Especiales Semana

Del otro lado

Lo peor de la crisis financiera ha quedado atrás. La mejor prueba de ello es que los establecimientos de crédito han vuelto a prestar en forma.

28 de abril de 2003

Que un sector de la economía muestre un aumento de 829 por ciento en sus utilidades no es algo que se vea todos los días. Esto es precisamente lo que ocurrió con las instituciones financieras del país en 2002. No sólo multiplicaron por ocho sus ganancias sino que mostraron mejorías importantes en otros indicadores clave, como la calidad de la cartera, su crecimiento y la solvencia y rentabilidad de las entidades.

¿Cómo se pudieron dar semejantes resultados en medio de una economía que estuvo estancada durante la mayor parte del año? Ante esta pregunta lo primero que hay que tener en cuenta es que los porcentajes de crecimiento se ven grandes porque la base de comparación es muy pequeña. El año pasado el sistema financiero, sin contar los bancos de segundo piso, que no atienden directamente al público, produjo poco más de un billón de pesos en utilidades. Es una cifra enorme en comparación con los 111.000 millones que había registrado en 2001, pero no se ve tan grande si se compara con los 834.000 millones en utilidades reportados en 1996. Si se corrige por la inflación queda claro que los resultados de entonces eran mejores que los de ahora.

Aún así las utilidades de 2002 ya son bastante aceptables, incluso bajo la perspectiva histórica. Esto se refleja en la rentabilidad de las instituciones. El retorno sobre el patrimonio de las entidades de crédito subió de 1,2 por ciento en 2001 a 10,4 por ciento el año pasado. Y lo más importante es la tendencia. En los primeros dos meses de 2003 las utilidades agregadas del sistema registraron un aumento de 86 por ciento con relación al mismo período del año anterior. Esto permite anticipar otros 12 meses de buenas noticias.

Claro está que sigue habiendo riesgos, como siempre los hay en el sector financiero. De hecho, durante 2002 los banqueros del país se pegaron un buen susto por cuenta de los títulos de deuda interna del gobierno TES. A mediados del año éstos cayeron de precio en medio de una momentánea crisis de confianza de los inversionistas internacionales y locales. La desvalorización de estos papeles necesariamente afectó los resultados de las instituciones, sobre todo si se tiene en cuenta que en años recientes los bancos invirtieron una porción cada vez mayor de sus recursos en TES. Aunque se supone que son una inversión más segura, estos papeles tienen el inconveniente de que suben y bajan de precio todos los días en el mercado. Esto a su vez se traduce en ganancias o pérdidas contables para quienes los tienen en sus portafolios (esto es lo que las entidades financieras llaman riesgo de mercado).

En el mes de agosto de 2002 los establecimientos de crédito en su conjunto registraron pérdidas (o menores utilidades) por 144.000 millones de pesos, debido a la desvalorización de los famosos TES. Fue un efecto que luego se revirtió, a medida que empezó a recuperarse el mercado de deuda pública y los papeles del gobierno volvieron a subir de precio. En todo caso cabe resaltar que la solvencia del sistema nunca estuvo comprometida, entre otras cosas porque el sector financiero tenía reservas por 180.000 millones para cubrir las eventuales caídas de precio de los papeles. En efecto, a partir de enero de 2002, por orden de la Superintendencia Bancaria, las instituciones financieras empezaron a incorporar el riesgo de mercado en sus indicadores de solvencia. Esto llevó a que hicieran mayores reservas de capital para cubrir esos riesgos.

Por eso se puede afirmar que las entidades de crédito están en mucho mejor condición ahora en comparación a como estaban hace unos dos o tres años. Esto se confirma con otros indicadores clave que se analizan en este informe, como la calidad de la cartera, que mejoró el año pasado con la notable excepción del sector hipotecario. Así mismo, las entidades han incrementado las reservas para cubrir las deudas malas y, más importante que todo, están volviendo a prestar. El crecimiento de la cartera todavía es lentopero muestra una clara tendencia al alza, lo que constituye una esperanza no sólo para el sector financiero sino para toda la economía, que podrá crecer en la medida en que los bancos sigan irrigando el crédito.