Especiales Semana

ATLANTICO REPITE

Maribel Gutiérrez consiguió, por segundo año consecutivo, la corona para su departamento.

10 de diciembre de 1990

Este año la elección de la nueva soberana de la belleza no tuvo un final feliz. Mientras la barranquillera Maribel Gutiérrez Tinoco recibía de las manos de su paisana Lizeth Mahecha la corona y el trono, otra historia se escribía en el teatro Getsemaní del centro de convenciones Cartagena de Indias. Sus protagonistas: los cinco miembros del jurado internacional que fueron invitados a Cartagena para elegir a la nueva Señorita Colombia. Ellos dieron al traste con una noche engalanada por la transmisión de televisión en la que se invirtieron 250 millones de pesos y dos meses de trabajo.

Pero en el país del Sagrado Corazón, cualquier cosa puede ocurrir. Y ocurrió. Cuando la transmisión entró en la última media hora y los televidentes conocían de antemano quiénes eran las cinco finalistas, el jurado se retiró en pleno del teatro Getsemaní, a una oficina aledaña, a discutir sobre algo que ya estaba definido.

Fueron minutos eternos que antecedieron al fallo final. Los presentadores de televisión, Pilar Castaño y Jairo Alonso, que habían transmitido en vivo y en directo un programa previamente libreteado, de un momento a otro, por un problema del computador entró en 45 minutos de improvisación que hicieron tediosa e incomprensible para los televidentes la parte final de la jornada. Se tuvo que recurrir a la experiencia de una presentadora de la talla de Pilar Castaño, quien logró sacar adelante una empresa que naufragaba en medio del desconcierto general. De no haber sido por la infinita capacidad de improvisación de Pilar Castaño, quien logró echar carreta para superar la emergencia y mantener el programa al aire, la transmisión hubiera sufrido un colapso.

Dentro del teatro nadie sabía lo que ocurría. Los asistentes a la velada de coronación no conocían los puntajes que arrojaba el computador, que paradójicamente se estrenaba en Cartagena para agilizar el fallo final. Las barras de las diferentes candidatas exigían para que la función continuara. Mientras tanto, las diez finalistas permanecían de pie, en la mitad del escenario, a la espera de un resultado final. Varias de ellas comenzaron a perder la compostura, entre ellas la representante de La Guajira, Marta Lucía Araos, quien estuvo a punto de desmayarse.

Por fin, los miembros del jurado se hicieron presentes en el auditorio y comenzó una maratónica carrera contra el tiempo, en el que la programadora RCN debía cumplir con un espacio reservado para tres horas y que en ese momento estaba pasada en 45 minutos.
Pero los contratiempos continuaron. Jairo Alonso leyó el sobre que contenía las cinco semifinalistas -Atlántico, Bogotá, Valle, Caldas y Chocó-. Las elegidas fueron sometidas a una pregunta final, que de acuerdo con los reglamentos del concurso representa el 50 por ciento del total de puntaje, (el otro 50 por ciento lo constituyó la belleza, el porte y la elegancia). La primera candidata que se enfrentó a la prueba de fuego fue la Señorita Chocó. Cuando los asistentes oyeron las preguntas -que fueron elaboradas por los miembros del jurado-, la rechifla y el saboteo fueron mayores. El contenido de las preguntas y la falta de claridad en su redacción, por poco acaban con el resto de la velada.

Luego vino el tercero y último capítulo de la historia que montaron los miembros del jurado, quienes habían sido previamente advertidos sobre cómo operaría el sistema de elección. Pero ellos no respetaron las reglas de juego y terminaron por imponer las suyas que llevaron a un caos total esta final de la versión número 38 del concurso nacional de la belleza. La demora en el resultado final, según los miembros del jurado, obedeció a que el computador quedó por fuera de servicio. Pero no es razón suficiente para haber demorado la reanudación de la velada de coronación 45 minutos, cuando una simple operación matemática de regla de tres volvía a darles el orden de cómo estaba conformada hasta ese momento la tabla de puntuación.

Finalmente el presentador leyó la papeleta que esta vez contenía el nombre de la Señorita Colombia. La primera elección que se hizo fue la de la tercera princesa, que le correspondió a la candidata del Chocó, Claudia Marcela Aros Cardona; segunda princesa, María Consuelo Pinedo. del Valle; primera princesa, Mónica María Escobar Freydell, de Caldas. Y en escenario quedaron Adriana Rodríguez Anzola, de Bogotá y Maribel Gutiérrez, del Atlántico. Una de ella sería la nueva Señorita Colombia y la otra la virreina. Al final los resultados arrojados por el computador, que fue manejado por el jurado, le entregó el sexto título a Atlántico y segundo consecutivo.

Mientras Maribel lloraba de la emoción, Lizeth Mahecha, quien también se dejó contagiar por el momento, dio rienda suelta a sus sentimientos y entre sollozos, besos y abrazos, le entregó la corona a su coterránea.

