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El clima o el petróleo

El presidente Rafael Correa intenta recaudar 3.500 millones de dólares a cambio de no explotar el crudo que Ecuador tiene en la Amazonia. Si lo logra, sería la prueba de que cuidar el ambiente puede ser rentable.

29 de noviembre de 2011

En los debates de cambio climático siempre está presente una paradoja. Hay un consenso general sobre la necesidad de prevenir los estragos del calentamiento global pero no existe acuerdo sobre quién tiene que pagar por esa lucha titánica. Por eso ha llamado la atención la propuesta de Rafael Correa. El presidente ecuatoriano ofrece no realizar una gigantesca explotación petrolera en la Amazonia a cambio de que la comunidad internacional  pague la mitad de los 7.000 millones de dólares que ganaría su país si lo hiciera.

La propuesta no es descabellada. De hecho, el secretario de la ONU, Ban-Ki Moon, aseguró que es la primera iniciativa real de gran escala para darle respuesta al problema del clima. El Parque Nacional Yasuní, el lugar del proyecto, alberga dos tesoros incompatibles entre sí. Por un lado, es "el lugar con mayor biodiversidad por metro cuadrado del planeta", como afirma David Romo, uno de los científicos más reputados de ese país. En una hectárea de esa selva existen más especies de árboles que en toda América del Norte. Hace parte del bioma amazónico, un ecosistema privilegiado por producir la quinta parte del agua y del oxígeno de la Tierra. Y además, es el refugio de comunidades indígenas milenarias, dos de las cuales pueden ser de los últimos grupos humanos que no han sido contactados por la civilización. 

Por otro lado, bajo esa espesa vegetación yacen cerca de 850 millones de barriles de petróleo, que de ser extraídos representarían el doble del plan anual de inversiones públicas del país. El problema es que sacarlas de allí no solo significaría destruir parte de la selva y sus comunidades, sino emitir 407 millones de toneladas de CO2, el principal responsable del cambio climático. Esta cifra equivaldría a las emisiones anuales de países como Brasil o Francia.

Los cálculos de ese impacto han hecho que el proyecto cada día tenga más adeptos. "Nuestra propuesta cambia la lógica de corresponsabilidad de cambio climático", dijo a SEMANA María Fernanda Espinosa, ministra de Medio Ambiente del Ecuador. Esto quiere decir que, por primera vez, un país con inmensas riquezas naturales lograría que la conservación sea costeada por quienes se benefician del oxígeno que ellas producen.

La idea de conservar Yasuní tiene sus adeptos. Tan solo el día en que se presentó en la ONU recaudó cerca de 50 millones de dólares, luego de que Correa en tres años de hacerle lobby solo recaudó un millón. En una teletón, los ecuatorianos aportaron 2 millones de dólares. Y desde la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) hasta la OEA y la CAN se han sumado a la iniciativa. A esto hay que agregar la prestigiosa lista de personajes que la respaldan, entre los que están varios premios Nobel y los expresidentes Mijail Gorbachov (ex URSS), Felipe González (España), Fernando Henrique Cardoso (Brasil) y hasta el príncipe Carlos, de Gran Bretaña.

Sin embargo, los buenos augurios se topan con la barrera de los 3.500 millones de dólares (de los cuales apenas llevan 50), que es lo que esperan recaudar los ecuatorianos en 13 años. Si al cabo de ese tiempo no se reúnen, la Asamblea de ese país tendría que decidir qué va a pasar con Yasuní.  Una cosa es firmar una iniciativa y otra desembolsar el soporte que se necesita para ejecutarla. Pero se requerirá una década para saber si esa pretensión verde que hoy les suena a tantos puede convertirse en una realidad.