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Los colombianos le han perdido el miedo a endeudarse y los bancos hoy están más dispuestos a prestar. Aunque los intereses no han bajado en el último año, hay más facilidades para obtener créditos de consumo.

3 de noviembre de 2003

La regla que adoptaron muchos colombianos a finales de los 90 fue no endeudarse. Y la de algunos bancos fue no prestarle sino a quien demostrara que no necesitaba el crédito. Mientras los consumidores querían evitar que se repitiera la conocida historia de quedarse sin empleo y con la tarjeta de crédito al tope, los

bancos preferían no arriesgarse demasiado impulsando el crédito de consumo.

El temor a prestar y pedir prestado comenzó a desvanecerse desde comienzos de 2002 y este año la tendencia de crecimiento de los créditos de consumo se ha acelerado. A agosto de 2003 este tipo de cartera, que incluye tarjetas de crédito, cupos de crédito personal y préstamos de libre destinación, venía creciendo a una tasa superior a 20 por ciento (ver gráfica) Durante los primeros ocho meses de este año los bancos desembolsaron créditos de consumo por un valor superior en 26 por ciento a los desembolsos realizados en el mismo período de 2002.

La gente hoy se siente más tranquila a la hora de utilizar la tarjeta de crédito o de pedir un préstamo para comprar carro, muebles o electrodomésticos o para pagar la matrícula de la universidad. Aunque la época de recortes de personal no ha terminado en algunas empresas, especialmente públicas, los empleados tienen actualmente mayor seguridad de conservar su trabajo. Y mientras el sueldo esté relativamente asegurado y alcance para pagar las cuotas sin provocar asfixias financieras, es atractiva la posibilidad de 'meterse' en un crédito para comprar, por ejemplo, un computador o hacer un viaje.

Las entidades financieras, de otro lado, comenzaron a ver con mejores ojos un negocio que, aunque complicado, es rentable. De un tiempo para acá es usual encontrarse con propagandas que anuncian créditos "rápidos, fáciles y amigables" o tarjetas que ofrecen descuentos al pagar en determinados almacenes o restaurantes. Los bancos comenzaron también a enviar cartas a sus clientes cumplidos, anunciándoles cupos de crédito previamente aprobados o extendiéndoles el límite en la tarjeta de crédito. Aunque poco dicen de la tasa de interés -por lo general la de consumo es la más alta del mercado- ofrecen facilidades y ventajas que no existían en el pasado.

Hoy fio, mañana tambien

Las más creativas a la hora de idearse este tipo de ventajas son las franquicias de tarjetas de crédito (ver siguiente artículo). La competencia entre Visa, Mastercard, Diners y American Express y otras formas de pago ha hecho que estas marcas lancen planes agresivos para aumentar el número de plásticos y el volumen de compras con tarjeta de crédito. Y, a juzgar por las cifras, las estrategias les han dado resultado. La facturación con tarjeta de crédito, a septiembre de este año, creció 22 por ciento con relación al año pasado y el número de tarjetas se incrementó en 9,5 por ciento. Esto indica que los colombianos están pasando más la tarjeta de crédito al comprar, aunque, dicen los gerentes de mercadeo de esta industria, difieren sus compras a menos cuotas.

Otras formas de crédito de consumo, como los préstamos personales, también han tenido un buen desempeño. En estas líneas de crédito los ejecutivos de los bancos coinciden en que el nombre del juego es la segmentación. Diseñar productos a la medida de las necesidades de un determinado grupo de clientes con características y riesgos similares les permite colocar los créditos más fácilmente. No es lo mismo ofrecerle un crédito a un pensionado para hacer un viaje que financiar la compra de su primer carro a un joven recién egresado de la universidad.

El Banco Popular, que según cifras de la Superintendencia Bancaria es el que tiene la cartera de consumo más alta, ha enfocado sus esfuerzos en empleados y pensionados de estratos medios (ver gráfica). Su producto estrella es el Prestayá, un crédito que utiliza el sistema de libranzas. Esto significa que la empresa en la que trabaja el deudor deduce directamente de la nómina el valor de la cuota mensual. Para eso el Banco Popular ha firmado convenios con 5.700 empresas, muchas de ellas del sector oficial, lo que le ha permitido llegar con este producto a cerca de 285.000 empleados y pensionados.

Quienes ganen de dos salarios mínimos en adelante pueden acceder a este préstamo, hasta por 28 millones de pesos, y con plazos que van de 12 a 60 meses. El monto promedio de créditos es de cinco millones de pesos y la tasa de interés vigente es de 29 por ciento efectivo anual, es decir, casi un punto por debajo de la tasa máxima permitida por la Superintendencia Bancaria. Su principal atractivo es la facilidad con que un empleado puede acceder a él. Basta con que demuestre alguna antigüedad en la empresa y, si el monto del crédito es menor a cinco millones, no requiere codeudor.

