Especiales Semana

DIA DE LA MADRE

4 de junio de 1990

La sombra materna
Es difícil conocer a ciencia cierta lo que una madre siente cuando su hijo se vuelve famoso. Cuando comienza a "desprenderse" de su lado para entregarse a sus admiradores, a esos seguidores que ya le exigen algo de su vida y ante lo cual su hijo no puede quedar en deuda.
Sin embargo, y contrario a lo que pueda parecer, la relación madre-hijo no se pierde. La fama, la popularidad, la importancia que representa para el país en un momento determinado, no son circunstancias que afectan directamente la relación. Muchas veces, por el contrario, todo el trajín de la fama sirve para solidificar más los lazos entre la madre y el hijo.
Por lo menos es una de las conclusiones a las que llegó SEMANA, luego de haber dialogado con las madres de varios personajes nacionales, a los que ha rozado la popularidad: Leonor de Niño, madre de Eduardo Niño (arquero de la Selección Colombia). Judith de Jaramillo, madre de María de la Paz Jaramillo (prestigiosa pintora), y Asita de Mallarino, madre de Victor, María Angélica y Helena Mallarino (talentosos actores).

Asita de Mallarino
La esposa de Víctor Mallarino (padre) y madre de Rafael, Helena, María Angélica y Víctor, no necesita presentación. Es una de las madres más interesantes a la hora de conversar sobre su vida. El destino la premió desde niña, cuando su hermano se enroló con el grupo de teatro La Barraca, en España, al mando del inmortal Federico García Lorca. Allí tuvo la oportunidad de asistir a las clases de teatro con los maestros surrealistas de la generación del 27, y de codearse con ellos en los ensayos y presentaciones de La Barraca: al lado de Lorca, Asita conoció a Miguel Hernández, Jorge Guillén y Salvador Dalí. "El teatro me envenenó con Lorca, comenta, tal vez es la influencia más grande que pude dar a mis hijos. E indirectamente fue así. Gracias a la pasión de su madre y al conocimiento y entrega al teatro de su padre, los hermanos Mallarino alimentaron su talento desde muy pequeños, prácticamente desde que tuvieron conocimiento de sí mismos.
No obstante, Asita no imaginaba -curiosamente- que sus hijos fueran a resultar artistas. "Estaba convencida de que Helena sería matemática, María Angélica, escritora y Víctor, biólogo. Ahora los tres son actores". Más curiosidad despierta su premonición sobre su hijo mayor, Rafael, en quien sí veía un talento extremo para la actuación. "Es formidable, pero decidió dedicarse a la banca. No soporta la vida irregular".
Las decisiones profesionales de sus hijos fueron respetadas por Asita de Mallarino desde un comienzo, con una condición: la excelencia. Su pensamiento siempre fue el de que sus hijos podían escoger cualquier trabajo, con tal de que se conviertieran en los primeros en su campo. Y parece que lo ha logrado. Víctor Mallarino es uno de los actores más sobresalientes de la televisión colombiana y también un prometedor director. Helena ha sabido explotar igualmente la actuación con papeles que toda Colombia recuerda. María Angélica escogió la psicopedagogía y ha desarrollado espectáculos infantiles con un éxito abrumador y una satisfacción inmensa para el público colombiano. Y Rafael es un experto banquero.
Lo más importante es que la relación con sus hijos no ha cambiado en lo mínimo. La fama y la popularidad no han sido obstáculos para que la comunicación entre madre e hijos y entre los mismos hermanos se siga conservando. El mejor ejemplo está en la celebración del día de la madre. Todos los años la familia Mallarino se reúne en la casa de alguno de los hijos, el segundo domingo de mayo. Y se aprovecha la ocasión para compartir con los hijos, los hermanos, los nietos. A diferencia de las familias comunes, los Mallarino, con Asita a la cabeza, celebran el día de la madre de una manera muy singular. Cada uno de los hijos, además de tomarle el pelo en todo momento, tiene un espectáculo para improvisar. Víctor y María Angélica tocan la guitarra y cantan. Helena, la más organizada y astuta, gana en todos los juegos. Y Rafael se encarga de divertir con sus mofas y actuaciones. "Ese es el verdadero sentido de la familia. Ser popular es superficial, es pasajero. Afortunadamente cada uno tiene una personalidad definida y no se deja llevar por esas cosas banales".
Asita de Mallarino asegura que son sus hijos los que le han enseñado a vivir. Acostumbrada a la sensibilidad ante la vida, suele preocuparse demasiado por los problemas cotidianos. "Mis hijos me han enseñado a vivir en este siglo. Sin ellos yo ya habría perdido la paciencia", comenta. Por eso se siente orgullosa de ellos como personas, porque nunca la han abandonado, porque en los momentos difíciles la apoyan, y porque al fin y al cabo sigue siendo la consentida de todos sus hijos. No podía ser para menos. Así Helena se ponga "de mal genio" cuando su madre lava la loza de Víctor en secreto, porque el sigue siendo el menor...

