Especiales Semana

Colombia Pictures

En pocos años el país pasó de tener una pobrísima producción fílmica a ser considerado en la actualidad como el nuevo niño prodigio del cine latinoamericano. Una mirada, a varias voces, de cómo se logró ese cambio y qué le espera al cine nacional.

Ricardo Silva Romero*
21 de junio de 2009

Una película buena es un milagro. Demasiadas cosas pueden salir mal por el camino que va de la idea al lanzamiento: que el guión no resulte tan bueno como se creía en un principio, que el actor principal recite sus líneas igual que un niño que se ha aprendido la lección o que el montaje vuelva incomprensibles las secuencias que tendrían que haber avanzado sin problemas. Una película buena es la excepción a la regla. Pero en Colombia, no obstante los infinitos riesgos que se corren (desde perderlo todo hasta volverse loco), nunca antes se habían escrito, realizado y lanzado tantas obras cinematográficas. Es asombroso. Podría pensarse, como cuando se entra a un centro comercial repleto de compradores, que el cuentico de la crisis no es más que una estrategia publicitaria. De verdad es increíble.

Pero es así. El año pasado se estrenaron 13 ficciones en las salas del país. Fueron a verlas 2.217.753 espectadores, una cifra nada despreciable. Y como hoy la gran mayoría de producciones colombianas son decorosas desde el punto de vista técnico, como se trata de trabajos mucho más profesionales que los que se hicieron en las dos décadas pasadas, los medios de comunicación por fin las recibieron sin palmaditas en la espalda. Aplaudieron las logradas (Paraíso Travel, Perro come perro y PVC-1), reconocieron el coraje de las más críticas (Yo soy otro, Los actores del conflicto y La milagrosa) y fueron implacables con las que en vano trataron de complacer los deseos primarios del público (Entre sábanas, Ni te cases ni te embarques y Polvo de ángel). Así ocurrió. Como si hubiera algo parecido a una industria del cine colombiano.

¿Qué puede estar pasando? ¿Por qué las películas "hechas en Colombia" son hoy día una buena inversión? ¿Quiénes están invirtiendo en nuestros largometrajes? ¿Podrá hablarse dentro de poco de una industria del cine colombiano? Para responder estas preguntas, es bueno escuchar a las personas que están medidas de cuerpo y alma en la película del cine colombiano.

1 ¿Por qué las películas colombianas son hoy en día una buena inversión?

David Melo, director de Cinematografía del Ministerio de Cultura: en cualquier país del mundo la inversión en el cine es de riesgo. Tres factores contribuyen a reducirlo en el caso colombiano: primero, la conexión con el público que han tenido muchas de nuestras películas recientes. Segundo, el esquema de apoyos públicos, derivados de la Ley de Cine, que otorga subsidios directos a través del Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y un importante estímulo fiscal a los contribuyentes del impuesto de renta en Colombia; y tercero, la participación de los canales de televisión tanto en la financiación de las películas como en la promoción para su lanzamiento en las salas de cine.

Jaime Manrique, director de Laboratorios Black Velvet: el tema de la inversión debe mirarse desde tres ángulos: el financiero, el de mercadeo y el de responsabilidad social. En el financiero, existe una ley que ofrece interesantes oportunidades de recuperación y deducciones a los inversionistas. En el de mercadeo, resulta muy bueno asociar la marca de una empresa a una buena película con potencial en festivales internacionales. Y en el de la responsabilidad social, es justo que las empresas contribuyan a la construcción de esas miradas que marcarán la historia cultural del país.

 Ana Piñeres, productora ejecutiva de CMO producciones: decir que el cine colombiano es una buena inversión es una falacia porque aún no podemos hablar de una industria que marche a un paso parejo. Diría más bien que invertir en algunas películas es una buena inversión porque, aparte de convertirse en socio de una empresa cultural que puede traer múltiples dividendos dependiendo de la casa productora, las ventas internacionales y la proyección internacional de la película, se tiene de entrada el beneficio tributario. Sin embargo, es hora de que las grandes empresas enfoquen parte de sus dineros destinados a sus programas de responsabilidad social en promover la formación de nuevos públicos, el apoyo de nuevos creadores y la conservación del patrimonio fílmico nacional.

