Especiales Semana

El atentado oculto

A un año del famoso atentado en la Plaza de San Pedro, Juan Pablo II fue atacado de nuevo por un sacerdote español. El Vaticano intentó mantener el incidente en reserva.

Darío Gómez*
29 de enero de 2011

Todo lo que giró alrededor del segundo ataque al Papa fue extraño. Nos preguntábamos por las coincidencias y por esa persecución de la que era víctima el santo padre, Juan Pablo II.

Para esa fecha yo estaba recién ordenado y había sido asignado a La Ceja, Antioquia. En ese entonces era un pueblo tranquilo, no lo habían tocado todavía el narcotráfico ni la violencia. La verdad es que me vine a enterar del segundo atentado días después de que pasó. Lo vi en las noticias. Intentaron dar la idea de que no había sido un ataque, sino que habían descubierto a un cura español –Juan María Fernández y Krohn– mentalmente inestable y armado. Fernández había logrado acercarse peligrosamente en Fátima al Santo Padre, pero según la prensa no lo había herido. En la Iglesia nos pareció muy sospechoso, pero asumimos que no había pasado nada.

Nos unimos para orar cuando supimos que el cura Fernández lo acusaba de una conspiración y que por eso había intentado herirlo. Ya eran demasiadas coincidencias con el incidente de Ali Agca, en 1981, quien también acusó al Sumo Pontífice de conspirar. Ese 13 de mayo –un año antes– yo estaba trabajando en un seminario cuando oímos las noticias y luego vimos las terribles imágenes del Papa abatido en la Plaza de San Pedro, en Roma. Ese día tiene un gran significado para la Iglesia católica por la aparición de la Virgen de Fátima; que la segunda arremetida hubiera ocurrido apenas dos días antes era significativo.

Para mí eran intentos de callarlo por ser tan tenaz, tan decidido, por tener una personalidad arrolladora y el propósito de cambiarle la cara a la Iglesia. Como recién ordenado, tenía mucha confianza en la Iglesia y en ningún momento nos hicieron sentir que la institución estaba bajo amenaza. Por el contrario, confiábamos en Dios que ya había librado dos veces a su enviado en la Tierra.

Recientemente me enteré de que el cura Fernández hizo más que acercarse al Papa y que de hecho había intentado apuñalarlo con una bayoneta. Lo que aún no se sabe es si logró herirlo.
 
*Monseñor de Rionegro