Especiales Semana

CONSTRUCCION Y VIVIENDA II

24 de noviembre de 1986

UN CREADOR DE ILUSIONES
Mientras la vivienda en nuestro país continúa su incontenible carrera hacia cifras cada vez más imposibles en términos de precio, un colombiano, que trabajó durante 25 años con la ONU solucionando problemas de vivienda, visita nuestro país para implementar un proyecto de demostración con el fin de reducir costos, aplicable a este sector de la economía.
Alvaro Ortega, bachiller del Gimnasio Moderno, arquitecto, profesor universitario y funcionario de las Naciones Unidas en tierras tan lejanas como los países escandinavos, Malí o los Emiratos Arabes, ha sido protagonista y en ocasiones partícipe de la creación de avances arquitectónicos como la canaleta de asbesto utilizada hoy en día por mas de 38 países, y ahora retorna a su país para contribuir, como profesional, al mejoramiento de las condiciones de vida de los colombianos.
Las creaciones de bajo costo que forman parte del proyecto auspiciado por el gobierno de Canadá, con el apoyo de instituciones como la Universidad Nacional, el Instituto de Crédito Territorial, el Banco Central Hipotecario y la Comisión Colombiana de Asuntos del Mar, están lideradas por las mallas metálicas que mediante energía solar o convencional, produciendo el fenómeno de la electrólisis, son introducidas al mar durante un lapso de 150 a 200 horas para hacer que una multitud de partículas minerales se adhiera a la superficie metálica, convirtiéndolas en un material más fuerte que el concreto, el cual presenta durante los primeros meses de su formación una textura suave, que le permite ser alisado para ser utilizado en tejas, muros, tanques, canaletas, y hasta en recubrimientos de las bases en los puertos con una resistencia de 400 a 500 kilogramos por centímetro cuadrado.
La posibilidad de producción de estas mallas en nuestro país, con dos océanos como vecinos, no puede ser menos que optimista frente a un recurso que en materia de construcción no ha sido adecuadamente explotado.
El recurso marino, de grandes proporciones en nuestro medio, puede ser fuente de vivienda para sus trabajadores cotidianos, que según el profesor Ortega, deben ser contemplados en este proyecto de tres años, con un grupo de vivienda para pescadores en algún lugar del Pacífico.
Creaciones de bajo costo que continúan con un "destilador solar" de agua salada para producir posteriormente agua potable, o el "agua atomizada" que permitiría a los colombianos darse una ducha con el 10 o el 15% de lo que hoy utiliza para hacerlo mediante un atomizador que convierte una gota de agua en mil partículas más pequeñas y que por sus condiciones higiénicas ha sido adoptado por la mayoría de los cirujanos de Europa y EE.UU.
Este mismo principio del "agua atomizada" es utilizado en Argentina para el lavado de semovientes, y en modelos experimentales forma parte del lavamanos sin desague, que funciona por medio de un pedal.
Acudiendo al oxígeno, se propone también en el proyecto, la transformación de desperdicios humanos, eliminando la necesidad de los alcantarillados que durante tanto tiempo han acumulado verdaderos problemas ecológicos para el debilitado sistema hidrológico del país.
Después de escuchar al profesor Ortega hablando de sus teorías y proyectos ante los estudiantes de arquitectura y diseño industrial de la Universidad Nacional de Bogotá, donde espera encontrar el material humano suficiente y necesario para poner en práctica sus conocimientos, es imposible dejar de pensar en la isla de San Andrés sin alcantarillados que dan al mar o en los caleños dándose una buena ducha de "agua atomizada" sin necesidad de racionamientos del precioso líquido.
Quedan en el ambiente las propuestas de un arquitecto colombiano que piensa que "en matería de construcción hay que ver más allá del cemento y el ladrillo", para millones de sus compatriotas que olvidamos la importancia del buen uso de los recursos de un país, que contra viento y marea sigue adelante.