Especiales Semana

ARQUITECTURA Y URBANISMO

13 de abril de 1992

EL ESLABON PERDIDO
CUANDO CRISTOBAL COLON HABLO por primera vez de las tierras americanas las describió como una gran mancha verde en medio del océano. Hoy, cinco siglos más tarde, quienes pisan el suelo americano se encuentran con un panorama radicalmente distinto. América es una región conquistada por el concreto y el ladrillo.

La actividad de la construcción que en tiempos de Colón se limitaba a chozas y pequeñas poblaciones, en la actualidad es una industria que se mide con índices complicados y que maneja cifras millonarias.

SEMANA consultó la opinión de los arquitectos Enrique y Humberto Silva y al especialista en diseño industrial Rómulo Polo, acerca de la crisis de la arquitectura en Colombia.

Para Enrique y Humberto Silva la necesidad más urgente de la arquitectura colombiana es recuperar la modernidad perdida. Este discurso que para muchos podría sonar teórico es de vital importancia porque marca una pauta en el camino.

Según los arquitectos, con el imperio del ladrillo fueron muchas las cosas que cambiaron. El ladrillo como material no es malo, el problema radica en el abuso que se ha cometido con él. Porque en generaciones pasadas como la de Femando "Chulí" Martínez y Rogelio Salmona, el ladrillo se utilizó como material y estos arquitectos lo manejaron como grandes maestros.

Este ingrediente arquitectónico se popularizó de una manera implacable. "Hoy no hay un criterio que distinga el uso del ladrillo -asegura Enrique Silva- ni siquiera el clima es motivo para sentarse a pensar en otras altemativas.El edificio FBS de Cali es igual al centro Hacienda Santa Bárbara en Bogotá ".

Humberto señala que antes había una calidad en el detalle y existía un juego de materiales. Los arquitectos eran investigadores de materiales y se inventaban técnicas. Sus construcciones eran tan honestas que reflejaban cada una de las vértebras del edificio en concreto y manejaban el ladrillo como elemento estructural y decorativo a la vez. La justificación era arquitectónica. "Hoy -asegura- el uso irracional del ladrillo tiene sus orígenes en el mercado".

Añorando y quizá con nostalgia por las décadas de los 40, 50 y hasta 60, los Silva estiman que los arquitectos de la modernidad eran conscientes del tiempo y construían en él. "Existía una honestidad con la época y con el uso de materiales. Las estructuras en concreto eran impecables y se mostraban tal como eran. Las formas eran puras y se utilizaba multiplicidad de materiales".

Por eso la propuesta de estos jóvenes arquitectos tiene por objetivo reactivar el motor de la arquitectura y volver a hacer de ella un arte siempre con el pensamiento puesto sobre la ciudad y sus necesidades. El primer punto de su propuesta es la toma de conciencia tanto del arquitecto como del ciudadano común sobre la ciudad, el espacio público y el tiempo en que se vive y se construye.

El segundo aspecto es reorientar el diseño en las facultades de arquitectura. "La academia debe cambiar dice Enrique Silva pues los estudiantes aprenden diseño mal enseñadó". En tercer lugar, Humberto Silva considera que las exigencias en materia de estudios de factibilidad de las corporaciones de ahorro y vivienda debe cambiar. "Pues guiados por el éxito del mercado han contribuido a la pobreza dela arquitectura".

Finalmente, los arquitectos aseguran que el problema de la ciudad no está exclusivamente en manos de los arquitectos.

Debe haber un programa de educación en los ciudadanos para aprender a apropiarse del espacio y hacer respetar sus derechos urbanos.

LA OTRA CARA DE LA MONEDA
Acostumbrado a ver el iceberg debajo del agua, Rómulo Polo piensa desde el diario vivir del ciudadano. Para él es indudable la crisis de la arquitectura en Colombia .. . "pero es que hay crisis en todo", dice y agrega que en la arquitectura hay dos crisis: la interna que la tienen todas las disciplinas y la de la inserción en la sociedad.

Esta última tiene entre muchas otras causas, una esencial. La enseñanza de la arquitectura se ha quedado atrás frente a los grandes avances contemporáneos. Este retraso se hace evidente en la ausencia de investigación, en la falta de reconocimiento significativo por los avances tecnológicos de la época y en la ausencia de formación docente de los profesores de arquitectura . Además, Polo asegura que "nuestras ciudades se han formado muy recientemente. Son muy jóvenes. Por lo tanto, la gente tiene una estructura de pensamiento y de comportamiento frente al espacio, que es rural. En consecuencia, nuestra sociedad tiene poca experiencia urbana y por lo tanto los ciudadanos no tienen sentido de pertenencia, no se sabe si el espacio público es un bien común, si la calle pertenece".