Judith de Jaramillo
Tal vez Judith de Jaramillo no quería hacerlo directamente. Pero cuando María de la Paz lloraba en su cuna sin consuelo alguno, ella optaba por entretenerla con reproducciones de Henri Matisse. El milagro era inmediato: Maripaz se calmaba.
La madre de María de La Paz Jaramillo, pintora de prestigio internacional, posee la misma sencillez de la hija. Su experiencia de mamá es antigua ya que pertenece a la generación de las mamás jóvenes: el primer hijo lo tuvo a los 17 años. Su juventud le ha permitido ser muy amiga de su hija. "Maripaz y yo estamos en contacto permanente. Dos o tres veces al día estoy al tanto de lo que le sucede, y generalmente compartimos todo", comenta doña Judith, para quien la relación con su hija crece día a día. "Ahora que tiene mayores exigencias, los primeros críticos somos Gil (Gilberto, su esposo y padre de Maripaz) y yo. Su padre, porque siempre ha estado ligado al arte (recorrió con su hija los museos de Europa cuando ella era aún muy pequeña), y yo, porque también llevo el arte en las venas".
En cuanto al apoyo que pudo darle a sus hijos para salir adelante, la conclusión es definitiva: siempre quiso que fueran artistas. Desde pequeños se relacionaron con el medio y aprendieron a defenderse en él, a amarlo y a perfeccionarlo. Así, su hijo Juan Manuel es arquitecto, mientras Clemencia y María de la Paz se dedicaron a la pintura. El talento era innato en la familia y había que explotarlo.
Sin embargo, siempre conservaron la gran ventaja de ser personas ante todo. Por eso la unión es una nota predominante en la familia Jaramillo. Todos los años se reúnen a celebrar el Día de la Madre. Al parecer de la familia, la mamá no debe hacer nada ese día, por lo que se organiza un almuerzo en un restaurante o en un club. "Y como soy un poco exigente con los regalos, ellos prefieren darme un chequecito", susurra riéndose la madre de Maripaz, refiriéndose a sus hijos -y a su marido, por supuesto.

Leonor de Niño
Cuando su hijo Heriberto, el mayor, le dijo a su madre que se iba a dedicar a jugar fútbol, ella no quedó muy convencida, pero aceptó. La preocupación vino después, cuando Eduardo también decidió hacerlo, con la autorización de su padre.
Al principio no le gustaba mucho la idea. Ella quería que estudiara lo suficiente como para defenderse en el futuro. Pero pudo más la afición al deporte, y también aceptó.
Y es que ella les inculcó a sus hijos la pasión por el deporte. Desde que tenían uso de razón los llevaba a jugar tenis al lado de ella, y Eduardo Niño, el arquero de la Selección Colombia se destacaba frecuentemente. "Eduardo no sólo jugaba fútbol. Jugaba muy bien al tenis y sobre todo a los bolos. Es un deportista consagrado", asegura Leonor de Niño.
Ahora las obligaciones de Eduardo con la Selección también son adquiridas por ella. Muchas veces le ha dedicado los días enteros a las diligencias de su hijo antes de que salga de viaje. Su traspaso del Santa Fe al América de Cali, es un paso difícil para él -quien quería mucho a su club de infancia-. Pero para su madre es un reto más. Al contrario de lo que se pueda pensar, la separación entre los dos ha significado una relación más madura.
Paradójicamente hay mayor comunicación entre los dos. "La base fundamental ha sido la unión de la familia en torno a Jesucristo. Eduardo es muy creyente. Su fe es enorme. Eso nos permite afrontar las pequeñas soledades en los días claves como el día de su cumpleaños o el día de la madre, el cual muy pocas veces podemos celebrar juntos. Los últimos años lo hemos hecho por teléfono, no hay remedio".
Para Leonor de Niño las dificultades más fuertes son las que más unen. Por eso la relación con su hijo es excelente y todos los días progresa. El regalo más grande que ha recibido como madre, es saber que sus hijos jamás cayeron en la droga.
"Gracias al deporte, puedo sentirme satisfecha de saber que han crecido fuera de los vicios. Ese es el mejor regalo que haya podido recibir".
Pero Eduardo es sólo un ejemplo de dedicación. Leonor de Niño tiene tres hijos más: Heriberto, quien se inició en el fútbol inclusive antes que el excelente guardameta, Luz Mireya, psicóloga; y Sandra Patricia, todavía en el bachillerato pero con una enorme vocación musical. Estudia en el conservatorio y es amante del piano y de la guitarra.
Leonor de Niño también es un ejemplo más de que detrás del talento y la consagración del individuo se esconde siempre la sombra de la madre, quien de una u otra manera, es la diseñadora del futuro de sus hijos. 0 si no que lo digan los hermanos Mallarino, o María de la Paz Jaramillo, o Eduardo Niño.-
¿Es usted una madre paciente?
1 Jugando con un balón, su hijo quiebra su porcelana preferida. Usted...
a) Le prohibe volver a jugar en la sala.
b) Le descuenta una cuota semanal de su mesada.
c) Pasa por alto el suceso.
d) Lo obliga a pegarla.

