Especiales Semana

CARTAGENA

17 de noviembre de 1986


LOS MONUMENTOS EN LA ZONA HISTORICA
Toda ciudad que se respete requiere para su desarrollo armónico de un plan regulador que establezca el uso adecuado de sus vías públicas, la construcción de los edificios, para qué sirven ciertas zonas y el uso que deberá dárseles a otras.
Cartagena no puede ser una excepción. Durante los primeros años de este siglo, la ciudad se caracterizó por la destrucción sin medida de sectores de las murallas, de casas antiguas, de iglesias y palacetes.
El Congreso de la Republica aprobó lo que se denomina "Ley de monumentos nacionales" que en lo que respecta a Cartagena, buscaba una racional conservación del sector histórico y del antiguo. Se legisló en ese sentido con amplia visión patriótica y se le asignó a la Academia de Historia la vigilancia de su cumplimiento. De allí surgió la necesidad de adecuar algunas situaciones a la problemática municipal y de ahí que se aprobaran unas autorizaciones a algún alcalde que terminaron en la expedición del decreto 184 de 1975, que tiene la fuerza legal de acuerdo municipal. El primero de sus vicios fue que no se le elaboró un índice ni se dividió por materias. Las normas se encuentran dispersas y muchas veces contradictorias. Quien dirigió la amplísima comisión fue un arquitecto con experiencia profesional en su actividad, pero seguramente sin ninguna en lo que respecta a la redacción de normas legales. De allí que la ley, cuando de códigos se trata, siempre le asigna esa tarea al Consejo de Estado para efectos de la codificación de las normas y la racionalización de sus temas. En el aspecto simplemente municipal, esa actividad bien pudo desarrollar su vieja escuela de derecho y su tribunal administrativo. Por lo demás, ese plan de desarrollo tiene normas de gran importancia para la conservación de nuestros monumentos, pero su aplicación recortada impide un sano espíritu renovador que permita, en las zonas de importancia histórica, reconstruir lo destruido o construir lo que se encuentre sin uso actual.
Sería de gran importancia que en el futuro se separara dentro de un concepto moderno de urbanismo lo que tiene que ver con el sector historico, aquello que atañe a sitios como el antiguo barrio de Manga, sector éste donde la presión demográfica y la falta de un racional uso del suelo están haciendo desaparecer un estilo de vida que nos viene de la época del republicanismo, que en ese sector de la ciudad dejó obras de importancia.
Cartagena tiene hacia la zona sur buscando la salida a Medellín, un precario espacio. Donde terminan las últimas casas del actual barrio de San Sebastián, antiguo Ternera, se agota el espacio del municipio y comienza el de la vecina población de Turbaco. Dentro del concepto de las zonas metropolitanas, tal situación debera tener una definición clara en la ley sobre todo ahora que se discute la posibilidad de una reforma urbana. En el caso de Cartagena, existen grandes áreas que serían consideradas metropolitanas, pero también hay otras, como la zona de Chambacú, que se están utilizando para algún tipo de deporte recreacional, aunque para adultos, y tal parece que en vista del costo de las tierras en ese sitio y la carencia de ellas junto a la zona histórica, ha hecho que el Inscredial proyecte zonas comerciales y residenciales. Es decir, se requiere un reordenamiento urbano para que en Cartagena, sobre todo ahora que se construye el anillo vial, se busque la posibilidad de un desarrollo hacia el norte de La Boquilla, que facilite no sólo una posibilidad urbanística lejos de los caños y de zonas cenagosas, sino que permita un hábitat mejor para la gente de bajos ingresos.
Quienes iniciaron la gestión de la empresa estatal Edurbe, algo simplistas, se pusieron a afirmar que convertirian a Cartagena en una Venecia tropical. Mirado desde el punto de vista de la necesidad de desarrollar el turismo, esta afirmación sería válida. Pero nunca dijeron -no sabemos si los actuales directivos lo prediquen- que estamos en presencia de una actividad del Estado que busca principalmente sanear los caños de Cartagena, que constituyen uno de los sitios del mundo más contaminados. La falta de aireación de los mismos, que por haberse cegado produjeron la destrucción de la vida en general, y el hecho de recibir detritus de toda índole, situaron en un momento dado a las gentes que vivían en esas zonas en uno de los lugares más insalubres y donde la rata de enfermedades hídricas es muy alta. Producida algo de la dragada de los canales, no sólo las aguas están corriendo ya para beneficio de la vida silvestre, sino que ahora en cualquier sitio de la bahía de Cartagena se encuentran peces. El agua llega de la Ciénaga de la Virgen que está detrás del aeropuerto de donde se construyó el Centro de Convenciones.
Es verdad que se mejorará el aspecto de esos caños y que ya se construyó un puente -el llamado Puente Román que comunica Manqa con el barrio de Getsemaní y el centro-, que se construirán otros, pero como lo expresa gráficamente el gerente de la entidad Roberto de la Vega Visbal estas situaciones son secundarias. Lo primero y más importante es la actividad de saneamiento que en un buen porcentaje resolverá el problema de la contaminación de la bahía.
La bahía de Cartagena recibe contaminación de Alcalis de Colombia y seguramente de otras empresas de Mamonal, así como también por el Canal del Dique que como se sabe. es un brazo del Magdalena y este río transporta en buena parte el producto de las alcantarillas del país.