Especiales Semana

COLOMBIA EN POCAS PALABRAS

La combinación del paisaje, las andanzas de Bolívar y la arquitectura colonial, conforman parte sustancial de nuestra nacionalidad

15 de agosto de 1983

ANCHA ES CASTILLA
Es el norte de Cundinamarca, en compañía de toda la región de Boyacá, lo que se puede llamar La Castilla colombiana. Tierra de conquistadores, en donde finalmente se fraguó la libertad y la independencia de Colombia. Esta zona constituye uno de los lugares más agradables del país, no sólo por la riqueza histórica y colonial, sino por la majestuosidad de los paisajes.

RINCONES DE CUNDINAMARCA
Si se toma la carretera que va desde Bogotá hacia Tunja, se observa un paisaje lleno de eucaliptus, verde, relajante y melancólico. En cielo, azul claro unas veces, otras plagado de nubes, se alcanzan a divisar cometas que surgen de las montañas que rodean la Sabana de Bogotá.
A unos quince kilómetros de la capital se encuentra el Puente del Común, por donde pasó triunfante el Libertador de regreso a Bogotá. Enfrente, el Castillo de Marroquín, pequeña edificación que recuerda, en algo, los bellísimos castillos del borde del río Loira, en Francia. Más adelante se vislumbra, a pocos metros de allí, la hacienda "Yerbabuena", que perteneció a don José Manuel Marroquín y de cuya huerta, cuenta la leyenda, desapareció misteriosamente su esposa sin jamás volverse a saber de su paradero.
Siguiendo la carretera existe un desvío hacia Tibitó. Si se continúa derecho, se llega directamente a Tunja. Se comienza a subir y bajar por colinas sembradas de papa y trigo. El frío es fuerte. En los alrededores está la famosa laguna de Guatavita, la de la historia del Dorado, y al lado, la laguna de Tominé, donde se practica la pesca y deportes acuáticos, como velero y "wind-surf", y cuyas aguas inundan el antiguo y verdadero pueblo de Guatavita. Más adelante se encuentran Chocontá -el pueblo del satélite colombiano- y Villapinzón, que marca el fin de Cundinamarca por este lado.
Si se toma el desvío de Tibitó varios kilómetros antes, casi sobre la carretera, a la izquierda, hay un moderno parque de diversiones en donde se conjuga la historia con la recreación. Se puede identificar porque hay una mano gigantesca que sostiene al mundo. Esta región es típicamente cundinamarquesa. Muy cerca está la pequeña laguna de Tibitó y a pocos kilómetros de allí se encuentra Zipaquirá. Es un imperativo observar, aquí, las Salinas, que muchos geólogos han calificado como una de las maravillas del mundo. Posteriormente, después de haber caminado kilómetros dentro de una montaña de pura sal, hay que comer papas saladas, con sal natural, sacada de la piedra de las Salinas.
Al seguir hacia Ubaté la Sabana de Bogotá comienza a verse en todo su esplendor. Son varios valles de tierra cultivada y ganadería. Haciendas a uno y otro lado. En la región está la laguna del Neusa, conocida por la pesca de trucha.
A 30 kilómetros de Ubaté se llega a la laguna de Fúquene, que es más bien un gran lago natural. No se alcanza a ver la otra orilla de la laguna, lo cual dice de su inmensidad. Gente pescando y uno que otro velero que sale de la playa hacia la isla de la mitad, llamada del "Jetón Ferro".
Este es, tal vez, el paraje más bucólico de la Sabana de Bogotá. En los alrededores -15 kilómetros- hay campesinos de pura cepa, gente cargando leña, pañolones negros y multicolores, burros y caras de fotografía por todas partes.

LA GRANDEZA DE BOYACA
Dos pueblos faltan para llegar a Boyacá por este lado: Susa, que tiene una plaza desconocida, pero que guarda una auténtica armonía colonial y que podría llamarse el pueblo de las tejas de barro; y Simijaca, también bastante colonial.
Son varios los lugares que hay que conocer en Boyacá. A ellos se puede llegar bien por el lado de Villapinzón o bien por Simijaca. Si se continúa por la carretera principal, la de Villapinzón Tunja, se llega primero a Ventaquemada, donde se come el mejor chivo de Colombia, y después, a unas tres horas y media de Bogotá, se está en la capital del departamento de Boyacá. Tunja es un pueblo grande. Es valioso por la plaza central. Fue declarada "ciudad muy noble" en 1541 y de allí que la plaza principal sea sitio de cuna colonial.
Siguiendo hacia el norte de Tunja se puede ir a Duitama y Sogamoso, en donde se encuentra el Tempo del Sol. Hacia el occidente de Tunja, tomando la carretera a Simijaca, se llega a la bellísima población de Villa de Leiva. Durante la época de la colonia era el lugar preferido de prelados, virreyes y oidores. En la pequeña ciudad, cuidadosamente mantenida, se destacan, aparte de sus calles de piedra, las paredes blancas y los tejados de barro.

EL DEDO DE CASTILLA
Puede decirse que el departamento de Santander viene a completar este centro colonial y cultural del país. Las características son parecidas al norte de Cundinamarca y la región de Boyacá. El primer indicio de independencia se dio en lugares santandereanos y, al igual que las dos zonas anteriormente citadas, existen pueblos de profundo aspecto cultural y colonial que recuerdan el ancestro español.