Especiales Semana

Bogotá modelo

En pocos años la capital se convirtió en un ejemplo de desarrollo para otras ciudades de Colombia y la región. ¿Hay realmente un modelo y para dónde se dirige?

30 de noviembre de 2003

Hace más de 10 años usualmente Bogotá era ejemplo en otras ciudades y países, pero de lo que no se debía hacer. La ineficiencia y corrupción de los servicios públicos y sociales, la politización de la administración pública, el caos y desorden eran muchos de los males que ciudades como Medellín,

Cali o Bucaramanga no querían tener. De ser considerada la 'Atenas Suramericana' a comienzos del siglo XX cayó, con el paso de los años en la 'Apenas Suramericana', como lo decían entre broma y crítica turistas y visitantes de otros países.

En los últimos meses Antanas Mockus, alcalde de Bogotá, ha viajado a México, Washington, Nueva York, Miami, Quito, Lima, Bruselas, Milán y Ginebra, entre otras ciudades, como invitado de numerosos foros y seminarios sobre temas urbanos, no para aprender esquemas que puedan ser replicados sino para hablar de Bogotá como modelo de administración, desarrollo y progreso.

Un hecho conocido y tangible es que después de 10 años de administraciones responsables y progresistas la ciudad se convirtió en un ejemplo no en Colombia sino para la región. Gracias al manejo eficiente de los recursos públicos, el incremento en la recaudación de impuestos, la focalización de recursos para transformar las vidas de las personas más pobres y vulnerables, el mejoramiento de la seguridad, de las coberturas de servicios públicos, salud y educación, y de transformaciones profundas en la arquitectura urbana y en la movilidad, como Transmilenio y las ciclorrutas, características de esta nueva forma de construir ciudad.

Esa transformación, que se inició con la administración de Jaime Castro, pero que se desarrolló, mejoró y perfeccionó en la serie Mockus-Peñalosa-Mockus llevó a plantear que la ciudad tenía un modelo de desarrollo propio, que por sus amplios beneficios debería ser defendido a toda costa. Incluso este tema fue uno de los puntos de mayor discusión durante la pasada campaña hacia la Alcaldía de la capital.

Precisamente esas formas de gobernar tienen unas líneas de trabajo claras y constantes que podrían pensar que Bogotá sí tiene un modelo. Eduardo Wills, profesor de la Universidad de los Andes y del Cider, dice que tiene "manejo eficaz de los recursos fiscales y financieros de la ciudad, manejo transparente, creciente participación ciudadana en el control de los recursos y las acciones, gobiernos autónomos e independientes frente al manejo tradicional con el Concejo".

La elección de Luis Eduardo Garzón demostró que Bogotá puede tener un modelo, pero diferentes formas de construir ciudad, dice el ex alcalde y profesor Paul Bromberg.

En últimas, el conocido desarrollo de Bogotá demuestra que hay un sistema que busca beneficiar a la población, especialmente a la más pobre. La más completa y reciente encuesta de hogares realizada por el Dane y Planeación Distrital sobre Bogotá, que acaba de ser revelada, encontró que durante estos años la ciudad ha registrado, al igual que el país, un empobrecimiento y deterioro de las condiciones individuales y familiares de los bogotanos, en especial al empleo y al ingreso, pero a diferencia de los demás, la población logró lidiar la pérdida de estas condiciones con la ayuda distrital a la salud y educación gratis, a los programas de alimentos, al acceso al gas, que permitió un abaratamiento del valor de la energía y de otros elementos que en últimas fueron progresivos para los más pobres.

La encuesta demuestra que los cambios de la ciudad se han facilitado porque cada vez más la ciudad ha crecido por nacidos en Bogotá que por la migración de otras regiones. Mientras que en 1993 por primera vez la ciudad tuvo más nacidos que migrantes, este año esta proporción ya supera el 60 por ciento. Esto, que aumenta sentimientos de pertenencia, explica en parte el éxito de programas como Cultura Ciudadana o del pago del 110 por ciento en impuestos y del mayor respeto por las conductas y las normas ciudadanas.

Modelo futuro

Para Fabio Zambrano, historiador y experto en ciudad, el modelo de desarrollo de la revolución cachaca está concluyendo medio siglo de esfuerzos que comenzaron desde 1955 cuando fue creado el Distrito Especial, pero ahora es el momento de empezar a construir más ciudadanía, cerrar las brechas y mejorar aún más la inversión social.

Esto parte de la política. Bogotá, al igual que las grandes ciudades del mundo, debe ir descentralizando el poder. "Mientras que Mockus ha logrado construir ciudad y ciudadanía, en el que ésta tiene una voz importante, Peñalosa desconoció al pueblo y lo reemplazó por unos importantes funcionarios técnicos que supuestamente lo interpretaban. Ahora Lucho parece le dará gran importancia a la manera como se toman las decisiones colectivas", dijo Bromberg.

El problema, dice Zambrano, es que el país se acostumbró a tenerle miedo al pueblo en el poder, al populismo, a la izquierda, a los ortodoxos, y eso ha hecho que la ciudad se construya, con excepción de Mockus, desde la Alcaldía mayor. Por eso plantea que es el momento de ir transfiriendo derechos de participación y determinación a la gente, que las alcaldías locales y las JAL tomen sus decisiones, sin pensar que porque pueden ser corruptas o ineficientes, se les deba negar el poder político al que tienen derecho, que las personas puedan ejercer sus derechos ciudadanos. El reto que ha tenido la democracia es la de incluir en las decisiones a todos por igual, no sólo en el momento de votar sino en el acto de gobernar.

El otro gran reto para la ciudad es sobre su futuro a mediano plazo. Cálculos muestran que en unos 10 años Bogotá ya habrá consumido todo su territorio y para crecer necesitará de los municipios vecinos. Además para definir su futuro debe hacerlo con la región.

El otro gran reto no sólo está en mantener los logros alcanzados, sino en extender sus beneficios, como la salud, la educación, el acceso a la nutrición, a los servicios públicos y, en especial, al manejo eficiente de los recursos.

Como lo reconoce el alcalde Antanas Mockus, las ciudades son creaciones colectivas. Cada alcalde en los últimos años ha mantenido el esfuerzo de preservar su herencia y añadirle valor, poniendo cada vez un punto muy alto en la vara para el siguiente mandatario.

Ahora el turno es para Lucho, quien además de llegar a la Alcaldía con un importante apoyo electoral y generando amplias expectativas entre simpatizantes y detractores, recibe una ciudad con amplios avances en infraestructura y un impactante proceso de gestión administrativa.

Sin embargo la ciudad continúa con graves problemas económicos y sociales que no dan espera y que ameritan que su gobierno de inmediato entre a solucionar de manera prioritaria. La meta ahora no es sólo la ciudad como infraestructura. La prioridad hoy son sus ciudadanos, el aumento de las oportunidades como el empleo y la focalización de políticas sociales, pues difícilmente podrá destinar más del 67 por ciento del presupuesto que Mockus gastó en inversión social cada año.

Al parecer, el proceso de construcción de ciudad y de un verdadero modelo, con Garzón no se interrumpe, por el contrario, su gestión a futuro debería convertirse en parte de esta transformación que desde hace una década ha convertido a Bogotá en un ejemplo. La hora de la verdad se acerca, en enero estrena Alcalde. Es uno diferente, pero de él también se espera que ofrezca a Bogotá soluciones y resultados que permitan que los capitalinos sigan sintiéndose orgullosos de su ciudad.