Maribel Gutiérrez se disponía a realizar su primer desfile como reina, cuando las barras de las diferentes candidatas se tomaron el escenario y luego se abalanzaron sobre el jurado en busca de una explicación sobre el fallo final. Entonces, la nueva Señorita Colombia tuvo que contentarse con un pequeño recorrido por la pasarela antes de ser rescatada por el edecán y salir rumbo al Club Cartagena para celebrar el título.

La transmisión de televisión no alcanzó a finalizar, en medio del maremágnum que se formó en el escenario. El libreto previamente elaborado terminaba con un baile informal de todas las candidatas, que le abrían calle de honor a la nueva reina hasta acompañarla al trono. También resultaron damnificados los reporteros gráficos, pues el pacto que se había hecho en años anteriores, de repetir la coronación una vez finalizado el programa de televisión, para poder imprimir sus placas, no se cumplió. Entonces comenzó una persecución de la reina en el Club Cartagena y más tarde en el Hilton para poder realizar su trabajo. La mayoría se quedó sin obtener las tradicionales fotos.

¿Quién es la reina?
Maribel Gutiérrez Tinoco llegó a Cartagena hace diez días con la ilusión de llevarse la corona para su tierra. Ella, en especial, tenía muchas dudas porque Lizeth Mahecha era la actual reina y veía muy difícil que otra vez su departamento lograra el título. Pero su carrera hacia la corona comenzó lentamente.
Midiendo cada una de sus acciones, de sus declaraciones a la prensa, en los primeros días del certamen se convirtió en una candidata de pocas palabras y figuración. Eso lo dejó para sus competidoras, que en el inicio del reinado comenzaron a ganar puntos, y la prensa comenzó a barajar nombres que llevó a las representantes de Huila y San Andrés a los primeros lugares. Mientras tanto, la barranquillera permanecía silenciosa.

Sólo cuando el jurado se hizo presente en el Corralito de Piedra, a cuatro días de la coronación, Maribel comenzó a escalar puestos que la llevaron después del desfile en vestidos de baño, en la piscina del Hotel Hilton, a los primeros lugares del escalafón de las candidatas al título. Y allí se mantuvo hasta el final.

Esta nueva soberana, de ojos cafés, piel blanca, nació en Barranquilla. Tiene 21 años, 90-60:90, 1.70 de estatura, es una estudiante de diseño gráfico. Conservadora y franca en el amor, que se preocupa por la pobreza del país y que en un acto inusitado de una reina, especialmente en el momento de la coronación, soltó su primera frase como soberana que dejó a más de uno boquiabierto: "siento una gran emoción ser la nueva Señorita Colombia y desde aquí pido que devuelvan a todas las personas que se encuentran secuestradas en Colombia".

Maribel llamó la atención por ser una mujer muy tranquila. De respuestas contundentes y claras "si queremos mejorar las condiciones sociales del país se requiere un cambio drástico en el pensamiento político como se manejan las actuales circunstancias. No podemos seguir permitiendo que al pueblo se le utilice como una plataforma para alcanzar el enriquecimiento de unos cuantos, es hora de tomar conciencia para salir de todos los males que nos aquejan", señaló en una de las tantas entrevistas que concedió.

En su camino hacia la corona encontró rivales muy fuertes, como las representantes de Caldas, Valle y Chocó. Pero cada vez que salió a desfilar, ella llevó la batuta. A pesar de que dentro del grupo había expertas modelos en esto de pasarelas, Maribel tenía algo que sus compañeras no mostraron: carisma. Por eso cuando se subía a una tarima se transformaba, de esa niña introvertida, a una mujer segura que exigía los aplausos del público.

El momento crucial lo constituyó la entrevista con el jurado. De su habitaci6n del piso real del Hotel Hilton, bajó a la sala de la entrevista sin una gota de maquillaje en su cara, descalza y con ropa muy informal. Sus siete minutos reglamentarios de entrevista se convirtieron en 15. Luego abandonó el salón y en la más absoluta tranquilidad subió a su cuarto y comenzó su preparación para el desfile de baño, que para muchos le dio el puntaje suficiente para que el jurado la eligiera. Cada vez que pasaba una prueba, ella tenía la certeza de que contaba con un puesto entre las finalistas. Y ese puesto lo conservó hasta el final y le dio más fortaleza con las respuestas que tuvo frente al jurado. Así, cuando le tocó el turno en el teatro del auditorio de Getsemaní, esperó paciente que el animador terminara la pregunta: Defina en cinco colores la imagen de Colombia. Maribel respondió con toda la espontaneidad del caso: "Solo hay un color, el blanco que simboliza la paz, esa que tanto estamos esperando". Fue una respuesta lo suficientemente contundente para echarse al bolsillo al jurado que al final la eligió como la nueva Señorita Colombia.