2 Su bebe de 2 meses levanta la casa a gritos en la madrugada. Usted...
a) Muy preocupada, decide llamar al médico.
b) Lo arrulla y le canta canciones de cuna.
c) Se desespera y deja en manos de su esposo la solución.
d) Se acuesta y deja que se calme sólo.

3 Las calificaciones de su hijo son deplorables. Usted...
a) Le contrata un profesor.
b) Lo castiga físicamente.
c) Considera normal que esto suceda de vez en cuando.
d) Le prohibe la Tv y le suspende las salidas.

4 Su hija de 15 años llega a casa 3 horas después de lo permitido. Usted...
a) Sencillamente no le habla durante 3 días.
b) Le dice que no debe llegar tarde a casa.
c) Llama a su novio y lo insulta por teléfono.
d) No la deja ir a fiestas en 2 meses.

5 La mascota de su hijo destroza el jardín. Usted...
a) Castiga a la mascota.
b) Regala la mascota al primero que pase.
c) Pide a su hijo que eduque a la mascota.
d) Hace que su hijo reconstruya el jardín.

6 Descubre a su hijo fumando en el baño. Usted...
a) Obliga a su hijo a fumar un paquete de cigarrillos seguido.
b) Le aconseja que no fume en exceso.
c) Trata de irresponsable al tendero.
d) Le señala los peligros del tabaco.

7 No le gusta el novio de su hija. Usted...
a) Le aconseja abandonar esa relación.
b) Lo echa de casa cuando va a visitarla.
c) Se preocupa por presentarle jóvenes de su agrado.
d) Evita que tengan alguna comunicación.

8 Piensa que su hijo escogió una carrera absurda. Usted...
a) Le dice que debe financiarse sus estudios.
b) Respeta su decisión.
c) Lo obliga a estudiar la carrera que usted desea.
d) Le busca una orientación profesional.

9 Su hijo se casa a escondidas . Usted . . .
a) Trata de pedirle una razón.
b) Le dice que no será bienvenido en casa.
c) Le habla de las responsabilidades que adquirió.
d) Rechaza a su esposa.

10 Su hijo es irrespetuoso con su padre. Usted...
a) Lo reprende verbalmente.
b) Procura mejorar la relación entre ellos.
c) Lo abofetea.
d) Le recuerda que debe ser respetuoso con sus padres.

Puntaje
En las preguntas impares, por cada respuesta (a) anótese 4 puntos. Por cada respuesta (b), 8 puntos. Por cada respuesta (c), 2 puntos. Y por cada respuesta (d), 0 puntos.

