Especiales Semana

Colombia para creer

El trabajo continuo de miles de personas para construir una mejor sociedad les ha dado a los colombianos un nuevo aire de optimismo.

14 de marzo de 2004

Un fantasma recorre la mayoría de rincones de Colombia. De ser una sombra oscura que amenazaba con acabarlo todo se ha transformado en una energía que está llenando lentamente de optimismo todos los sectores del país.

Tras vivir, a finales de los 90 y comienzos del nuevo siglo, una de las peores crisis políticas, económicas y de seguridad de la historia contemporánea, Colombia parece estar en camino de dejar atrás estos malos tiempos. Esto se evidencia no sólo en los indicadores, sino en el creciente optimismo, como el que se vivió en las pasadas vacaciones y que llevó a más de 18 millones de personas a recorrer las carreteras del país en busca de un buen sitio de descanso.

Se podría decir que este optimismo no se veía desde hace 10 años.

Por lo menos así se ve en varias encuestas. Una de ellas, realizada en este período por Invamer Gallup, muestra que a la pregunta de si creen que las cosas en Colombia están mejorando, el 53 por ciento de los encuestados respondió afirmativamente, la cifra más alta de la década.

Según datos de esta empresa, a finales del gobierno de César Gaviria y comienzos de la administración de Ernesto Samper (1994), la confianza en el país estuvo sobre el 38 por ciento. Esta cifra descendió al 9 por ciento con la crisis política generada por el proceso 8.000 y por el comienzo de la recesión, y creció de nuevo en julio y agosto de 1998 con la elección y llegada de Andrés Pastrana al Palacio de Nariño.

Meses después, la confianza de los colombianos volvió a caer y se mantuvo muy baja hasta el final de la administración Pastrana y la elección de Álvaro Uribe, cuando se evidenció otro fuerte crecimiento. A pesar de ciertos altibajos, en diciembre pasado el porcentaje de personas que piensan que las cosas en el país están mejorando superó por primera vez el 50 por ciento de los encuestados.

Por su parte, la sensación de que Colombia está empeorando lógicamente ha bajado. En este momento, según las encuestas de Invamer Gallup (ver gráfico), 27 por ciento de las personas creen que las cosas no van por buen camino. De todas formas, es la cifra más baja de los últimos 10 años.

Para Jorge Londoño, director de Invamer Gallup, la popularidad del presidente Uribe, cercana al 80 por ciento, se explica en buena medida por estas y otras cifras que revelan que los colombianos se sienten más seguros, que tienen mayor confianza en la economía y en el futuro del país.

Como lo advierte Londoño, el factor de seguridad ha sido fundamental para el regreso de la esperanza. Según cifras del Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la República, entre enero y octubre del año pasado se presentaron 19.102 homicidios, 5.506 menos que en el mismo período de 2002. Los secuestros en ese mismo lapso fueron 1.856 frente a 2.545 vistos en 2002, y las personas masacradas pasaron de 624 en 2002 a 373 en 2003.

Además de estos indicadores, de por sí importantes, los homicidios de alcaldes se redujeron en 30 por ciento, los de concejales, en 14 por ciento; los de maestros, en 58 por ciento; los de sindicalistas, en 61 por ciento; las voladuras de torres de energía en 31 por ciento; las de comunicaciones, en 65 por ciento y las de oleoductos, en 50 por ciento.

Esto, que en el fondo implica menos violencia para los colombianos, es un factor importante de bienestar. Según el estudio Colombiano de Valores (ECV), liderado por el Centro de Estudios Culturales, Confecámaras, el Alto Comisionado para la Paz, Idema, Dansocial, el Consejo Nacional de Planeación y el Centro Mundial para la Resolución de Conflictos, para la mayoría de los 1.215 encuestados la cosa más prioritaria para el país en los próximos 10 años era asegurar el logro de la paz (28,5 por ciento), mientras que el 26,8 por ciento respondió que era darle mayor oportunidad a la gente de participar en decisiones gubernamentales importantes.

A otra pregunta sobre las cuatro cosas que consideraban importantes, el 40 por ciento coincidió en que era mantener el orden de la Nación, seguido por darle mayor oportunidad a la ciudadanía de participar en las decisiones gubernamentales (26,6 por ciento), combatir el alza de precios (20,8 por ciento) y proteger la libertad de expresión (12,3 por ciento).

A pesar de la relevancia que los colombianos le dan a mantener el orden y recuperar la paz, sólo el ECV encontró que el 59,1 por ciento contestó que estaría dispuesto a pelear por su país, el 24,2 por ciento no y el 16,7 por ciento no sabe o no responde.

Al ver el otro factor importante que ha mejorado la situación del país, la economía, también hay resultados alentadores. Con la llegada de Uribe los empresarios y los inversionistas han decidido de nuevo poner capitales en el país, motivados igualmente por las bajas tasas de interes en Estados Unidos. Para la mayoría de expertos, 2003 cerró con un ambiente de optimismo generalizado ya que casi todas las actividades de la economía se recuperaron.

La reactivación de la actividad constructora y de las bolsas de valores, entre otros, demuestra que los activos están recuperando el valor perdido durante la crisis, lo que a su vez crea un efecto de riqueza real y un efecto de mejoría en la gente.

El Producto Interno Bruto (PIB) cerró el año pasado con una cifra muy superior a la esperada. A principios de 2003 la mayoría de expertos pronosticaba 2 por ciento, y éste terminó en 3,6 por ciento. Para este año se espera que el crecimiento supere de nuevo el 3 por ciento. Las exportaciones, a pesar de la caída de Venezuela como mercado colombiano debido a la crisis que afronta esa nación, crecieron. Estas y muchas otras cifras, en últimas, significan mayores posibilidades de trabajo, de ingresos y de desarrollo para todos.

Valor por encontrar

El optimismo que vive el país ha permitido sacar a la luz pública el trabajo que miles de personas y comunidades han hecho para construir un mejor país. Durante la crisis, los colombianos buscaron sus valores y sacaron a flote sus fortalezas para seguir construyendo en un territorio a punto de desmoronarse. Ahora, en medio del optimismo, es necesario rescatar estas iniciativas para comprender el valioso trabajo para edificar un mejor futuro para todos.

El escritor y ensayista William Ospina dice que la euforia de optimismo tiene mucho que ver con un acto de fe. "Creo que sólo hay dos maneras de reaccionar ante la realidad: deprimiéndose frente a ella o exaltándose y tratando de llenarse de energía, y a veces, como en Colombia, la depresión asume formas de entusiasmo. Es necesario que el país se embarque en un verdadero proyecto de construcción nación y deje de pensar en salvadores y redentores.

"Creo que la sociedad colombiana sólo puede cambiar si se compromete colectivamente y los líderes son capaces de encarar las grandes transformaciones históricas que el país necesita, como la productividad de la tierra, la integración de más personas al sistema económico y la construcción de otros paradigmas de construcción social", dice Ospina.

Precisamente el Estudio Colombiano de Valores encuentra datos reveladores, como que los habitantes de este país se sienten muy felices y muy orgullosos de ser colombianos, pero que a la vez están poco satisfechos con la democracia que tienen, con la forma como se maneja el poder, con sus ingresos y la forma como está repartida la riqueza, entre otros.

Las historias que siguen a continuación son sólo una pequeña muestra de la entrega y el valor de miles de personas, comunidades y organizaciones que están trabajando para construir la sociedad y la paz que tanto necesitan los colombianos y que muchos ya tienen.