Especiales Semana

CINCO AÑOS DESPUES

Al cumplir cinco años de muerto Pablo Escobar, SEMANA revela documentos históricos de la vida del capo que habían permanecido inéditos.

28 de diciembre de 1998

Cuando en la tarde del 3 de diciembre de 1993, hace cinco años, la radio empezó a anunciar que Pablo Escobar había sido abatido en el techo de una casa de Medellín un sentimiento que mezclaba alivio y sorpresa se apoderó de la mayoría de los colombianos. Alivio, porque su muerte marcaba el fin de una época de terror que durante nueve años bañó en sangre a Colombia. Sorpresa, porque la leyenda de Escobar había ido creciendo con las persecuciones continuadas hasta el punto de que muchos llegaron a considerar que si no era inmortal, sí por lo menos inatacable. La sangrienta huella de Escobar jamás se borrará de la historia del país. Este hombre, que ordenaba atentados terroristas indiscriminados y que al mismo tiempo construía urbanizaciones y campos de fútbol para los destechados de Medellín, ya es referencia necesaria para la narración de lo que ha sido Colombia en el siglo que está por terminar. Pocas veces en la historia un criminal ha logrado convertirse tan claramente en 'Enemigo público número 1'. Por lo demás, su prolongada persecución ocupó a todas las fuerzas de seguridad nacionales y concentró la atención de los más renombrados cuerpos élites de inteligencia del mundo. Durante mucho tiempo Escobar evadió con su astucia, con su capacidad de corrupción y con el poderío de su ejército personal los más implacables cercos. Por un momento la tecnología del país más avanzado del mundo parecía ser insuficiente para atrapar al sanguinario capo.¿Cómo un ladrón de lápidas de Envigado logró poner en jaque a Estados Unidos? Sin lugar a dudas Escobar era un genio, un genio del mal, pero genio al fin de cuentas. Una personalidad compleja que adoraba la figuración y el peligro. Un hombre capaz de abandonar su anonimato para incursionar en la política, que pretendía ser recordado como mecenas del deporte , que jamás bajó el perfil por intensa que fuera la persecución en su contra. En fin, un personaje inusual, casi histriónico, que pretendió siempre que su nombre se perpetuara sin importar mucho el camino. Y también un ser cruel y despiadado capaz de eliminar a quienes habían sido sus amigos. Si perpetuar su nombre y ejercer sin corazón su terrible poder fueron las metas en la vida de Pablo Escobar, su muerte entrega un epílogo totalmente contrario: por una trastada del corazón se permitió hacer la última llamada telefónica a sus hijos. Esa llamada fue la que hizo posible su localización y muerte. En cuanto a su nombre, no hay duda de que será recordado tristemente, pero paradójicamente sus hijos no llevan ahora su apellido. Se lo cambiaron legalmente para evitar que las venganzas del pasado los alcancen. Hoy viven en Canadá, cuidando celosamente el privilegio de no ser nadie.