Especiales Semana

EL AÑO DE LA INCERTIDUMBRE

La crisis política afectó el clima de la economía colombiana durante 1995.

22 de enero de 1996

Había quienes aseguraban que la economía colombiana no tenía emoción. Año tras año, con unas pocas variantes, se sabía desde el primero de enero qué iba a suceder durante los 364 días restantes. La estabilidad reconocida en el manejo macroeconómico de las autoridades es elogiada en todos los rincones del mundo, y salvo uno que otro lunar coyuntural reciente como la crisis financiera del 82 o la cambiaria del 85, la economía colombiana es una de las pocas de mostrar en la región.
El susto continental de la deuda pasó sin hacerle mucha mella al país y la apertura modernizó a los sectores otrora protegidos y cercados por el llamado 'síndrome de la tapia'. El mercado bursátil colombiano fue uno de los mejores del mundo en los últimos años y la internacionalización del país vino acompañada de una mejora en los índices de inversión y crecimiento.
Sin embargo llegó 1995 y las cosas cambiaron. Incertidumbre, es sin duda el término que mejor resume lo que sucedió en Colombia durante el año que está por pasar.
Mientras que hasta hace poco se aseguraba que "al país le iba mal pero a la economía bien", ahora la cosa parece ser a otro precio. Al país le fue mal y a la economía no tan bien como se pensaba al comienzo del año. Aunque la situación no fue grave, y las cifras macroeconómicas se pueden considerar como satisfactorias, hubo luces de alarma que se encendieron en el tablero de control de la coyuntura.

EN ENFRIAMIENTO
Semejante impresión es confirmada por los datos más recientes. Un estudio de coyuntura realizado por la Superintendencia de Valores al cerrar el tercer trimestre del año, revela que la mayor parte de los indicadores financieros de las principales empresas del país se resintieron claramente. "Ya es innegable que la economía colombiana se está enfriando. Que ello esté ocurriendo no debería sorprender a nadie porque es lo que tanto buscaba el Banco Central", sostuvo Javier Fernández Riva, presidente de ANIF.
No obstante, eso todavía no se refleja en las cifras globales. Según el Departamento Nacional de Planeación el incremento en el Producto Interno Bruto fue del 5,5 por ciento en los primeros nueve meses del año y el crecimiento para todo 1995 se estima en 5,3%. Los sectores con mayor crecimiento fueron el petrolero, el agrícola (gracias al café) y los servicios del gobierno.
Sin embargo las encuestas empresariales muestran un aumento del pesimismo y de las condiciones económicas y políticas para la inversión. Según Fedesarrollo, una tercera parte de los industriales entrevistados por esa entidad decidió aplazar o cancelar proyectos de expansión como resultado de la situación de incertidumbre.
La inquietud en torno a la crisis política se expresó en la aceleración de la devaluación, que se acercó al 20 por ciento en el año, 7 puntos por encima de la meta oficial.
A pesar de todo esta aceleración tuvo un impacto positivo en la competitividad de las exportaciones colombianas. "Sin embargo, tal situación también podría haber influido en un mayor costo de producción para las empresas que requirieron bienes de capital o materias primas importadas para desarrollar sus procesos. Además habría ocasionado una reorientación de su demanda de recursos de financiación hacia el mercado financiero local como se deduce de la drástica reducción de pasivos en moneda extranjera", advirtió en un análisis la Superintendencia de Valores.

LA BALANZA
El gobierno pudo apuntarse varios triunfos, como haberse acercado a la meta inflacionaria a pesar de los reiterados ataques al Pacto Social, y en materia legislativa consiguió sacar adelante la reforma tributaria. Además la buena imagen de Colombia en los mercados internacionales se mantuvo, a pesar de eventos como la crisis mexicana.
Pero hubo factores que conspiraron contra la economía en 1995: la caída de los precios del café, la larga lista de concordatos, entre ellos el de la ilustre Acerías Paz del Río, la caída de la bolsa de valores, el frenazo en la industria de la construcción, las elevadas tasas de interés, la merma en las ventas de autos y el desequilibro de las finanzas públicas son prueba de ello.
Uno de los hechos que sirve para demostrar cuánto ha cambiado la fenomenología económica nacional tras la apertura, tiene que ver con el mercado bursátil. Ahora, cuando el país tose, contagia de gripe a la bolsa. El hasta hace dos años mejor mercado emergente bursátil del mundo hoy presenta resultados preocupantes.
Para 1996 las dudas persisten. "El dinamismo de la inversión privada ha sido el rasgo más positivo de la evolución económica desde el inicio de la apertura económica. El auge de la inversión fue propiciado por una combinación de factores que redujeron el costo efectivo de los bienes de capital y facilitaron el financiamiento de las inversiones. Infortunadamente, el clima económico de la inversión se ha deteriorado en meses recientes", sentenció Fedesarrollo.
Esa variable es la que puede decidir la suerte económica del país. El anuncio de la Junta Directiva del Banco de la República en el sentido de que se mantendrán las restricciones al crédito y las altas tasas de interés, tampoco ayuda mucho a las perspectivas.
Según las proyecciones oficiales el crecimiento esperado en el año que comienza es de 5,1 por ciento. El principal factor para lograr esa cifra debe ser la producción petrolera, cuyo crecimiento se estima en más de 11 por ciento.
No obstante, propios y extraños insisten en que es necesario dejar atrás el clima de incertidumbre para que los cálculos optimistas se vuelvan realidad. De no ser así el campanazo de alerta que recibió la economía colombiana en 1995 acabará siendo realidad.