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CAMBIO DE GUARDIA

El Congreso Nacional de Cafeteros elige nuevo Gerente de la Federación en medio de una situación no muy clara de la economía cafetera.

27 de diciembre de 1982

Como en los años anteriores, la renuncia del gerente general era uno de los puntos secundarios de la agenda. Como siempre, también, los periódicos anunciaron que el Congreso Nacional de Cafeteros, esta vez el número 41, acordaría peticiones al gobierno en materia de política económica, para proteger los intereses del gremio.
Sin embargo, en esta ocasión todo fue diferente. La renuncia del gerente general, Arturo Gómez Jaramillo, iba en serio. Según lo dio a conocer el presidente Betancur en su discurso ante el propio congreso, la renuncia se había comunicado meses atrás al ex presidente Turbay. Este, a su vez, en las reuniones de empalme informó a Betancur sobre las intenciones de Gómez Jaramillo, llevando al actual jefe del Estado a intentar, por todos los medios, disuadir a Gómez Jaramillo.
Al hacer efectiva su renuncia el martes anterior ante el congreso de la Federación, los asistentes unánimemente pidieron que no le fuera aceptada. Pero sus razones personales pesaron más. El hombre que había regido los destinos cafeteros del país durante un cuarto de siglo dejaba su posición.
LO QUE VIENE
En los primeros años del siglo, un ex presidente, Carlos E. Restrepo, dijo que "Colombia es café o no es". Por esa época, en efecto, el café era el único producto colombiano de exportación y el principal generador de divisas.
Aunque en La actualidad la frase tiene menor significado, sigue siendo una realidad. A pesar de que actualmente Colombia tiene otras fuentes de divisas y ha diversificado sus exportaciones, el café es todavía la fuente de sustento de más del 25 % de la población del país y el principal generador de dólares. El manejo de la política cafetera, en consecuencia, tiene repercusiones sobre todo el sistema económico.
Lo anterior quedó confirmado una vez más en el congreso realizado la semana pasada. Además de haber elegido nuevo gerente general de la Federación, la reunión sirvió para demostrar que la situación que deberá afrontar el gremio no es, en el contexto cafetero interno y externo, la más clara.
En primer lugar, en el mercado interno hay grandes sumas de dinero faltante. El Fondo Nacional del Café recientemente dejó saber que su déficit alcanza este año los $ 20.000 millones.
A su turno, una de las principales peticiones realizadas por los cafeteros en el reciente congreso se refirió a la refinanciación de las deudas, por $ 8.000 millones, que tiene pendiente el sector de los productores.
De otra parte, también como fase de la situación doméstica, aparece la amenaza de la sobreproducción. Esta, que se agrava por el hecho de que se trata de una tendencia en todos los países productores, es de tal magnitud que en la actualidad se calcula en 9 millones de sacos el volúmen de existencias, que se podrían aumentar en 1.5 más al terminar el año cafetero que empezó en septiembre.
Y en la situación externa, de otra parte, los problemas para mantener el pacto de cuotas también están esperando al nuevo gerente. El pasado mes de septiembre se habló de un gran éxito alcanzado por los negociadores colombianos en relación con la definición del pacto. El problema básico allí radica en que Brasil, primer productor en el mundo, desea recuperar la participación que tenía antes de la helada del 75, lo cual tendría que producirse a costas de recortar la tajada de otros, entre los que estaría Colombia. El Brasil, con gigantescas cosechas en buena parte protegidas de nuevas heladas, seguirá buscando en los próximos años aumentos en su cuota de exportación.
Por esta razón, el presidente Betancur, en su discurso ante el congreso, pidió que se "sembrara menos café y más alimentos". Esta, que sería verdaderamente una conducta conveniente para el país, tiene dificultades para ser una alternativa viable en la práctica.
Los bajos márgenes que ofrece la actividad agropecuaria en Colombia, por un lado, y el cuidado paternal con que el Estado ha tratado al sector cafetero, bajos márgenes que ofrece la actividad agropecuaria en Colombia, por un lado, y el cuidado paternal con que el Estado ha tratado al sector cafetero, cada vez con mayores ingresos y menores impuestos, impiden que el consejo del presidente pueda llevarse a cabo.
AUGE Y CAIDA
El sector cafetero tuvo su momento más grandioso en la segunda mitad de la década de los 70, cuando se produjo la llámada "bonanza". Sin embargo, desde el momento mismo de la subida de los precios a niveles nunca antes alcanzados, el gobierno de turno actuó con el cuidado de preparar al país para la "destorcida". Se consideraba un fenómeno esencialmente transitorio, que a la postre se prolongó mucho más de lo esperado. Esto último se debió primero a nuevas miniheladas en el Brasil, que contribuyeron a sostener la cotización del mercado internacional a niveles superiores a los existentes antes de la "bonanza". En segundo término, porque el impacto sobre la balanza de pagos de la baja en las exportaciones apenas vino a sentirse recientemente, pues durante los años 79-81 las reservas internacionales se aumentaron artificialmente, esto es, con créditos externos.
Tan delicada situación corresponde afrontarla al nuevo gerente, Jorge Cárdenas Gutiérrez. Aunque el panorama no es el más alentador, en el mundo cafetero esta circunstancia no es nueva.