Especiales Semana

¿EL ASESINO?

Para las autoridades, el hombre del círculo podría corresponder al retrato hablado de quien, según testimonios, disparó contra Galán.

25 de septiembre de 1989

En Colombia ya no se puede seguir diciendo que no cogen a nadie. Si algún consuelo puede quedar en medio de la grave situación por la que el país atraviesa es que, en los ultimos tiempos, si bien los autores intelectuales de los crímenes siguen siendo tan escurridizos como antes, algo diferente sucede con los autores materiales. Así como en los asesinatos de Rodrigo Lara, Guillermo Cano, y las masacres de Urabá y La Rochela, los ejecutores materiales están tras las rejas, cinco personas altamente sospechosas del asesinato de Luis Carlos Galán cayeron en manos de las autoridades cuatro días después del magnicidio. De ellos, cuatro fueron reconocidos por numerosos testigos que los vincularon de una u otra manera a la preparación y ejecución del atentado. Se trata de Alberto Hubiz Hazbum, Norberto Murillo Chalarcá, Armando Bernal Acosta, Luis Alfredo González Chacón y Pedro Zambrano. Aparte de estos cinco, SEMANA tiene información de que por lo menos otras dos personas han sido detenidas por la Dijin, el cuerpo investigativo de la Policía Nacional que ha jugado papel fundamental en estas operaciones.

El director general de la Policía, general Miguel Antonio Gómez Padilla, asegura que gran parte del éxito inicial de las capturas se debe a la solidaridad de los ciudadanos que han contribuido a la identificación y localización de los presuntos asesinos. Una llamada anónima a la Policía de Medellín permitió establecer el paradero de los cinco capturados la semana pasada. El informante indicó la dirección en donde se encontraba, en un apartamento de Bogotá, el supuesto comando que había asesinado al dirigente liberal. Unidades secretas de la Dijin allanaron un apartamento de la calle 19 con carrera 4a. y allí encontraron a los cinco hombres.

"Muchas personas se preguntan por qué no opusieron resistencia - le dijo a SEMANA un funcionario cercano a la investigación. Lo que pasa es que cuando nuestros hombres llegaron, los sujetos se encontraban limpiando las armas". Una de ellas era una subametralladora Ingram, calibre 9 mm, que a juzgar por los primeros indicios de balística, podría ser el arma que disparó contra Galán.
Al cierre de esta edición, aún no se había efectuado la prueba considerada fundamental para establecer una relación entre el arma decomisada y los casquillos hallados poco después del atentado, cerca de la tarima en donde fue asesinado Galán. Según los expertos en balística, cada arma deja una inconfundible arma de estrias, especie de huella digital, en los casquillos, que permite identificar con absoluta certeza qué arma ha disparado qué proyectiles.

Aparte de las armas, fueron halladas varias chompas negras de cuero, como las que portaban algunos de los sospechosos, según afirmación de los testigos.

Pero si la identificación del arma está en proceso, la identificación de los sospechosos parece haber arrojado resultados concretos. El pasado miércoles, acudiendo al llamado de las autoridades y luego de haber visto sus rostros por televisión, cerca de 40 personas - incluidos niños - se acercaron a las instalaciones de la Dijin para participar en el proceso de identificación de los cinco capturados. Dentro de las más estrictas normas jurídicas y de procedimiento, y con la presencia de un juez y un delegado de la Procuraduría, uno a uno de los sospechosos fue presentado a los testigos que observaban tras un vidrio especial, que deja ver pero impide ser visto. En líneas de 9 hombres, en cada una de las cuales estaba uno de los sospechosos, los testigos identificaron a cuatro de los detenidos. El más veterano de ellos, Hubiz Hazbum, habría disparado un arma en la plaza, aunque no necesariamente la que mató a Galán.
Algunos aseguran que llevaba puesto un gorro. Armando Bernal habría estado rondando la plaza de Soacha horas antes del atentado. Los otros tres fueron indistintamente identificados como personas que habían estado en la plaza antes o durante la manifestación.