Otras entidades, como Megabanco o Banco Caja Social, también se especializan en préstamos personales de montos pequeños -entre tres y cuatro millones de pesos- para estratos 2 y 3. Aquí de nuevo es la facilidad para obtener crédito la mayor ventaja. Estos bancos buscan hacer más eficiente el proceso de evaluación y otorgamiento y esto permite, como dice Gabriel Uribe, vicepresidente comercial de Megabanco, "que el cliente reciba una respuesta más rápido y que el proceso para el banco sea más barato".

Bancolombia, de otra parte, es la segunda entidad en crédito de consumo. Tiene colocados cerca de un billón de pesos y ha registrado un crecimiento en créditos personales de 28 por ciento según María Cristina Calderón, directora de la unidad de productos. Líneas como Audiopréstamo, en la que los clientes pueden solicitar el desembolso del crédito de forma automática por Internet o por teléfono. El plazo máximo es de 36 meses y la tasa de interés registrada en septiembre fue de 26,7 por ciento efectivo anual. El Banco Ganadero lanzó este año el Creditón, una línea que ofrece mayores plazos y una tasa de interés más baja que la de otras entidades.

La tasa de interés es justamente uno de los factores críticos a la hora de pedir crédito pero, según coinciden los banqueros consultados por SEMANA, no es una variable decisiva para el común de la gente. A los clientes les importa más el plazo, de tal forma que les quede una cuota mensual razonable según su capacidad de pago. De hecho, las tasas de interés para crédito de consumo han bajado muy poco en los últimos meses y varían entre 26 y 29 por ciento efectivo anual.



Clientes reconocidos

Un caso interesante es el de Citibank, un banco enfocado en personas de ingresos más altos, que cobra menores tasas de interés a los deudores más cumplidos. Un cliente de riesgo bajo puede obtener una tasa del 23,8 por ciento y uno de riesgo alto un interés del 26,9 por ciento efectivo anual. Esa diferenciación es uno de los objetivos que persigue una adecuada evaluación de la capacidad de pago y el cumplimiento de una persona. Hacia allá están comenzando a moverse los bancos a fin de conocer a fondo el perfil de los deudores y poder determinar su nivel de riesgo.

Patrick Tissot, vicepresidente de riesgo del Banco Caja Social, señala cómo, por ejemplo, una mujer cabeza de familia e independiente puede llegar a tener un excelente perfil de riesgo. Otro ejemplo es el de un profesional que busca crédito para comprar su carro. Difícilmente dejará de pagar, pues no está dispuesto a perder el que considera uno de sus bienes más preciados.

De la calidad de la evaluación del riesgo depende precisamente la calidad de la cartera. Y de que los clientes paguen cumplidamente sus créditos depende, a su vez, la rentabilidad de los bancos en las líneas de crédito de consumo. Mientras en enero de 2000 el porcentaje de créditos de consumo que no habían sido pagados a tiempo era de 16,4 por ciento, en agosto de 2003 este indicador era de 5,8 por ciento (ver gráfica). El hecho de tener que hacer menos provisiones les representa mayores utilidades a los bancos, que además deben esforzarse por reducir los costos operativos de administrar este tipo de créditos. La carga administrativa de enviar extractos, aplicar pagos, tener departamentos de servicio al cliente y cobrar hace que el de consumo tenga niveles de gasto más altos que otras líneas de crédito. Sin embargo no hay duda de que las altas tasas de interés que cobran les dejan buenos rendimientos a las entidades financieras.

El mejor desempeño de los créditos de consumo refleja confianza en el panorama económico y, al mismo tiempo, ayuda a consolidar la reactivación. Los primeros en ver los beneficios son los comerciantes, que necesitan que el sector financiero les dé crédito a sus clientes para vender más. Al mirar los resultados del comercio por sectores se encuentra que el de mejor desempeño es el de vehículos y repuestos y, según Rafael España, de Fenalco, "es probable que el crédito de consumo haya fluido hacia esa actividad". El sector de muebles y equipos para oficina, dentro del cual está la venta de computadores, ha crecido este año 17 por ciento, un resultado en el que influyen las mayores facilidades de crédito. Las tarjetas que han lanzado algunos supermercados o los planes para apartar y comprar mercancías a plazos son el fruto de las alianzas que empiezan a surgir entre el sector financiero y el comercio.

La recesión dejó varias lecciones a los consumidores y a los bancos. Los primeros aprendieron que es peligroso endeudarse más de la cuenta. Los segundos, que hay que prestar mejor, lo que significa evaluar muy bien el riesgo de sus posibles clientes, explicarles en términos sencillos qué les están ofreciendo y crear productos que se adapten a sus necesidades.