Pero a pesar de estar muy segura sobre su triunfo, no pudo ocultar la emoción cuando escuchó su nombre, y su paisana, y amiga del alma, Lizeth Mahecha, se acercó para entregarle la corona y el cetro. Maribel se echó a llorar no sólo por el título que había alcanzado sino también por todo lo que ocurrió durante los minutos que antecedieron a su elección y que opacaron su nombramiento. En medio de ese caos total a nadie le importó si ella era la verdadera reina. Todo se centró en los cinco miembros del jurado. Pero ella se repuso de ese primer golpe. Se fue para el Club Cartagena y allí se abrazó con sus padres y amigos y tuvo una sonrisa para todos los presentes.

EL palo del concurso
Pero si Maribel Gutiérrez labró su camino hacia la corona, atrás no se quedó la representante de Bogotá, Adriana Rodríguez Anzola. La virreina poetisa. La candidata que en los primeros días se convirtió en el "patito feo" del paseo. Tanto, que reunió, uno a uno, a los representantes de la prensa y les dijo: "Por favor no me discriminen. Denme una oportunidad". Y cuando nadie daba un peso por su buen papel en el concurso, empezó a circular un rumor que aseguraba que la Señorita Bogotá había sido la candidata preferida por el jurado durante la entrevista personal. Nadie lo creyó. Pero cuando el computador la colocó muy cerca del puntaje de Maribel Gutiérrez, muchos llegaron a pensar que la bogotana era la nueva soberana.

Esta mujer de 19 años, ya escribió su primer libro de poesías, que en los próximos meses será editado y saldrá al mercado. Su tiempo lo dedica a la lectura, en especial los clásicos. Le gusta la música protesta, afirma que tiene un gran "sex-appeal" y que es una observadora con mucha agudeza mental. Todas las noches y todas las mañanas escribe en su diario íntimo, ese que inició hace 11 años y que con el tiempo se convirtió en una necesidad. Porque es allí, en esas hojas, donde hace su poesía. Durante la fiesta de coronación en el Club Cartagena, Adriana era una de las más felices y a los pocos que allí encontró les dijo: "Gracias por la oportunidad que me dieron. No los defraudé" .

En vivo y el directo
Pocas veces se había creado tanta expectativa alrededor de un programa en vivo y en directo como la velada de coronación de la Señorita Colombia. Esta vez el interés fue mucho mayor, por cuanto se inauguró un nuevo formato, que permitía agilizar cada uno de los actos, en especial el de la elección y el desfile en vestidos de baño.

El primero tuvo los ingredientes de una final de Miss Universo. Eso sí, a la colombiana. Un animador veterano, que fue Jairo Alonso, y una comentarista de belleza, responsabilidad que recayó sobre Pilar Castaño y que demostró que en estos trajines lo que cuenta es la experiencia. Un escenario espectacular, que representó tres elementos: agua, fuego y aire y un director, Guillermo Restrepo, primíparo en esto de reinados, pero un viejo zorro de la producción y la creatividad.

Aparte del problema ocasionado por un accidente de la electrónica y las rivalidades entre el jurado, la transmisión de la final del concurso de belleza tuvo más cosas buenas que malas.

Entre las buenas están los pregrabados que fueron todo un éxito. El libreto y toda esa parafernalia que constituye un evento de esta naturaleza, estuvo por encima de las expectativas creadas. Entre lo malo está la pobre presentación del cantante Raphael, quien dobló las canciones y los asistentes a la velada de coronación comenzaron a abuchearlo y a pedir que dejarán mejor sólo el casete. El otro punto negro que tuvo la transmisión fue la presentación de cada una de las reinas. Los pregrabados no encajaron en el momento en que las candidatas salieron al escenario y una a una fue presentándose ante los televidentes.

Sin embargo, este año la transmisión dejó un sabor más dulce que el de los años pasados. Para ello, se desplazaron a Cartagena 40 personas entre técnicos, camarógrafos y auxiliares. Durante los diez días del reinado se destinó una cámara las 24 horas, para cubrir cada detalle de las reinas. La producción se realizó con siete cámaras, y un equipo de 50 personas, fue desplazado a las islas del Rosario para realizar los pregrabados que se presentaron. El único lunar, es el que ya todos conocen, pero quedó la experiencia para nuevas oportunidades.

El reinado tocó la puerta de salida y sólo queda esperar que el año que inicia Maribel Gutiérrez, sea uno igual o mejor que el de Lizeth.

Por lo pronto, los colombianos conocerán a su reina, esa misma que ni siquiera tuvo la oportunidad de desfilar ante las cámaras, a raíz de un hecho irresponsable protagonizado por cinco señores que fueron traídos exclusivamente para evitar este tipo de situaciones. Esta vez, sin embargo, el caos corrió por cuenta del jurado.