Especiales Semana

CONSTRUCCION, VIVIENDA Y DECORACION

24 de diciembre de 1990

El pasado en presente
Antigüedad, una palabra desteñida, color sepia, con olor a moho y aun con vida. Es un reflejo casi fantasmagórico que conduce la imaginación al laberinto de lo posible en siglos anteriores.
Antigüedad es más que una palabra. Es la reminiscencia y el testimonio de hombres que han dejado de existir. Antigüedad es la huella que dejaron esos hombres de antaño mientras paseaban por su tiempo y por su espacio.
"Una antigüedad -dice la anticuaria y restauradora Fabrizia de Boutiq- es aquella que tiene más de cien años, pero además es un objeto que ha sabido atravesar la vida. Es distinto de lo nuevo porque fue palpado. Eso marca una enorme diferencia".
Pero las antigüedades son también lo nuevo en la decoración de hoy. Sillones viejos con sus mesitas compañeras, iluminadas por lámparas de cristal opaco de las que brota un haz de luz del pasado, contrastan con rincones en los que el futuro se asoma a través de un disco láser, un computador o un teléfono con contestador, memoria y retroalimentación.
Y es que los detalles, impresiones pinturas y decorados, hacen que las piezas antiguas oscilen entre lo funcional y lo hermoso. "En ese sentido -dice Boutiq- rescatar lo antiguo en la decoración de hoy es una labor que vale la pena. Es como el trabajo de restaurar que consiste en darle vida a las obras conservando la intención del primer autor. Un quehacer casi metafísico".
Y es que el contraste entre lo antiguo y lo nuevo, la calidez de antaño y la frialdad del presente, han logrado que las antigüedades se ganen el calificativo de estar in cuando se trata de diseño de interiores.
Porque además del ambiente familiar que imprimen las antigüedades, ellas evocan tradiciones y costumbres que dan vida a las construcciones y decoraciones de hoy. "Frente a la comodidad de un sofá moderno -dice de Boutiq-, nada más cálido que un objeto antiguo.
Pero las antigüedades no son sólo tradición y calidez. Son huellas del arte de una época, representan la cultura y las costumbres. "Las antigüedades son además una inversión -dice el anticuario Luis Carreño-, nunca se desvalorizan, por el contrario, su precio siempre va en aumento ".

Ser o no ser ...
Al hablar de piezas antiguas siempre sale a flote la pregunta por su veracidad. ¿Cómo reconocer una antigüedad?, ¿cómo saber que es realmente de siglos anteriores? La respuesta la tiene en gran parte, la práctica.
Para Fabrizia de Boutiq establecer si un objeto es o no de antaño, es algo que le han dado casi 30 años de experiencia.
Y es que la pasión por las antigüedades es algo que lleva en la sangre. Su abuelo fue coleccionista y tiene dos primos anticuarios en Italia.
Recuerda que cuando tenía quince años, cuando compró su primera pieza -un angel de madera que data del siglo XVII- en Quito, Ecuador, por el precio de cinco sucres, inició un contacto más directo con el pasado.
Posteriormente después de asistir a la universidad de Turín, Italia, y especializarse en restauración, la anticuaria continuó caminando entre los pasos de los siglos.
Ahora inicia una colección de juguetes de los años 50 para Nicolás, su nieto y se dedica a restaurar rockolas, el reflejo de la mitad del siglo. Décadas cambiantes que dejaron sus firmas en los objetos de moda.
Porque para Fabrizia de Boutiq, un anticuario también debe adelantarse. Lo que hoy es nuevo, mañana será antigüedad.
Y es que para ella el criterio de antigüedad no es solamente cuestión de pasar los cien años de vida. Un objeto también es antiguo al dejar de fabricarse.
Cuando una pieza llega al almacén de Fabrizia de Boutiq, es examinada cuidadosamente. "La edad de un objeto -dice la anticuaria- se reconoce en sus grietas, pero sólo basta tenerla en las manos para saber si es o no antigua".
Para Luis Carreño, quien se embarcó en el negocio de las antigüedades por afición, un objeto es antigüedad si cumple el requisito de los cien años de edad. En su almacén toda pieza tiene historia. En unas cuantas líneas describe la época, el autor y el estilo del objeto.

El precio de la historia
Muchos hablan del costo de la historia. Sobre todo cuando se trata de decisiones políticas. Sin embargo, la historia también tiene un precio y es el de las piezas que llevan impresas en su interior las huellas de los acontecimientos .
Determinar el valor en dinero de una antigüedad puede parecer difícil. Sin embargo, la mayoría de anticuarios se guían por los precios que se establecen en Europa y los adaptan al contexto colombiano.
Según Luis Carreño, en el negocio de las antigüedades se mueve mucho dinero. Una pieza escultórica del siglo XVII por ejemplo, puede llegar a costar cien millones de pesos.
Pero además, el precio se determina en relación con la edad de la pieza, la historia, la época a la que pertenece y si fue de algún personaje ilustre o elaborado por algún artista famoso, se incrementa el costo.
A pesar del valor que pueden alcanzar las antigüedades, la decoración moderna y sobria que busca cobijarse bajo el manto del pasado, ha alcanzado altos niveles en la moda del diseño interior. Remembranzas que reflejan el retorno a tradiciones, recuerdos e historias. Infinidad de objetos, infinidad de épocas, posibilidades que se enmarcan en los espacios de finales del siglo XX.