Especiales Semana

CONSTRUCCION VIVIENDA Y DECORACION

16 de septiembre de 1991

MANO A MANO CON LA CIUDAD
NO ES LA UNICA TORRE DEL LUGAR. ANtes de llegar a ella, sobre la calle 125 con carrera 7a, tres enormes varas de ladrillo se alzan sobre los cerros orientales de Santa Fe de Bogotá, acompañadas del centro comercial Paseo Real, interfiriendo en el lenguaje arquitectónico de un lugar tan indefenso como Usaquén.
La naturaleza en estas tres varas de más de 10 pisos de altura, resulta una buena opción de venta más que un concepto de calidad de vida. Buen panorama, amplias zonas verdes, centro comercial y cercanía a la 7a. Más promesas seria imposible, aun en contra de la trama urbana de la ciudad.
No obstante, sobre la 7a. en el cruce de la calle 127, la arquitectura retoma un sentido diferente que intenta reconciliar los cerros con la construcción en lugar de desplazarlo. El edificio Torre Real integrado a las demás construcciones del lugar, se mece sobre la avenida como una promesa de reconciliación urbana.
El entorno se caracteriza por construcciones residenciales que no superan los 10 pisos de altura. La calle 129 resulta un callejón casi peatonal para los habitantes de la zona quienes encuentran a poca distancia la ventaja de una amplia vía de acceso siempre disponible pero que no interfiere con la actividad de vivienda.

UNA TORRE POR DENTRO
Tan complicado como encontrar una aguja en un pajar es seleccionar vivienda para comprar. Las alternativas son muchas, no obstante aspectos como lugar, precio, tamaño y servicios, son determinantes a la hora de escoger y reducen las opciones.
Por eso, el primer paso antes de realizar el diseño de un edificio residencial, es ubicar el terreno en el que va a construirse.
Para ello, la compañía constructora del proyecto Torre Real, Con concreto, seleccionó el lote de la esquina de la calle 129 con carrera séptima, cuya área total es de 1.498,25 metros cuadrados.
Posteriormente, la empresa de diseño Contexto Urbano, realizó los primeros trazos sobre el papel y dio vida al edificio Torre Real. Un proyecto de 10 pisos de altura que contiene 36 apartamentos en un área de 6.376,50 metros cuadrados.
Con una fachada clásica en ladrillo, Torre Real sobresale en la esquina de la 129, entregando una palabra más al lenguaje arquitectónico de la zona.
Cada apartamento tiene 110 metros cuadrados en promedio, tres alcobas, vestier y baño independiente en la alcoba principal, baños enchapados con mesón de mármol, dos parqueaderos cubiertos por apartamento, cuarto de san alejo, cocina integral funcional con doble mesón de acero inoxidable y remates en cedro, sala-comedor con chimenea, alcoba y baño de servicio, salón comunal y gimnasio con sauna, zonas de recreación para ninos, portería controlada con cámaras de televisión, hall de acceso con pisos de mármol, dos ascensores, doble tanque de agua para emergencias y TV. Cable.
En Torre Real, los apartamentos tienen un valor promedio de 38, 700 millones de pesos y se entregarán a finales del próximo mes.
Una opción de vida que se presenta como elemento integral de la trama urbana y que contrasta con la tendencia para algunos expertos destructiva, de edificar sin medir las consecuencias arquitectónicas del entorno en el que se levantan las construcciones.
Por eso, Torre Real, más que alternativa de vivienda, representa el intento por devolver a un sector sobre poblado al norte de Santa Fe de Bogotá, la esperanza de reconstruirse calle a calle en busca de la calidad de vida en comunidad.

