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BELLEZA, CON LUPA Y CANDADO

12 de diciembre de 1994

BELLEZA, CON LUPA Y CANDADO

A raíz de los escándalos, este año la disciplina y la austeridad fueron la norma en el reinado.

BAJO LA LUPA de Sherlock Holmes el Concurso Nacional de Belleza celebró su cumpleaños número 60. Esta vez las directivas se dieron a la tarea de inspeccionar la hoja de vida de cada una de las candidatas para evitar sorpresas desagradables. Desde el momento en que los departamentos le dieron la bendición a su candidata se inició una minuciosa investigación. Esta incluyó, entre otras muchas cosas, los antecedentes familiares, económicos y sociales de cada concursante. Las averiguaciones se extendieron a los patrocinadores, comitivas y diseñadores. Se exigieron certificados de estudios y papeles notariales sobre el lugar de nacimiento. Había que apretar clavijas. Un escándalo más era prácticamente la partida de defunción del concurso, y esto no se podía permitir.

Las 19 candidatas fueron encerradas desde su arribo. Recibieron un curso acelerado sobre las drásticas medidas que tenían que cumplir para evitar la tarjeta rosada, que era el pasaporte para regresar a casa. La palabra NO se convirtió en la mejor defensa: NO a las visitas de los periodistas en los cuartos. NO a las fotos con bata de baño. NO a los chismes y las peleas reales. NO a fotos con extraños que trataran de abrazarlas o besarlas. NO a las preguntas con doble sentido. NO a compartir mesas con personas desconocidas....

Ese NO significó al calvario para los medios de comunicación. Lograr una entrevista o tomar una foto fue toda una hazaña. Pero al final pudo más la perseverancia que las normas. Y, después de una amenaza de paro, las puertas del cuartel real se comenzaron a abrir. Pero fueron pocos los afortunados que llegaron hasta las candidatas. Muchos de los 400 periodistas tuvieron que contentarse con lo que contaban sus colegas. Hubo otro pequeño grupo de privilegiados: los actores y actrices que contrataron los noticieros de televisión para el cubrimiento. Las estrellas lograron traspasar las barreras del formalismo y trabajaron a sus anchas.

En ese tire y afloje comenzó a desarrollarse la programación del concurso. Pero en esta oportunidad no fue el reglamento lo que dio al traste con la presentación de las candidatas. El primer desfile, programado en los jardines del Hotel Hilton, tuvo que suspenderse por culpa de la lluvia cuando las candidatas estaban de punta en blanco y ansiosas por dar sus primeros pasos en la pasarela.

Al día siguiente, de nuevo el invierno trató de interponerse en el camino. Pero pudieron más las ganas de conquistar aplausos que los amenazantes goterones. En un maratónico desfile, las candidatas demostraron, por primera vez en muchos años, que se pueden vestir de coctel sin botar la casa por la ventana. Atrás quedaron los accesorios, los brillantes y las lentejuelas para darle paso a prendas sencillas pero elegantes.