EL MONZA Y LA LLAMADA
Pero hay más. SEMANA ha podido establecer con fuentes oficiales que al final de la semana y después de que los rostros de los detenidos aparecieron en la T.V. y en la prensa, tres de ellos fueron inicialmente reconocidos como los ocupantes de un automóvil Monza último modelo que, en la mañana del día del atentado, estuvo parqueado a la entrada de la población. Este testimonio fue suministrado por algunas personas que muy temprano hacían deporte. Según ellos, uno se encontraba al volante, mientras los otros dos ocupaban la parte trasera.
Los testigos aseguran que los hombres estaban armados y que reflejaban cansancio en sus caras.

Pero hay un dato adicional que revela cómo se produjo la primera captura esa misma noche en Soacha.
A la central de comunicaciones de la Policía entró una llamada: "Si ese h.p. no está muerto, lo rematamos en cualquier parte", se oyó decir. En minuto y medio, a través de la red de seguimiento, se ubicó el teléfono de donde se había hecho la llamada. Se alertó al CAI y a las unidades más cercanas y se capturó al hombre en un teléfono público de Soacha.

LAS CLAVES DEL VIDEO
Dentro de todo este proceso de investigación, el video tomado por el camarógrafo de la campaña de Galán, Jesús Calderón, y las fotografías de José Herchel Ruiz han sido funda mentales para los investigadores. En algunos casos, porque se ha podido establecer conexión entre rostros filmados durante la manifestación y los capturados; y en otros, porque han mostrado personas que, a pesar de no estar retenidas, resultan altamente sospechosas por su actitud en medio del tiroteo. En la más importante de las fotos de Ruiz, aparte del hombre de traje y sombrero blanco que porta una pancarta, asoma por encima de la tarima un rostro que tiene mucho en común con el retrato hablado de quien, según algunos testimonios, habría sido el hombre que disparó contra Galán. Es decir, el gatillero.

En lo que se refiere al hombre de sombrero blanco, no sólo es sospechosa su tranquila actitud en medio de la balacera, sino más aún, como se puede observar en el video que esa misma noche emitió en exclusiva el Noticiero Nacional, el desparpajo con el cual dio vuelta frente a la tarima y salió lentamente por entre la multitud que corría aterrorizada o se lanzaba al piso para evitar las balas.
Como si fuera poco, se alcanza a observar que tuvo tiempo para enrollar la pancarta.

Las autoridades buscan también identificar a un hombre vestido de gris que sostenía el otro extremo de la pancarta, y que se ve en el video al costado izquierdo de la tarima. Lo mismo que el hombre de blanco, no parece inmutarse por la balacera.
Pero adicional a esto, las autoridades parecen estar seguras de que este sujeto se encontraba, como lo muestran las imágenes previas al atentado, montado en uno de los camiones que hacía parte de la caravana que encabezaba el candidato. Finalmente, no faltan quienes sostienen que Hubiz Hazbum es el hombre que aparece en medio de la multitud, frente a la tarima, debajo de la pancarta y usando un gorro claro. Aunque, sin duda, tanto el video como las fotografías han sido de mucha utilidad para los investigadores, lo cierto es que difícilmente pueden constituir plena prueba. De ahí que el esfuerzo de los organismos de seguridad y, en particular, de la comisión especial creada por el gobierno para hacerse cargo del caso y cuya cabeza es el general Miguel Maza Márquez, director del DAS, deba concentrarse en el interrogatorio de los detenidos, en las pruebas de balística, en los testimonios de los manifestantes y en todos los indicios que puedan haber sido encontrados tanto en el lugar de los hechos como en el apartamento donde fueron capturados los cinco sospechosos.

Independientemente de las dudas que puedan despertar algunos de los avances logrados por las investigaciones, lo que no se puede negar es que, en lo que se refiere a los autores materiales, se va por buen camino. La parte valseada del pasillo es, obviamente, no tanto la identificación de los autores intelectuales como su captura. La identificación no ofrece, al menos a nivel de indicios, mayores problemas. No sólo es evidente que Luis Carlos Galán era el colombiano que más directamente había enfrentado a Pablo Escobar y al cartel de Medellín en los últimos años, sino que se había salvado milagrosamente de un atentado días antes en Medellín, operativo que se frustró cuando fueron detenidos tres hombres armados hasta los dientes, identificados como sicarios vinculados a la organización de Escobar.

