Especiales Semana

Cerro arriba

Los montañas orientales de Bogotá son ahora el escenario de caminatas que permiten conocer su interesante ecosistema.

12 de febrero de 2006

Habitantes, turistas o curiosos observan a los cerros orientales como algo externo a sus vidas, ajeno a Bogotá, o como una simple referencia para su ubicación desde cualquier punto de la ciudad. Sin embargo, son mucho más que eso. Los cerros abarcan un área de 14.170 hectáreas, el 40 por ciento está bajo la administración de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. En este espacio se realizan diversos recorridos que permiten conocer la riqueza de los bosques y educarse sobre su importancia como reserva natural. La empresa de Acueducto registra, en promedio, entre 1.000 y 1.500 visitas al mes a las zonas que están bajo su control. Además, otras instituciones se dedican a realizar otros recorridos a través de unas 20 rutas que cuentan con todas las medidas de seguridad necesarias. Germán Beltrán, guía de alta montaña, asegura que estas rutas han servido para concientizar a los bogotanos porque "durante el recorrido se les explica las funciones que cumple cada elemento que compone el ecosistema". Un viaje en el que durante el ascenso se va cambiando de vegetación: de la foránea se pasa a la nativa. También se puede tener la experiencia de recorrer caminos de herradura que pertenecen a la época de la Colonia, disfrutar de las moras silvestres y hasta darse un baño en las más de 100 quebradas de agua cristalina que nacen allí. Los precios de los planes varían desde 6.000 hasta 25.000 pesos, según la empresa y la temporada en que se tomen. En diciembre, por ejemplo, el Instituto Distrital de Cultura y Turismo y La Fundación Sal Si Puedes realizarán recorridos gratuitos, con inscripción previa. Uno de los grandes problemas de la zona era la inseguridad. Pero desde que se creó la Ley 300 del 96, la Policía de turismo presta un servicio de acompañamiento a los grupos que se aventuran a conocer los cerros orientales. Las recomendaciones que los visitantes deben tener en cuenta son que siempre vayan en compañía de guías expertos, que no arrojen basuras en los bosques, que no dañen la vegetación ni los animales. Y aunque no hay que tener un estado físico excelente, se debe estar preparado, ya que la mayoría de los caminos son en ascenso. Claro, si se cansa y decide abandonar la actividad, debe saber que todas las rutas desde San Cristóbal, en el sur, hasta Usaquén, en el norte, están interconectadas por múltiples caminos, que le permiten en cualquier punto tomar un atajo que lo llevará de vuelta a la ciudad.