Pero el problema no radica allí. Según el especialista en Colombia no se ha sabido diseñar la ciudad de acuerdo con las necesidades de la gente y de acuerdo con las características culturales de las personas. A esto se suma que el espacio público hecho para ser usado resulta una simple escenografía que muchas veces se olvida de la gente. "El espacio -dice Polo- debe ser escenario a partir de las actividades humanas que se desarrolle allí. Es difícil en la escala de la arquitectura ver al hombre en su cotidianidad. Es el diseño industrial el que percibe y soluciona esas necesidades de la vida diaria" .

Y en ese sentido, el aporte de esta disciplina es de vital importancia para resolver problemas de espacio público. Desde la vida diaria de la gente y desde su uso, el diseñador podría resolver necesidades importantes para el ciudadano. Por eso, la propuesta de Rómulo Polo está orientada a cambiar la forma enfocar los problemas; a incorporar el diseño industrial con una de las disciplinas que está cerca de la gente a escala real insertar el concepto de autoridad de espacio público; a dar aportes en cuanto a materiales, formas de construcción y flexibilización del uso de los espacios; y a recuperar la dimensión del hombre en los espacios interno y público. "Pues la calidad de vida -asegura- es la que permite que la sociedad se equilibre y distensione".

¡DE PELICULA!
HACE DOS AÑOS CUANDO SE INAUGUró el centro comercial Hacienda Santa Bárbara, el espacio ya estaba dado. Cine Colombia tenía 950 metros de área construida para levantar allí una idea bastante revolucionaria para el país:
el cine-bar.

La propuesta inicial era aún más novedosa y hasta lanzada. Realizar una sala de cine bar en la cual después de la función el escenario se convirtiera en una discoteca espectacular con luces, cámaras y hielo seco. Cuando se acabara la película las personas podrían "parrandear" hasta el cansancio.

Esta idea fracasó, pues ponía a peligrar el nivel que se pretendía entregar al cine-bar, entonces el departamento de proyectos e inmobiliaria de Cine Colombia, comenzó a elaborar otra alternativa. Finalmente el Cine & Bar se inauguró el pasado mes de febrero y su construcción tuvo un costo aproximado de 600 millones de pesos.

A TODO DAR
La sensación inicial al entrar al Cine & Bar es que uno se ha equivocado de lugar. Primero porque la fachada parece la de un teatro de hacer teatro y no de cine. Segundo porque la boleta no cuesta mil pesos sino 3.500. Tercero porque los acabados del "lobby" son tan elegantes, el ambiente tan exquisito y la atención tan buena, que la idea de ir a cine se transforma de manera radical.

No hay duda. El Cine & Bar está logrando hacer un revolcón en el espectáculo del cine. Cinco elementos ayudan a reforzar esta tesis.

El primero es la decoración. La sala de cine es semirredonda hecho que asegura en la mayoría de los casos buena visibilidad en cualquier ubicación. La pantalla también es semicircular siguiendo la curva del teatro. El techo de la sala de cine es de madera, la mitad es absorbente, la mitad reflejante y con unos canales para dejar la altemativa de hacer una iluminación artística en caso de que se presente un espectáculo. Las paredes son en ladrillo de concreto modular, son reflejantes y con luces de neón. Las escaleras tienen luces guías para distinguir los niveles, las sillas fueron mandadas hacer especialmente siguiendo el estudio argonómico de la silla del Renault 21. Cada pareja de sillas cuenta con una mesita en común que sirve para colocar sobre ella las bebidas o comestibles que se hayan adquirido en el Snackbar del "lobby" de entrada.

Por su parte, el bar cuenta con una decoración llamativa en tonos lila y rosados. En el primer piso está el piano bar que funciona desde las siete hasta las 11 de la noche. En el segundo piso el bar cuenta con una barra en doble vidrio laminado a través de la cual puede verse la película que está rodando. Además el bar cuenta con una pequeña pista de baile y servicio hasta la tres de la mañana.

El segundo elemento revolucionario del Cine & Bar es la posibilidad de hacer reservaciones y tener silletería numerada para cualesquiera de las funciones de 3:30, 6:30 ó 9:30. Este servicio está hecho a la medida del perfil de cliente que llega al lugar: un ejecutivo que desea garantizar sus puestos y entrada sin necesidad de hacer filas.

El tercer elemento llamativo del nuevo Salón de Cine, es que Cine Colombia presentará allí únicamente películas premier que no están en cartelera en ninguna otra sala del país. La calidad cinematográfica de las películas será el criterio clave para exhibirlas en el Cine & Bar.

El cuarto elemento novedoso del establecimiento es el hecho de combinar dos actividades: el cine y el bar en un solo espacio. Esto representa una concepción distinta del espectáculo del cine. Para algunos es el cambio del "pop corn" por el coctel. Es decir, una forma diferente de vivir el séptimo arte.

Por último, el quinto ingrediente revolucionario: las funciones de 11:30 de la noche de jueves a sábado que representan una novedad en el horario de las salas de cine en el país y que hace del Cine & Bar un lugar de película!.