EL REFUGIO DE BRAHMS
ALGUNOS ARTISTAS SE INSPIRARON EN EL amor para crear, otros en la tristeza, algunos en el miedo, otros en la alegria, muchos en el despecho. No obstante, la mayor fuente de creación para activar la capacidad humana de traspasar con el arte lo concreto, está en la naturaleza.
El medio ambiente ofrece siempre un espacio en el cual cada persona puede y debe desarrollarse. Encontrarlo es un proceso largo pero posible y que está definido con base en la sensibilidad y apasionamiento de cada ser con respecto a los entornos que debe manejar.
Así mismo, Johannes Brahms, compositor, pianista y director de orquesta alemán, dentro de su proceso de vida musical, halló en Badenden, Alemania, un refugio de encuentro con la música, el amor y el regocijo de la vida en un paraíso que el mismo encontró, vivió y disfrutó a plenitud.
Este lugar ofrecía todos los elementos esenciales para el desarrollo curativo del alma y del cuerpo, lo que lograba que desde la reina Victoria hasta los cortesanos se sintieran como en casa.
Allí, todo era válido, desde ir en busca de afinidades culturales hasta los más insólitos juegos de azar, para que un tiro de dados decidiera la inversión de una casa de campo en la región. Las ovejas negras de familias ilustres y hombres de la cultura se daban cita allí para disfrutar del espacio vital...
¿Qué hizo que Baden-Baden atrajera a Brahms? El silencio y el aislamiento son dos estados creativos ideales, pero el amor nunca logra desaparecer: Clara Schumann, la gran pianista, fue una de sus más grandes amores aunque según muchos este idilio fue una leyenda sin fundamento.
Brahms rentó varios cuartos en una casa de madera de donde se veían las montañas del Bosque Negro, sitio lleno de magia y misterios que cautivaba largas horas al compositor, llevándolo a la composición de sus maravillosas piezas, las cuales la interpretó con Clara Schumann en los salones de este recinto.
Como poseía el gusto del orden y del rigor de la forma y al mismo tiempo era un perdido soñador, todos sus espacios estaban organizados perfectamente con la cantidad de cosas estrictamente necesarias para la comodidad en su tiempo de verano.
Conciertos, camaradería y amores eran el secreto de los rincones de la casa del compositor, que con esta dimensión logró descubrir el encanto de la soledad esa soledad bien vivida, donde se está solo con mucha gente al rededor.
En 1966, poco antes de que la casa fuera programada para ser destruida, Gustav Abel tomó la decisión de salvarla de la destrozadora bola de hierro macizo, dispuesto a revivir todas las ilusiones que allí nacieron.
La parte externa de la casa guardaba aún su encanto, pero el interior había bajado la cabeza y estaba destruido, ya no existía el hombre que les proporcionaba la vida, Brahms.
Abel y la Sociedad de Brahms recopilaron información y haciendo un estupendo trabajo de aproximación al espacio de vida del compositor abrieron un pequeño museo. A su vez inauguraron un estudio para que artistas, músicos y compositores alcanzaran la misma tranquilidad y paz en las condiciones de trabajo y vida que el maestro logró.
La suerte estuvo con ellos. Una anciana del pueblo tenía un papel de colgadura del cuarto de Brahms, lo que les dio el primer paso hacia una histórica realidad. Luego, Abel y los detos de la causa, encontraron piezas valiosas, entre ellas un piano, en el cual posiblemente había tocado el compositor y lo colocaron en uno de los salones donde más conciertos realizó el maestro.
Entonces, recopilaron libros, discos y María Fellinger esculpió un busto de Brahms el cual reposa al lado de su piano Fotografías de él y de la Schumann son la parte vivencial de salón y la que más recuerdo trae de la época.
La mayor dificultad con la que se enfrentaron fue controlar el paso del tiempo y más cuando se trataba de un paraíso creativo de un hombre lleno de historia, la cual sólo compartió con su espacio.
Por eso, caminar por este lugar es encontrarse con el resplandor del siglo XIX, reflejado en las vivencias de un hombre que con su música y estilo de vida le dieron a un lugar toda una significación de vida y de espíritu.
Notas musicales que permanecen impresas en los muros de la arquitectura, en los pasos de las nuevas figuras de la composición, en los grandes salones que son la memoria del proceso creativo de un hombre que no sólo dejó su sello en la música sino también en el refugio en el que habitó.