Es en la captura de los autores intelectuales donde se plantean las mayores dificultades. No sólo cuentan con ejércitos propios muy bien armados y con infiltración en las Fuerzas Armadas y en los altos organismos del Estado, sino que poseen gran capacidad de movilización y múltiples escondederos, para no hablar de la capacidad de corrupción y soborno que le permiten sus inmensas fortunas. Pero es evidente que las operaciones militares que la semana pasada condujeron al decomiso de cuantiosas y valiosas propiedades y a la retención de miles de personas, han significado para los capos una reducción sustancial de sus posibles refugios y de su apoyo logistico. Pero, más que en esto, las autoridades tienen cifradas sus esperanzas en una estrategia de acoso y asfixia contra las cabezas de la mafia. Todo parece indicar que cientos de personas vinculadas al narcotráfico, pero ajenas a la organización paramilitar y, en particular, al asesinato de Galán, están perdiendo sus casas, fincas y aviones, están siendo detenidas y se exponen, en algunos casos, a la extradición a Estados Unidos.
Por estas razones, no se descarta que, en aras de salvar el pellejo y de lograr que la presión sobre ellos se reduzca, -como evidentemente se lograria con la captura de Escobar y "El Mexicano"-se conviertan en valiosos informantes contra los grandes capos. Tácticas similares surtieron efecto para la liquidación de las Brigadas Rojas, tras el asesinato de Aldo Moro en Italia. Y las autoridades confían en que este método produzca en Colombia un final feliz a la italiana.

LOS COMANDOS ISRAELIES
El escándalo amenaza con salpicar a varios países. La semana pasada, cuando se supo que el ex coronel de las Fuerzas Armadas de Israel, Yair Klein, entrenó a un grupo de paramilitares, comenzaron a conocerse detalles nuevos de una historia que el país está escuchando hace varios meses.

El pasado mes de abril la prensa colombiana conoció informes de los organismos de seguridad del Estado, según los cuales instructores ingleses e israelíes estaban dando cursos a grupos paramilitares en el Madgalena Medio (ver SEMANA No. 362). El asunto se silenció un tanto hasta que el pasado 15 de agosto el diario El Tiempo reprodujo una información de la prensa inglesa en la que Peter McAleese y Dave Tomkins, dos veteranos de las fuerzas inglesas de comandos, SAS, afirmaron haber trabajado en Colombia. Según los dos mercenarios, algunos miembros de los servicios de inteligencia colombianos los contrataron para entrenar campesinos que se enfrentarían a las guerrillas de izquierda. Una vez en Colombia, una tentadora oferta que provino de Cali los llevó a montar un operativo tipo comando, muy sofisticado, para liquidar a Pablo Escobar.
El plan falló cuando uno de los helicópteros que participaron en la misión se estrelló a poca distancia de su objetivo.

Las cosas tomaron un nuevo giro la semana pasada, cuando las autoridades israelíes identificaron a Klein en un video de un entrenamiento de paramilitares, que fue transmitido por la cadena norteamericana NBC. Al parecer, este hombre, que tiene una compañía de asesoría en seguridad y antiterrorismo y que tiene permiso de su país para negociar con armas echó mano de por lo menos dos de sus ex compañeros, Avraham Tzadaka y Yaakov Brine, para trabajar aquí.
Tras una intensa búsqueda, por fin el viernes pasado Klein habló para la televisión de Israel, afirmó haber trabajado en Colombia en el adiestramiento de campesinos, pero nunca para la mafia. En el curso de la entrevista, el ex coronel dijo que al término de su misión fue remplazado por instructores ingleses y surafricanos. Lo cierto es que el gobierno de Israel, en declaraciones oficiales, negó tener conocimiento del asunto y que si Klein estuvo trabajando en Colombia, lo hizo sin permiso de las autoridades de Tel Aviv y puede ser castigado por ello.

