Especiales Semana

DIA DE LA MADRE

2 de junio de 1986

POR HACER BONITO...HIZO FEO
La mujer de hoy en día, muy liberada ella, muy compartidora del poder, muy ejecutiva, muy estresada, lo único que ha conseguido es empeorar las cosas para ella misma.
Se levanta a las cuatro de la mañana después de haberse acostado rendida a las doce y cuarto, lava un cerro de ropa, deja enjabonado otro cerro, limpia los visillos de una ventana, lava los tenis del niño de quince años, barre, trapea y sacude, y fuera de eso pone el chocolate, sale a comprar la leche y el pan, despierta al marido, le termina una tarea escolar a la niña, y ya para irse a trabajar reparte instrucciones que nadie cumple, lava la chocolatera, esconde la parva y se maquilla.
Y llega al trabajo en donde hay un jefe muy contento con ella porque no es irresponsable, no viene enguayabada, no alza la voz, no pide aumentos y fuera de eso no es ladrona. Por eso ellas han desplazado a los hombres en diversas ocupaciones en las que son tan eficientes como ellos, a veces más y por eso mismo más de una se ha dedicado a mantener a su pareja.
Y uno no sabe de dónde sacan tiempo, porque paralelo al trabajo y al sostenimiento de los destinos domésticos, ellas van a clases de gimnasia rítmica, están en cursos de cerámica y peluches y venden ropa interior italiana por cuotas entre sus amigas, también atareadas hasta la coronilla, pero felices todas de mostrarle al mundo que no son ningunas muñecas de exhibidor y que la belleza interior también existe.
Entonces piensa uno en que quizá sean mejores esas tardes espesas de tedio que pasan las mamás normales, oyendo "Así resolvemos tu caso" y mordiendo humanidad con las vecinas o inventando disculpas para esconderse del señor que viene por la cuota de un terrible cuadro de la "Ultima Cena", bordado en lana y que cuelga en la sala. Mientras ellas esperan plácidamente al marido, sus congéneres "arrojadas" son también arrojadas de la puerta del bus por un tumulto de hombres. Después les toca pararse agarradas de la varilla del medio y les toca que las toquen y les toca quedarse calladas. Luego llegan a un hogar que las espera para calentar los fríjoles congelados, escurrir la ropa que dejaron remojando, hacer una tarea de diptongo cerrado, preparar la comida del día siguiente, ver la telenovela a pedacitos y en fin... hasta las doce y cuarto, hora en que logran un suspiro para poner el reloj a que las despierte a las cuatro de la mañana en punto.
Y llega el domingo, su único día libre, y se dan cuenta que hay que lavar el baño, mercar, hacerle una tediosa visita a las tias solteronas, pobrecitas, ir a misa...
Claro que hay otras doñas que tienen sirvienta, a la que tratan como a violín prestado, olvidando la solidaridad de colegas que debe unirlas. A su vez, estas sirvientas han madrugado en sus casas para hacer corriendo lo que harán todo el día en casa ajena, y habrán dejado a sus pequeños bajo candado, para que sus vecinas no se los humillen ni los vaya a destripar un bus.
Pero también hay que decir que la mujer comprendió a cabalidad lo que significa aquella sabia frase de origen judío: "El que pone la plata pone las condiciones". Nótese, como diría un sociólogo, el machismo subyacente de esa frase, que, de ser objetiva, sería: "El (la) que pone la plata..."
Lo cierto es que trabajar no es muy bueno que digamos y trabajar en la forma que lo hacen las mamás-camelladoras es doblemente maluco. Y lo peor de todo es que pagan un precio muy alto por una independencia económica que no pueden ejercer porque no les queda tiempo.
Mejor dicho, con esa conquista de intervenir en la producción, la mujer se metio en la que sabemos.

DIA DEL EMPALAGUE
Las urgencias hospitalarias, el comercio, las prenderías, los cementerios y las mamás se disputan el honor de ser el punto focal del día de la madre.
A los que trabajan en los servicios de urgencias se les ponen los pelos de punta cuando llega mayo con su dichoso día a bordo. Ese domingo, pues siempre cae un domingo, no alcanzan camas ni camillas para recibir borrachitos intoxicados en honor a la mamá, heridos en peleas por una mentada de progenitora en un día tan inoportuno y víctimas de toda clase de accidentes. En realidad las clínicas se preparan como lo hacen en los días más movidos de la Navidad y aunque no se apoyan en estadísticas, sí aseguran que esta celebración aumenta el número de pacientes de urgencias.
Por eso médicos y enfermeras terminan el día casi tan cansados como las empleadas del servicio larga distancia de Telecom.
Otra cosa opinan los dueños de almacenes. Ellos dan gracias a Dios y a Fenalco cada vez que recuerdan la lista de celebraciones metidas a empujones en nuestras costumbres: días del padre, del amor y la amistad, del ingeniero mecánico, de la enfermera voluntaria y hasta de los cerebros fugados. De esto sí hay estadísticas pero en forma de utilidades y en sus libros secretos de contabilidad.

NADIE SE ESCAPA
El interior del día de la madre contiene un par de ingredientes que solo son inofensivos pero al juntarse se vuelven explosivos: el sentimentalismo y el comercio. En esta fecha se recrudecen las emociones y los remordimientos. Así por amor o por arrepentimiento, esposos e hijos se deshacen en demostraciones. En el afán cualquier cosa es permitida o si no que lo digan las prenderías. Algunas hasta piden artículos nuevos pues nada de segundas para la mamá. Pero unas van con las otras y mientras unos empeñan el equipo de sonido para el regalo y la serenata, otros se acercan a comprar una cadena de oro como nueva. Almacenes y prenderías hacen negocio hasta varios días después: los unos ayudando a las mamás a gastar la plata que les regalaron y las otras prestando a los que se quedaron sin cinco.
Para los que sin duda es el mejor día del año es para los cementerios, que con el día de los difuntos, son las fechas de lleno total. Según la capacidad reciben tres, cinco mil o más visitantes.
Todos tienen programaciones especiales, el doble de misas incluyendo la solemne concelebrada y con coros. Otros contratan conciertos de música clásica y popular, cuartetos y trios que van a cantar canciones viejas en honor a las madres. Y no faltan los que le llevan una serenata con mariachis a la mamá en pleno cementerio.
Los vendedores de flores suben los precios y venden como ningún otro día del año; ochenta, cien y hasta 200 mil pesos.
Unos visitantes rezan, otros lloran; todos ponen flores y llevan planos para hacer figuras especiales, dejan tarjetas de felicitación pegadas a las lápidas, cristos, fotos, leyendas, hasta dejar el cementerio como un árbol de Navidad. A pesar de las prohibiciones de los nuevos parques cementerios de no permitir las flores para evitar plagas, ese día los prados quedan tan florecidos que se convierten en un espectáculo para los que pasan.
El público más numeroso es de mujeres, pero de todo se ve, hasta el enguayabado que denuncia el robo de la tumba de su mamá porque lleva dos horas buscándola y no da con ella.
De todas maneras y en todos los niveles, con la madre viva o muerta, esta controvertida fecha criticada por unos y alabada por otros, moviliza a todos por parejo pues si de algo estamos seguros es de que tenemos o tuvimos mamá.