Especiales Semana

CRONISTAS DE UN PAÍS

En los últimos años ha habido un gran auge de publicaciones que buscan, desde el periodismo, comprender las razones de la crisis colombiana.

Gabriel Iriarte Núñez
18 de abril de 2004

Hoy en día Colombia es sin duda uno de los países de América Latina en donde se publican y comercializan más libros de contenido periodístico, un rasgo que ha caracterizado nuestra industria editorial durante más de dos lustros. Aunque anteriormente se lanzaban al mercado libros de destacados periodistas

-Germán Castro Caycedo, Daniel Samper Pizano, Alberto Donadío o Enrique Santos Calderón, para mencionar apenas algunos-, esto no se hacía de manera regular y se limitaba principalmente a ciertas crónicas, investigaciones coyunturales o recopilaciones de escritos ya impresos en medios escritos. Sólo a partir de los años 90 el público lector empieza a disponer de una oferta cada vez más amplia de títulos periodísticos que incluyen ya no solamente la crónica y la investigación, sino que se amplía al reportaje, el testimonio, las columnas de opinión, la caricatura y los manuales. Varios fueron los factores que hicieron posible esta particularidad de nuestro entorno editorial.

Es indiscutible que la situación del país alcanza un nivel dramático de crisis desde mediados de la década de los 80. La renovada actividad de la guerrilla, las campañas terroristas del narcotráfico, el surgimiento del paramilitarismo, la multiplicación de los escándalos de corrupción, la penetración de las mafias en casi todos los estamentos de la sociedad, entre otros hechos, se convirtieron en una fuente temática inagotable para los periodistas de todas las especializaciones y tendencias. Sin embargo, no era suficiente que Colombia estuviera al borde del abismo para que sucediera el fenómeno que nos ocupa. Era preciso que, como en efecto ocurrió, se diera un notable desarrollo de los medios de comunicación y de las escuelas de periodismo en toda la Nación. Como es bien sabido, por esa época surge una nueva y nutrida generación de periodistas que se vuelca con entusiasmo sobre los asuntos más candentes del momento, respaldados por un buen número de medios escritos, radiales y televisivos que también se preocupan por divulgar lo mejor posible el agitado acontecer colombiano. Ejemplo de lo anterior es el trabajo llevado a cabo por los equipos investigativos de SEMANA, El Tiempo, La Prensa, Cambio y algunos programas de televisión y radio, que con sus informes captaron una creciente demanda entre los colombianos interesados en conocer mejor el país en el que viven.

En este contexto, las casas editoriales nacionales y extranjeras deciden crear verdaderos proyectos periodísticos que van mucho más allá de las publicaciones esporádicas, aunque indudablemente valiosas, realizadas hasta entonces. Los trabajadores de los medios empiezan a tener así la posibilidad real de convertir en libros sus investigaciones, sus reportajes, sus crónicas y sus ensayos, con lo cual consiguen llevarlos a un soporte mucho más duradero y trascendente que el de una emisión radial, un espacio de televisión o un artículo. No sobra añadir que en el curso de estos desarrollos los juzgados y las cortes aclaran también varios aspectos jurídicos relacionados con el periodismo en forma de libro, todo lo cual redunda en una mayor libertad de información y en la fijación de unas reglas claras de juego.

Con esta nueva línea de libros, ya muy consolidada en nuestro país, se han beneficiado no solamente los periodistas sino también las editoriales, los libreros y, lo más importante, la opinión pública, que ha madurado y que cada día busca más estar mejor informada. El hecho de que con mucha frecuencia los títulos de corte periodístico aparezcan bien colocados en las listas de los más vendidos constituye una confirmación de lo anterior.