Cristina Gallego, productora de Los viajes del viento: los largometrajes colombianos de entrada, gracias a la ley, tienen una reducción tributaria del 42 por ciento de lo invertido. O sea que lo que realmente está en riesgo es "sólo" un 58 por ciento. Sin embargo, nada de esto importa si la película no alcanza un mínimo de calidad. No me refiero sólo a lo técnico: el cine colombiano ha dejado atrás ese problema. Pienso en la dramaturgia, la dirección de actores y el montaje: hay que demostrarle respeto al espectador presentándole trabajos de calidad.

Harold Trompetero, director de Riverside: la ley es un gran incentivo para la producción cinematográfica, es cierto, pero el cine sólo es rentable, en cualquier lugar del mundo, en la medida en que se parta de presupuestos sensatos que no superen lo que se puede recuperar en la taquilla. Pienso que, ya que ponemos los pies en la tierra cada vez más, debemos regresar a presupuestos de máximo 1.000 millones de pesos.

Rodrigo Guerrero, productor general de Dynamo Capital: los bajos costos y la gran experiencia de los equipos en Colombia permiten lograr resultados con altos niveles de producción a precios competitivos. El reciente posicionamiento del cine colombiano en el mercado internacional está abriendo puertas de nuevos compradores de tal manera que la recuperación se da no sólo con ventas en Colombia, sino también en el extranjero.

Jaime Manrique, director de Laboratorios Black Velvet: el cine colombiano es un buen negocio si el inversionista se asesora bien, si no se llena de falsas expectativas, si se entiende que las buenas películas son películas de nicho, si se tiene claro que las historias memorables se alejan de las fórmulas, si se trata al público con respeto y se sabe de antemano que es falso todo plan de recuperación que ponga como ejemplos a Rosario Tijeras o a Soñar no cuesta nada.

Andi Baiz, director de Satanás: el hecho de que el cine sea un negocio de alto riesgo lo hace atractivo y seductor. Si un inversionista 'le pega al perro', le puede ir demasiado bien. Yo invertiría en cine colombiano porque amo este oficio, porque me parece atractivo y porque creo ciegamente en el talento joven que está surgiendo en la cinematografía del país. Pero invertiría en proyectos que me encanten, no en proyectos que me parezcan solamente comerciales, y que tengan un equipo de producción sólido y con experiencia para llevarlo a cabo.

2 ¿Quiénes están invirtiendo en las películas colombianas?

Rodrigo Guerrero,productor general de Dynamo Capital: son empresarios sofisticados que, además de estar pensando en el retorno de su dinero, también están invirtiendo en cultura. La experiencia que hemos tenido con ellos ha sido muy positiva. Además de ser una fuente de financiación para nuestras películas (Satanás, Nochebuena, Perro come perro), han mostrado un apoyo incondicional a esta nueva industria que ha venido creciendo en los últimos años.

Cristina Gallego productora de Los viajes del viento: el presupuesto de Los viajes del viento era grande, pero, para garantizar la libertad del director, preferimos contar con sólo cuatro inversionistas. Conseguirlos nos tomó tres años. Mandamos propuestas a todas las empresas colombianas que podrían tener algún interés en nuestra película, empresas grandes que tienen áreas de responsabilidad social, pero no se animaron a participar. Porque, no obstante el beneficio tributario tan grande que da la ley, aún no es usual meter dinero en películas. 

Ana Piñeres, productora ejecutiva de CMO producciones: Para nuestras películas (Soñar no cuesta nada, Esto huele mal) hemos contado con socios excepcionales que creen en el cine que realizamos. Los resultados en Colombia, las ventas internacionales y los éxitos en festivales han llevado a que recuperen su inversión. Y a que reciban, en varios casos, utilidades. Nuestro cine se ha hecho con el apoyo del Fondo de Desarrollo e Ibermedia. Y gracias a inversionistas privados, ejecutivos de bolsa y empresas de la televisión que han apostado por lo que hacemos.

Andi Baiz, director de Satanás: uno desearía que los inversionistas que confiaron en el proyecto vieran un retorno más alto y más rápido. Pero en el negocio del entretenimiento son los distribuidores, los exhibidores, los canales de televisión y los agentes de ventas los que se quedan con la mayor tajada sin hacer grandes sacrificios. Los productores y los inversionistas, que son los que ponen el tiempo, el trabajo y el esfuerzo, están en desventaja.

3 ¿Podrá hablarse dentro de poco de una industria del cine colombiano?  

