia se tradujo en un deterioro de los indicadores de calidad de cartera, los cuales pasaron de 5,8 por ciento a fines de 1995 a 6,7 por ciento en diciembre del año anterior.
Varios analistas coinciden en señalar que buena parte de este desempeño obedece a la desaceleración de la economía, y en particular a la política monetaria adelantada por el Banco de la República. Y es que si bien a lo largo del segundo semestre del año pasado las tasas de interés cayeron alrededor de cinco puntos, este alivio no fue suficiente para reactivar la demanda agregada de la economía, y con ella los requerimientos de recursos financieros.
Pero la desaceleración de los indicadores financieros no se limitó tan sólo a la evolución de la cartera. El crecimiento de los activos del sector en 1996 fue de 26 por ciento, casi la mitad del registrado dos años atrás. Un comportamiento similar tuvo el crecimiento patrimonial: el año pasado fue de 33 por ciento, mientras que en 1995 había sido 38 por ciento y en 1994 más de 60 por ciento (ver gráfico 1).
Como era de esperar, todos estos resultados terminaron reflejándose en una menor rentabilidad. Según la Superintendencia Bancaria las utilidades del sector financiero crecieron 40 por ciento en 1996, resultado que a primera vista no sólo se podría considerar bueno sino sobresaliente. Sin embargo esas cifras hay que mirarlas con lupa, pues incluyen un monto significativo de ingresos de la Caja Agraria no derivadas del negocio financiero como tal. Al excluir a esta entidad pública el crecimiento de las utilidades del sector en 1996 se reduce sustancialmente, al punto de representar una caída en términos reales de cerca de 2 por ciento.
Este desempeño explica en buena parte el estancamiento la rentabilidad de los establecimientos financieros. Sin tener en cuenta a la Caja Agraria, el sector obtuvo una rentabilidad patrimonial de 10,5 por ciento, registrado en el año anterior. Claro que de este resultado global hay comportamientos diversos para los distintos tipos de entidades. Por ejemplo mientras las Compañías de Financiamiento Comercial de tipo tradicional tuvieron una rentabilidad patrimonial de apenas 2 por ciento, las Corporaciones de ahorro y Vivienda -CAV- gistraron el mejor resultado, de todo el sector: 19 por ciento (ver gráfico 2).

A COMPETIR..
Esta diferencia tan grande entre la rentabilidad de las CAV y la de los demas estableciemientos de crédito es apenas una muestra más del avance que las primeras tuvieron durante el año anterior. Una prueba de los buenos vientos que soplaron para la los CAV fue la normatividad expedida en el mes de abril, mediante la cual se autoriza a estas entidades a convertirse en bancos hipotecarios y a ofrecer cuentas corrientes a sus clientes con las facilidades que de allí se derivan en el proceso de captación de fondos.
La ofensiva de las CAV para ganar una mayor tajada del mercado viene de tiempo atrás. Según un estudio reciente de la firma de banca de inversión Santander Investment, detrás de la relativa estabilidad de la distribución de los depósitos entre los distintos establecimientos de crédito han venido sucediendo cosas interesantes. En los últimos tres años la participación de las CAV en el total de préstamos ha aumentado cinco puntos, en detrimento de la de los bancos comerciales, en particular las grandes entidades oficiales como el Banco Cafetero, el Popular y el del Estado (ver gráfico 3).
Y lo mejor de la competencia aún está por venir. La lucha por la colocación de cartera y la consecución de depósitos se intensificará notablemente con la entrada de lleno de la banca española al sistema financiero nacional, a través del Banco Santander y su mayoría accionaria en el Banco Comercial Antioqueño y el Banco Bilbao Vizcaya y su presencia en el Banco Ganadero. Con miras a enfrentar exitosamente los nuevos tiempos de competencia ya se han dado fusiones como la de Colpatria y Corpavi, alianzas estratégicas como la del Banco Industrial Colombiano BIC y Conavi, y procesos de fortalecimiento como el que está adelantando la Organización Sarmiento Angulo tras la compra del Banco Popular.
Pero la competencia será tan dura que muchos especialistas aseguran que no bastará con hacer fusiones y alianzas para resistir la reducción de márgenes que resultará de la lucha por el mercado. Los nuevos retos se traducirán además en la necesidad de adelantar cambios tecnológicos que aumenten la productividad y en una virtual transformación de la estrategia de muchos de los establecimientos de crédito que tendrán que esforzarse para mantener su participación en un mercado caracterizado por la creciente oferta de más y mejores servicios.

¿HACIA LA MULTIBANCA?
Las entidades financieras no han sido las únicas que han identificado los riesgos y necesidades que trae consigo la nueva era de la competencia en el mercado. Las autoridades económicas también son conscientes de que en los próximos meses los establecimientos de crédito se verán abocados a adelantar importantes procesos de transformación para acomodarse a los nuevos tiempos. Y también saben que puede haber algunos que no sobrevivan al proceso y queden tendidos en el campo de batalla.
Por eso el gobierno está trabajando actualmente en un provecto de reforma al estatuto financiero que busca acomodar la normatividad a las nuevas realidades del sector. En palabras del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, "se trata de un proyecto que busca flexibilizar las normas para facilitar la entrada y salida de entidades del mercado, así como las fusiones y liquidaciones". El proyecto está siendo preparado por un equipo conjunto del Ministerio de Hacienda, la Superintendencia Bancaria y la Superintendencia de Valores y deberá ser presentado al Congreso a más tardar en agosto, a comienzos de la próxima legislatura.
Varios observadores creen que lo mejor que pueden hacer las autoridades para facilitarles a los establecimientos de crédito el proceso de enfrentar la competencia es permitir que cada cual ofrezca los servicios que quiera sin restricciones.
En las discusiones que se están adelantando para preparar la reforma financiera las autoridades están evaluando la conveniencia de flexibilizar las normas que regulan el leasing y la fiducia, pero todavía no hay nada claro al respecto. Igualmente se está estudiando la posibilidad de modificar las normas que regulan a las corporaciones financieras, pues su actividad se ha ido desdibujando con el paso de los años y hoy compiten en condiciones desventajosas con el resto de las entidades crediticias .
Lo que está totalmente claro es que los tiempos que se avecinan para el sector financiero no serán nada fáciles. A la mayor competencia de los bancos extranjeros se suma una economía que, a pesar de mejores augurios, aún no sale de la recesión. Por eso las directivas de las entidades financieras tendrán cada vez más almuerzos de trabajo con sus subalternos y asistirán a menos eventos sociales. Porque después de sobreaguar hay que volver a avanzar, y quizás no todos lo logren.