En las preguntas pares, por cada respuesta (a) anótese 6 puntos. Por cada respuesta (b), 2 puntos. Por cada respuesta (c), 8 puntos. Y por cada respuesta (d), 4 puntos.
Entre 20 y 40 puntos, ¿cuántos hijos tiene? Posiblemente ya está curtida y no le "para bolas" a los sucesos cotidianos que crispan a otras. Pero, no exagere. Demasiada paciencia puede traducirse en falta de interés. A veces hay que reaccionar. Sin pretender ser drásticos, hay que tener en cuenta que los hijos, sobre todo los adolescentes, a veces necesitan un tirón de orejas.
Entre 41 y 60 puntos, podría decirse que, al menos numéricamente, usted está en el justo medio. Esto, sin embargo, no indica mucho. Usted puede estar a un paso de la frescura o a uno de la histeria. Lo importante es tener en cuenta que en estos tiempos hay que asumir una actitud de amistad con los hijos. Crear en ellos una actitud responsable y madura frente a la vida. Nada se logra a punta de gritos.
Entre 61 y 80 puntos, usted definitivamente se pasó de raya. ¿En qué tiempo cree que vive? Contrólese, por favor, hay que canalizar ese exceso de adrenalina. Le sentaría bien practicar algun deporte y, mucho mejor, si lo hace con sus hijos.
Recuerde que usted también fue niña, fue adolescente e hizo pilatunas. Trate de comprender un poco más a sus hijos. Con esa actitud drástica lo único que va a lograr es que cada vez se sienta más esa brecha generacional.

Segundo debut
Madre no hay sino una. Abuelas, dos. No necesariamente entradas en años y con el pelo blanco. No necesariamente amas de casa y expertas en culinaria.
Las hay que no parecen abuelas, por los jeans de fin de semana, su cargo ejecutivo y la rapidez con que conducen en las horas pico.
Sin embargo, a la hora de los nietos las diferencias no cuentan. Con más o menos tiempo para dedicarle a los hijos de sus hijos, no hay abuela que no se enternezca con ellos. Son conscientes, en especial con el primer nieto de cada hijo, de que deben asumir un papel vital: el de enseñarles a sus propios hijos a ser padres.
Por más instinto maternal que se tenga, nunca sobra la experiencia de las abuelas. Ellas saben de memoria desde la mejor forma para alzar a los muchachitos, hasta los trucos para quitarles el berrinche a las 3 de la madrugada.
El papel de la abuela ha ido cobrando cada vez mayor importancia. No significa que antes no tuviera, frente a sus nietos, un lugar protagónico. Por el contrario, durante la primera mitad del siglo a los abuelos se les veía como a un par -por cada lado- de respetables personajes que tenían historias fabulosas, comían y hacían comer por cantidades y daban sus propios consejos. Lo que sucede hoy en día es que, por un lado, esa frontera a veces tan distante entre nietos y abuelos se ha borrado un poco, para entrar a una relación más cercana y menos autoritaria. De otro lado, el hecho de que en la actualidad un gran porcentaje de las madres se vea en la necesidad -o el gusto- de trabajar, ha ocasionado que muchas veces las abuelas deban asumir el papel de abuelas los fines de semana y el de madres en los días laborales.
Porque, de hecho, ante la ausencia de los padres, ¿quiénes mejor que las abuelas para cuidar a los nietos?. Pero ellas, a pesar de asumir a conciencia la gran responsabilidad de remplazar a la madre, son incapaces de resistir la tentación de maleducarlos en algún momento. Maleducarlos en el sentido de darles más gusto de lo normal. Así que, durante el día, la madre estará dichosa por la excelente niñera que acompaña a su hijo. Pero en la noche, no opinará lo mismo cuando el niño no quiera comer porque extraña a su abuela o cuando llore porque añora su presencia para ir a dormir.

El cariño verdadero
De cualquier forma, más allá de su papel de excelentes niñeras, las abuelas constituyen un ser muy especial para los niños. La tradición oral de la familia tal vez no tenga una línea de transmisión más directa que la de abuela-nieto.
Es típico el cuadro del nieto sentado en las rodillas de la abuela, mientras ésta le narra historias lejanas de sus antepasados, con esa característica mezcla de ficción y realidad. Y es muy posible que a partir de esas leyendas, no importa el grado de fantasía que contengan, empiece a desarrollarse en el niño el amor por su familia lejana, por su patria y por las costumbres de una raza o de una estirpe.
La genética afirma que cada persona tiene una herencia biológica de sus padres y de sus abuelos. Según los porcentajes establecidos como norma, todo ser humano lleva en su interior un 12.5% de cada abuela. Un 12.5 que tal vez se manifieste en las orejas, los ojos, el tono de la voz, la estatura o la disposición de las cejas. Pero esta no es la herencia que más importa. Cuentan más las historias, los postres que se hornean especialmente para el nieto, las súplicas ante los propios padres para lograr el perdón por alguna pilatuna y ese cariño especial que solo se le puede profesar a los hijos de los hijos.