Especiales Semana

De cara a la impotencia

Recientes estudios demuestran que uno de cada dos hombres colombianos mayores de 40 años están afectados por una disfunción eréctil.

18 de septiembre de 2000

La falta de interes por el sexo, la incapacidad para lograr el orgasmo o la eyaculación precoz, son circunstancias cada vez más comunes en la población masculina, especialmente en Latinoamérica. Este tipo de situaciones normalmente son tratadas en la sociedad como un tema tabú y no son fáciles de aceptar por parte de los hombres, más cuando caen en la cuenta de que estos son los síntomas propios de la impotencia o Disfunción Eréctil (DE). El síntoma más común de este problema se presenta cuando hay inhabilidad para alcanzar o mantener una erección del pene que permita un desempeño sexual satisfactorio. Sin embargo este problema es más común de lo que muchos se imaginan. Se estima que más de 100 millones de hombres alrededor del mundo tienen algún grado de Disfunción Eréctil.

En un reciente estudio realizado por la Unidad de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad Javeriana en Colombia, se comprobó que el 52,8 por ciento de los hombres colombianos mayores de 40 años, son afectados por una Disfunción Eréctil, la cual no les permite un desempeño satisfactorio en la vida sexual. Estas cifras realmente no deben alarmar a los señores, ya que son diversas las causas que la producen. Sin embargo también hay soluciones.

Hace unos años se sostenía que la impotencia o la DE era un problema completamente sicológico, hipótesis que hoy en día ya no es del todo cierta. La verdad es que en la mayoría de los casos el origen es físico. En ocasiones la DE puede ser una manifestación de alguna enfermedad.

Estudios realizados han mostrado una frecuencia de impotencia que varía desde el 10 por ciento hasta el 60 por ciento en hombres de 40 a 70 años, de los cuales sólo el 10 por ciento acude a consulta médica.

En cuanto al aspecto físico se refiere, los trastornos o enfermedades asociados con la impotencia son: hipertensión arterial, diabetes, arteriosclerosis, colesterol alto, lesiones de médula espinal, algunas cirugías o radioterapias, esclerosis múltiple, algunos medicamentos, estrés, ansiedad, depresión y en general hábitos que empeoren los trastornos de los vasos sanguíneos como el abuso del alcohol y el cigarrillo.

A los anteriores trastornos se debe sumar otro tipo de condiciones que hacen más propensa la impotencia en un hombre. De acuerdo con estudios acerca del tema, la situación económica y social también influye, pues los hombres con mayor nivel de instrucción académica e ingresos económicos, presentan menor frecuencia de Disfunción Eréctil. Por otra parte, el grado de impotencia puede aumentar más fácil en los desempleados que en los que tienen un trabajo estable. Los viudos, separados y divorciados tienen mayor prevalencia que los otros tipos de estado civil. Todos estos aspectos hacen que la población afectada y el riesgo cada vez sean más grandes.

No obstante el panorama es más alentador de lo que parece, ya que existen diversos tratamientos de acuerdo con la causa del problema. Entre ellos se incluye la terapia sexual, los tratamientos médicos con drogas orales y los aparatos de vacío, terapia intrapeneana de autoinyección y en casos extremos están las cirugías de implante de prótesis peneanas.

Quizás el más común y seguro de los tratamientos actuales es el de medicamentos orales, como el archifamoso Viagra, que tiene altos índices de efectividad. Como todas las drogas también tiene indicaciones, precauciones y contraindicaciones y debe ser formulada bajo estricta valoración médica.

Viagra es la primera opción para el tratamiento de DE, pues logra restaurar la capacidad del hombre de tener erecciones al incrementar el flujo de sangre al pene. En siete de cada 10 pacientes ha funcionado de una forma efectiva, incluso en personas diabéticas y con traumas en la médula espinal.

Esta pequeña pastilla se ha convertido en un gran invento que ha mejorado la vida sexual de millones de parejas en todo el mundo, y que aunque no es un afrodisíaco, se ha convertido en un aliciente para millones de mujeres que esperan lo mejor de su pareja.