Especiales Semana

¿Dónde le duele?

La ciencia médica vuelve sus ojos hacia el tratamiento del dolor como enfermedad.

18 de septiembre de 2000

Por más saludable que sea una persona, en algún momento de la vida ha tenido que padecer un dolor. Sea una simple neuralgia o un dolor provocado por una enfermedad tan delicada como el cáncer, se trata de una de las manifestaciones más comunes de que algo anda mal en el organismo. El dolor es la más frecuente causa de consulta médica a nivel mundial. Sin embargo los expertos de la medicina se han mostrado preocupados por el incremento de personas que sufren de dolores crónicos. Estos se caracterizan porque a pesar de ser tratados, persisten por mucho más tiempo sin que se sepa con certeza cuál es la causa o la enfermedad que los provoca. En la actualidad las personas que los padecen alrededor del mundo sobrepasan los 400 millones de individuos y las causas más frecuentes están asociadas con la artritis o el cáncer, aunque también se sabe de casos directamente relacionados con migrañas y dolores lumbares. Su tratamiento incluye todo tipo de drogas: opioides y antidepresivos, que modulan la transmisión del dolor al sistema nervioso central; drogas antiinflamatorias, acetaminofén y analgésicos. Aunque se ha demostrado que el abuso de estos medicamentos puede ocasionar problemas estomacales, úlceras, mareos constantes, vómitos y diarreas, lo cierto es que se han desarrollado drogas nuevas con objetivos más específicos y menor riesgo de efectos secundarios. De igual manera los especialistas de la salud han dejado de ver los problemas de dolor como un síntoma y los están tratando como una enfermedad. Estudios recientes han demostrado que padecer dolor por tiempo prolongado retarda la recuperación de algunos pacientes. Es por ello que la vieja mentalidad de que el dolor es cuestión de aguante, ha hecho que la medicina intente por todos los medios reducirlo al máximo. El suministro de calmantes, anestesias y los procedimientos quirúrgicos mediante novedosas tecnologías tienden a provocar el mínimo dolor posible al paciente y en caso de que éste sea inevitable, se toman las medidas respectivas para evitar complicaciones.