Jaime Manrique, director de Laboratorios Black Velvet: 2011 va a ser la cresta de la ola. Entonces, si no se juega más al realismo y menos al sueño, vendrá la bofetada. La efervescencia actual debe controlarse porque no todo está tan bien como parece y va a estar muy mal si no se cuida lo que hasta ahora se ha conseguido. Lo importante es, para no sonar más pesimista de la cuenta, que lo que viene puede estar mucho mejor si manejamos la situación con inteligencia y sin falsas expectativas.

Ana Piñeres, productora ejecutiva de CMO producciones: desde el gremio de los productores, estamos trabajando por la consolidación de diversos aspectos de la Ley de Cine que le dan sostenibilidad a la industria. Estamos creando estrategias de mercado, estudiando el fenómeno de la industria en países como México y España, buscando formas de hacer rentable el negocio. Creemos que se deben buscar coproducciones donde se unan dineros, cinematografías y experiencias profesionales. Creemos que el intercambio con profesionales de otros países es fundamental.

Harold Trompetero, director de Riverside: pienso que el futuro del negocio está, primero en hacer películas de bajo presupuesto, y dos, películas que tengan muchísimo apoyo de fondos internacionales. El público cada vez es más exigente y ya no existe la triste novedad de la "película colombiana de este año". Ahora estamos compitiendo contra todas las películas del mundo y lograr un éxito de taquilla es complicado. Recuperar en mercados internacionales es un sueño difícil de hacer realidad. Pienso que hay que producir a bajo precio y que se debe aspirar a recuperar en el país.

Cristina Gallego, productora de Los viajes del viento: se habla mucho de la conformación de una "industria del cine colombiano". Personalmente, no creo que ese sea el camino que debamos seguir. La industria del cine sólo existe en Hollywood y en Bollywood. Y estamos a años luz de algo como eso. Debemos apuntarle más bien a que haya una cinematografía colombiana y no películas aisladas como hasta ahora ha sucedido. Pero sé que ello no depende sólo de que haya buenos o malos realizadores, sino de muchas cosas más: de la buena educación del público, de la buena formación de los cineastas, de la calidad de nuestros festivales de cine, de la aparición de agentes de ventas de nuestras películas, de la ampliación de la exhibición, de la distribución mundial de lo que filmemos, del intercambio con profesionales de otros países y del fin de esas producciones de consumo interno que podemos llamar "telenovelas para el cine".

David Melo, director de cinematografía del Ministerio de Cultura: el desarrollo de la industria está asociado con una diversidad de factores que van desde la calificación de los diferentes participantes (creativos, técnicos, empresarios) hasta la consolidación de un mercado que garantice la sostenibilidad de las inversiones de los actores de la cadena de producción y comercialización (productores, distribuidores, exhibidores, canales de televisión). La sostenibilidad financiera se ha buscado en el desempeño de las películas en las salas de cine nacionales, pero, como no parece que los teatros del país tengan la capacidad de recibir un crecimiento muy alto del número de películas que se producen cada año en Colombia, el futuro de nuestro cine dependerá de otras "ventanas" de comercialización: mercados internacionales, televisiones, Internet.

Andrés Calderón, productor ejecutivo de Dynamo: el cine colombiano tiene un público que lo apoya. Las películas que se han producido en los últimos años han participado en festivales tan importantes como Cannes, Berlín y San Sebastián. Es el momento de consolidar el proceso y aprovechar las oportunidades que se presentan. Hay retos en el horizonte: la crisis económica mundial, la leve caída en la asistencia al cine nacional (el público, por supuesto, se ha vuelto más exigente) y la consolidación pendiente de una generación de nuevos directores que van camino hacia sus segundas películas. Creo, sin embargo, que estamos preparados para lo que viene.

Andi Baiz, director de Satanás: yo soy optimista. Y pienso que lo más importante del cine nacional está por venir. Hay buenos proyectos en desarrollo, nuevos realizadores con propuestas frescas y muchas más personas capacitadas que han comenzado a profesionalizar la industria. Sé que nos falta mucho. Pero estoy seguro de que si las cosas van como van, si todos trabajamos tan duro como ahora, y si Proimágenes en Movimiento y el Ministerio de Cultura siguen jugando el papel clave que han jugado en el resurgimiento del cine nacional, estaremos a salvo en el futuro.
 
* Escritor y crítico de cine de SEMANA