Especiales Semana

Cómo cambian los tiempos

En este planeta todo está destinado a mutar y evolucionar, los ecosistemas, el urbanismo, las grandes tradiciones culturales… Lo mismo ocurre con los detalles efímeros que marcan la vida cotidiana.

Eduardo Arias*
20 de abril de 2013

Basta con examinar el lenguaje que se utiliza hoy para darse cuenta de los cambios tan brutales que han acaecido. Como, por ejemplo, decirle ‘transporte’ o ‘ruta’ al bus; ‘móvil’ al taxi; ‘personal’ a la gente; el uso generalizado del verbo ‘cancelar’ en vez de pagar; de ‘colaborar’ en vez de ayudar. 

Y así… Y si lo anterior no fuera poco, estos son tiempos políticamente correctos. Es decir, que a los ciegos se les debe decir ‘personas en discapacidad visual’ y a los sordos, ‘en discapacidad auditiva’, así las instituciones que los cobijen se llamen Instituto Nacional para Ciegos e Instituto Nacional para Sordos.

Otro hábito que desapareció es el ritual de escribir cartas a un amigo o al ser amado. Al escribirla había que pensar cada frase para tachar lo mínimo, muchas veces pasarla a limpio, conseguir el sobre, ir a la droguería y comprar la estampilla, pegarla, echar la carta en el buzón y esperar la respuesta para ni idea cuándo… 

Y la televisión… El mando a distancia acabó con los televidentes cautivos. Al menor síntoma de aburrimiento, el televidente cambia de canal y es poco probable que regrese. Y ni hablar del alquiler de películas de Betamax, VHS o DVD. ¿Alguien recuerda qué era eso?

La cultura desechable acabó con ciertas prácticas, como dejar finca en las tiendas por los envases de gaseosa o usar pañales de tela. Antes los electrodomésticos que presentaban fallas se mandaban a arreglar. Ahora sale más barato comprar uno nuevo. Divierte recordar que en los años sesenta y setenta, cuando se compraba un radio, una licuadora o un equipo de sonido, era muy importante corroborar que fuera Made in USA, Made in England o Made in Germany. 

A cualquier aparato Made in Japan se le miraba por encima del hombro. Hoy en día todo se ha estandarizado tanto que da lo mismo que sea Made in China o Made in Philippines, y es un verdadero milagro (y tesoro) encontrar un amplificador Made in Japan.

Pero, sin duda, el mayor cambio en décadas (y quizás en siglos) ha sido la masificación y a la vez sofisticación de los teléfonos celulares. Y para qué decirse mentiras, mientras más inteligente es el teléfono celular, más idiotizado su propietario, que anda a toda hora pendiente de correos, mensajes de texto, chats, actualizaciones de aplicaciones; en las calles, en los buses, en los restaurantes...

Pero hasta el más ‘flecha’ de los celulares ha cambiado los hábitos de comportamiento. En 1980 a nadie se le hubiera ocurrido que una persona se quedara horas embelesada ante un teléfono de pasta negra esperando a que sonara. O que en un almuerzo de trabajo todo el mundo llevara a la mesa teléfonos inalámbricos o walkie talkies de celador “por si acaso me necesitan”. Antes bastaba tener una moneda de a peso en el bolsillo por si se presentaba una urgencia y se llamaba desde un teléfono público. Ah, y ya casi nadie grita cuando recibe una llamada de larga distancia.

Y ver gente hablando sola por la calle… ¿eso cuándo se veía? Era cosa de locos. ¿Qué pensaría algún viajero en el tiempo proveniente de 1975 si viera a la mitad de los transeúntes hablándole al viento? ¿Quién le explicaría que no son locos de atar alienados por el mundo contemporáneo sino usuarios de celular atados a un manos libres? (En la práctica, ¿no viene siendo como lo mismo?). 

*Periodista.