Especiales Semana

Aquí está y aquí se queda

La venta de Ecogás generó en Santander el temor que ocasiona la venta de cualquier gran empresa: que se traslade y la región pierda una compañía que considera propia.

28 de abril de 2007

Uno de los acontecimientos económicos de este año para Bucaramanga ha sido la venta de la empresa estatal Ecogás, dedicada al transporte de gas por el país. El hecho ha generado sentimientos encontrados. Por un lado hay júbilo porque la venta se hizo a la Empresa de Energía de Bogotá a un precio más alto del que tenía: 1.450 millones de dólares, dinero que los empresarios santandereanos esperan que se invierta en la región, pues la ley dice que 10 por ciento de la venta debe ir a la sede principal de sus negocios.

En los últimos años la empresa, a pesar de ser estatal, logró liberarse de las presiones políticas y convertirse en una compañía eficiente que en 2005 registró utilidades por 70 millones de dólares. La lógica de muchos santandereanos es que si esa venta fue producto de la buena gestión de sus ciudadanos, se debería invertir en programas de desarrollo en esa misma tierra. "La decisión de destinar el recurso es una voluntad política, y no un problema legal", afirma Carlos Alberto Gómez, actual presidente de Ecogás y partidario de que el gobierno nacional decida dejar el fruto de la venta en el departamento.

A esto se suma un miedo aun mayor y es que los nuevos dueños decidan llevarse la sede de la empresa para Bogotá donde, aparentemente, la junta directiva podría tener una comunicación más directa. También podría ser más cómodo para su nuevo presidente, pues se evitaría un traslado de una metrópoli a una ciudad más pequeña. O eventualmente ayudaría a economizar en gastos administrativos. Dos antecedentes ayudan a fomentar los temores: el caso de Cerrejón, una empresa colombiana que durante muchos años tuvo su oficina principal en Barranquilla y bajo la presidencia de Alberto Calderón fue trasladada a Bogotá, y el de la Andi, que pasó de Medellín también a Bogotá.

Para entender la preocupación de los santandereanos es necesario remontarse a 1997, cuando por ley se creó esta empresa, una hija de Ecopetrol que buscaba independizar el negocio de la producción y el de transporte de gas. Que Bucaramanga se convirtiera en la sede fue más una decisión política que estratégica. Aunque la capital de Santander se encuentra a mitad de camino entre los centros de producción y los puntos de distribución final, la operación de la empresa es muy sencilla y se puede hacer desde cualquier lugar de Colombia.

En efecto, transportar gas por un territorio consiste, en resumidas cuentas, en contar con una línea de gasoducto, que en este caso es de 3. 670 kilómetros, y por otro lado se requiere de operarios que controlen el suministro de gas, por ejemplo, de aumentarlo o disminuirlo a ciertas horas del día, dependiendo de la demanda. Esto se puede hacer desde un computador que podría estar ubicado en Bogotá o en cualquier otro sitio.

Bucaramanga resultó con la sede como una manera de retribución de parte del país a una región que ha sido líder en materia petrolera y que fue pionera en la masificación del uso del gas en Colombia. "Quitarle esa sede sería una enorme frustración", dice el senador Hugo Serrano, autor de la ley y responsable de que la oficina principal estuviera en la capital santandereana.

A pesar de ser una empresa estatal, en estos 10 años Ecogás se ha convertido en una insignia, especialmente para los santandereanos. "La gente la considera como propia porque jalona la presencia de otras empresas", dice Honorio Galvis, alcalde de Bucaramanga. Ha ayudado a establecer la ciudad como nicho del sector energético, junto con la refinería de Barranca, Gasoriente, el Instituto Colombiano de Petróleo y un sector de empresas de metalmecánica que apoya el mantenimiento y la reparación de las redes del gas. Para mostrar a Santander como un polo de desarrollo atractivo para inversionistas nacionales y extranjeros, Ecogás es una de las principales cartas de presentación.

Las Universidad Industrial de Santander se ha convertido en un importante centro de preparación de profesionales especializados en ingeniería de petróleos, lo cual ha beneficiado a todas las empresas del negocio de los hidrocarburos. Recientemente, la Universidad Autónoma de Bucaramanga creó el programa de ingeniería de energía, la única facultad de este tipo en Colombia, donde se preparan alumnos que semestralmente realizan sus prácticas en estas compañías. "A Bogotá no le hace mella que esté aquí o allá, pero al departamento sí le afectaría mucho que su sede se trasladara", sostiene Alberto Montoya Puyana, rector de este centro educativo.

Ser sede tiene sus ventajas. Las decisiones importantes de las empresas se toman allí, así como las reuniones de la junta directiva. Esto último ha generado la reactivación del sector turístico, gracias a los viajes de negocios. También se desarrollan compañías alrededor de Ecogás y esto crea a su vez una bolsa de empleo especializado en esa ciudad. Por esto mismo, los empleados deben viajar al exterior y esa experiencia de salir a otros países y culturas es uno de los factores que más aportan al proceso de desarrollo. "Eso es lo más valioso: el conocimiento, dice Augusto Martínez, un santandereano experto en el sector energético. Lo que irradia una empresa es la experiencia y la vocación de una región".

Sin duda, hoy Bucaramanga tiene una mayor ventaja que otras ciudades del país en el tema del petróleo. Rafael Ardila, presidente de la junta directiva de la Cámara de Comercio de esta ciudad, cuenta la anécdota de unos empresarios canadienses que fueron a la ciudad a enseñarles sobre el manejo del gas y terminaron aprendiendo de los santandereanos. "Nos dijeron que en el proceso energético colombiano no teníamos por qué sentarnos en el puesto de atrás, sino en el del conductor", recuerda.

Astrid Martínez, gerente de la Empresa de Energía de Bogotá, dice que la sede permanecerá en Bucaramanga y de hecho anunció que todas las juntas directivas de este año están programadas para ser realizadas en la ciudad de los Parques, exceptuando la de diciembre. "Si estuviéramos partiendo de cero, es posible que se considerara a Bogotá como la nueva sede, pero como se parte de un escenario ya creado, la idea es no provocarle un traumatismo a la región", dice. Por eso, aunque cree que el presidente de la nueva compañía tendrá que vivir en Bucaramanga, también deberá viajar mucho a Bogotá, pues no se puede negar que este es un país centralizado.

Ecogás seguirá existiendo el tiempo que sea necesario hasta que se termine el empalme con la nueva empresa, que se llama Transportadora de Gas del Oriente o TGI y que ya se encarga de toda la operación. Carlos Alberto Gómez aún no se acostumbra a llamar a esta empresa TGI, Transportadora de Gas del Interior, y a menudo corrige su imprecisión mientras habla. "Ya nos iremos acostumbrando", dice con nostalgia.