Especiales Semana

El año de Augusto

Durante el 92 el presidente de Bavaria estuvo en el ojo de varios huracanes.

25 de enero de 1993

AUGUSTO LOPEZ VALENCIA ES TAL VEZ el único colombiano que tiene simultaneamente indices de popularidad e impopularidad enormes. Todo el que lo conoce lo aprecia, todo el que lo trata lo respeta. Sus problemas de imagen se derivan de que maneja todo y que cuando se maneja todo no se puede tener feliz a todo el mundo.
El Grupo Santo Domingo bajo su dirección se convirtió en el simbolo del poder omnímodo en Colombia. Y cuando se llega a ese estatus se presentan invariablemente problemas de imagen.
En 1992 Augusto López subió como palma. En terminos empresariales le produjo al Grupo Santo Domingo más utilidades que nunca en el pasado. Las utilidades consolidadas del Grupo a nivel mundial se acercan a los 150 millones de dólares.
También fue para el emperador Augusto el año de la política. La tenía siempre a flor de piel. Inclusive por herencia, puesto que su padre fue un líder laureanista tradicional de Antioquia. El siempre había sido un político frustrado, pues su talento como empresario lo había sacado de esas lides. Pero como en la vida todo da vueltas, paradójicamente ese mismo talento empresarial le otorgó un poder político muy superior al que pudiera podido sonar si hubiera ido por la vía tradicional.
Hoy, más que un político, es el dueño de la clase política. Y, como si fuera poco. su nombre figura en todos los abanicos presidenciales del Partido Conservador. El sabe que el 94 no sera su año, pero lo que pocos saben es que no descarta la presidencia para 1998 o aun para el 2002.
Se podría alegar que a los 56 años ha logrado todo y no tiene por qué aspirar a nada más. Al fin y al cabo muchos creen que la presidencia del Grupo Santo Domingo es el mejor del cargo del país y suficiente aspiración para una vida exitosa. Pero en el caso de Augusto López su talento es de una dimensión comparable a su ambición. Los presidentes del Grupo Santo Domingo mandan, pero no pasan a la historia. Y Augusto López aspira a figurar algún día en los libros de historia.
Tanto poder se le sube a cualquier humano a la cabeza. Y a eso obedece sin duda el único resbalón serio que tuvo Augusto López durante el año 92: su enfrentamiento con el ministro de Hacienda Rudolf Hommes. El exhibicionismo de poder que mostró en ese episodio le costo algunos puntos. Pero había ganado tantos, que el reves fue marginal.
El 93 sera para López Valencia un año lleno de posibilidades no sólo para su grupo sino para el. Ha adquirido una identidad propia que no depende ya de lo que representa, sino de lo que es en realidad.