Pero, a la hora de la verdad, a cualquier gobierno le queda muy difícil vigilar los pasos de los soldados especiales que militaron en las filas de sus ejércitos. Por ejemplo, en Israel existen por lo menos 800 empresas encargadas de dar asesoría en seguridad y que negocian con armamento, todas ellas con licencia oficial. Ni hablar entonces de la cantidad de mercenarios, ex oficiales de las fuerzas de élite o comandos de diferentes países, que se pasean por el mundo ofreciendo sus servicios al mejor postor, sin importar la víctima. Estos hombres en su gran mayoría fueron miembros de grupos selectos, de ejércitos nacionales entrenados física y sicológicamente para destruir, expertos en las técnicas más variadas, actúan sin necesidad de ayuda, dan golpes contundentes y certeros, son prácticamente imposibles de atrapar después de que han destruido su objetivo y son impredecibles. También son capaces de prever los movimientos de su víctima con gran acierto. Una vez que ponen en marcha el operativo son muy difíciles de ubicar y sólo cuando una cuidadosa labor de inteligencia permite detectarlos o seguirles el rastro deciden dejar su misión.

Según fuentes del DAS consultadas por SEMANA, aunque aparentemente el asesinato de Luis Carlos Galán parece una operación más de sicariato, "por la efectividad de la acción, por el sitio escogido y por la rapidez con que fue ejecutado, tiene todas las características de una operación de comandos, en la que participaron sujetos profesionales de mucha experiencia".


LOS EXTRADITABLES
Pablo Emilio Escobar Gaviria
39 años. Cabeza del cartel de Medellín.
Comenzó robando lápidas en los cementerios, pasó al robo de carros y fue arrestado por primera vez en 1974. En Medellín, su centro de operaciones, fue arrestado otra vez en 1976, acusado de transportar 39 libras de cocaína dentro de las llantas de un carro. Estuvo detenido durante 3 meses y en ese lapso su caso estuvo en manos de 9 jueces diferentes. Intervino en política en 1983, cuando llegó a ser suplente de Jairo Ortega en la Cámara de Representantes, en las listas que respaldaba el Movimiento Alternativa Popular, de Alberto Santofimio, quien lo expulsó en septiembre de 1983. Pero Escobar Gaviria alcanzó a sentarse en el Congreso de la República. Desde el asesinato de Rodrigo Lara Bonilla hasta el del senador Luis Carlos Galán, pasando por las masacres de Urabá, el asesinato del agente de la DEA Barry Seal y el de Guillermo Cano, Escobar ha sido vinculado a estos casos.

JOSE GONZALO RODRIGUEZ GACHA
42 años. Cartel de Medellín.
Conocido como "El Mexicano", Rodríguez Gacha comenzó su actividad en los años 70, trabajando para Gilberto Molina, en esa época "El rey de las esmeraldas". Al cabo de los años, Rodríguez Gacha se dedicó al narcotrafico y a comienzos de los 80 se convirtió en el tercer pilar del cartel de Medellín. En su negocio de cocaína hizo alianzas con las FARC que, según él mismo, lo robaron, razón por la cual les declaró la guerra. De acuerdo con las autoridades, ha sido el autor intelectual de casi todos los asesinatos de los miembros de la UP y se le considera el jefe nacional de los grupos paramilitares.

GILBERTO RODRIGUEZ OREJUELA
49 años. Cabeza del Cartel de Cali.
"El Ajedrecista". Dedicado a la actividad bancaria, su prontuario comienza con el secuestro de los jóvenes suecos y sigue con el narcotráfico. En 1976 la DEA le confisca 290 kilos de pasta de coca que traía de Perú hacia Colombia. En 1978 se le descubre la red de distribución en Queens (N.Y.) Según la DEA, es el propietario del equipo de fútbol América de Cali. El 16 de noviembre de 1984 fue detenido en Madrid. Las autoridades españolas descubrieron que poseía una finca de 4 mil hectáreas en Andalucía y lo acusaron de lavar 46 millones de dólares a través del Banco Cafetero de Panamá. Fue extraditado de España a Colombia en junio de 1986 y fue declarado inocente por el juez 11 penal del Circuito, Tobías Iván Posso Posso.

