Especiales Semana

Chile de extremos

Recorrer a esta nación de norte a sur es igual que hacer la ruta París-Dakar, atravesarlo, en cambio, es sólo cuestión de horas.

19 de junio de 2000

Enclavado entre el océano Pacífico y una sólida cordillera está Chile, un país de una gran riqueza geográfica y de un desarrollo sostenido que lo convierten en un ejemplo para imitar. Basta citar un ejemplo: hoy los ciudadanos atraviesan a pie y con absoluta libertad el interior del Palacio de La Moneda, desde donde gobierna el presidente, como si fuera una calle más de la hermosa y tranquila Santiago de Chile.

Este caso simboliza el nivel de un país que quiere cicatrizar para siempre las heridas de un pasado que alguna vez fue muy doloroso. “Esta es la casa del pueblo, de todo el pueblo”, ordenó el presidente Ricardo Lagos cuando decidió que su residencia debería tener las puertas de par en par.

Así es Chile. Un país que a primera vista parece que estuviera atrapado entre el océano y las montañas en sus 4.000 kilómetros de longitud. En realidad es lo contrario: un territorio libre, de picos inmensos y con una gama geográfica variada. Por eso el visitante entiende en toda su dimensión la expresión con que sus ciudadanos lo reciben: “Bienvenido al país de los extremos”.

¿Por qué? Allí se pueden encontrar desde paisajes lunares de aridez total hasta tupidos bosques poblados de helechos y cascadas; desde el despoblado más absoluto, como en los campos de hielo sur, hasta ciudades llenas de vida, orden, disciplina y limpieza.

Las posibilidades para el visitante pasan por esquiar en las montañas por las mañanas y luego por la noche disfrutar de deliciosas cenas a orillas del mar, con exquisitos mariscos acompañados de un buen vino chileno. Y no es un título gratuito sino que sus vinos se han ganado una reputación que se refleja en las estadísticas: algunos viñedos solamente pueden dejar el 5 por ciento de su producción para consumo interno porque el 95 por ciento es rapado en los mercados internacionales.

Las posibilidades de gozar en Chile son múltiples. Tanto que el visitante en una sola jornada puede disfrutar de campos cultivados y hermosas playas; volcanes, lagos, bosques y la segunda selva pluvial temperada más grande del planeta, además de fiordos y canales, pampas, glaciares, hielos eternos, todo adobado por la compañía de una gente cordial.

Hoy este país ofrece al viajero la misma emoción de descubrimiento y aventura que vivieron los exploradores y colonos de ayer, pero en un ambiente seguro y cómodo, con hoteles de primera clase y una industria turística de un nivel cada vez más alto. Santiago es una capital emergente, dinámica, con hermosos barrios residenciales, un centro histórico clonado de las viejas urbes europeas, un barrio bohemio y uno de los mejores museos de arte precolombino del continente.

La gente camina con tranquilidad y seguridad. Respirando el aroma de la libertad porque los niños volvieron a jugar en las alamedas.