JORGE LUIS OCHOA
40 años. Cartel de Medellín.
Considerado como el jefe del clan de los Ochoa que, según las autoridades norteamericanas, es una de las tres organizaciones que integran el cartel de Medellín, responsable del ingreso del 80% de la droga que se consume en Estados Unidos.
Fue detenido en Madrid junto con Gilberto Rodríguez Orejuela y posteriormente extraditado a Colombia para ser juzgado por el delito de contrabando de 127 reses de lidia. El juez único superior de Aduanas, Fabio Pastrana, lo condenó a 20 meses de prisión y al pago de un millón de pesos, pero el juez ordenó suspender la ejecución de la sentencia a cambio de una fianza y el compromiso de que Ochoa se presentaría cada 15 días en el juzgado, compromiso que no cumplió. El 21 de noviembre de 1986 fue detenido nuevamente en Palmira y enviado a la cárcel de La Picota.
Mientras se preparaba su extradición a Estados Unidos, fue dejado en libertad por el director de la cárcel, a solicitud del juez 71 de Instrucción Criminal, Orlando Caicedo Rojas.

FABIO OCHOA VASQUEZ.
32 años. Cartel de Medellín.
El más joven del clan de los Ochoa. Empezó en los años 70, cuando apenas tenía 20 años. Su base era Miami, desde donde supervisaba la distribución de cocaína de la familia a Estados Unidos. Está acusado de haber asesinado al agente federal Barry Seal. En Colombia no tiene proceso judicial pendiente.

JOSE SANTACRUZ LONDOÑO.
40 años. Cartel de Cali.
Comenzó como "mula" en el negocio de la droga.
Apodos: "Don Chepe" y "El Universitario" .
Lavador de dólares en Queens (Nueva York) y Miami. Socio de Gilberto Rodríguez Orejuela en múltiples negocios. A los 19 años, junto con Gilberto Rodríguez, hizo parte de una banda que secuestró a Hermann Buff, secretario de la embajada de Suiza, y a José Stressle, hijo del cónsul de ese mismo país. Fue pedido en extradición por Estados Unidos el 17 de septiembre de 1984.

MIGUEL ANGEL RODRIGUEZ OREJUELA.
44 años. Cartel de Cali.
Hermano de Gilberto. En 1984 fue acusado junto con su hermano en Louisiana, Estados Unidos, de haber introducido 544 kilos de cocaína a ese país entre 1982-1983.

GUSTAVO DE JESUS GAVIRIA RIVERO.
40 años. Cartel de Medellín.
Primo hermano y socio en todos los negocios de Pablo Escobar. El juez décimo del Circuito de Medellín, Gustavo Zuluaga Serna (asesinado el 30 de octubre de 1986), le dictó auto de detención junto con Pablo Escobar, por su posible participación en el asesinato de dos agentes del DAS de Medellín, el 30 de marzo de 1977. Casi todas las propiedades de Pablo Escobar figuran a nombre de Gustavo Gaviria y de su esposa María Victoria Henao Ballén.

JUAN DAVID OCHOA VASQUEZ.
42 años. Cartel de Medellín
Es el mayor del clan de los Ochoa. El gobierno de Estados Unidos lo acusa, junto con sus hermanos, Escobar Gaviria y Rodríguez Gacha de ser el propietario de un cargamento de cocaína embarcado desde Nicaragua a Estados Unidos operación que fue descubierta por el agente encubierto de la DEA, Barry Seal.

JOSE DUARTE ACERO.
Cartel de Cali.
Tiene abierto, desde marzo de 1975, un proceso por tráfico de cocaina.

JAIME RAUL ORJUELA CABALLERO.
Las autoridades colombianas no poseen antecedentes.

GERARDO MONCADA.
Proceso por tráfico de marihuana en Vistahermosa (Meta) en junio de 1974.