Especiales Semana

EL COCA-GATE

Más y más evidencia une a Jorge Luis Ochoa y Pablo Escobar, con actividades de la CIA y los "contras"

11 de mayo de 1987

¿Se acuerdan de Olivert North? ¿El coronel loquito cuyas travesuras casi hacen caer a Ronald Reagan? ¿El hombre que desde los sótanos de la Casa Blanca se inventó la venta de armas a Irán, y luego, la desviación de las utilidades de esta negociación hacia los "contras" nicaraguenses? Pues ahora parece que este personaje, principal protagonista del Irangate y del Contragate, está también involucrado en lo que se podría llamar el "Cocagate".
¿Qué es el Cocagate? Teóricamente, podría ser solo una pata de los últimos dos. Sin embargo, no es imposible que sea uno de esos casos en que la pata resulte más grande que el cuerpo. Si el Irangate puede ser considerado un error político y el Contragate una maniobra ilegal, el "Cocagate", de comprobarse íntegramente, puede llegar a ser una acción abiertamente criminal. Según diversas revelaciones que han estado saliendo a flote en las últimas semanas, el gobierno de Estados Unidos ha participado, por lo menos indirectamente, en operaciones de tráfico de drogas en que están involucrados tanto los "contras" como narcotraficantes colombianos, y cuyo propósito sería el de obtener fondo para alimentar la red de apoyo al movimiento antisandinista creada y manejada desde la misma Casa Blanca por el coronel North, hasta su destitución a fines de noviembre.
SEMANA, consultando diferentes fuentes en Washington, Miami, Tegucigalpa, Managua y Medellín, ha armado un mosaico de la conexión narco-"contra"-CIA, que ya está siendo investigada por la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano, por el fiscal especial para el caso del Irangate, Lawrence Walsh, y por varias organizaciones académicas y periodísticas, que han sido consultadas por SEMANA
EL HOMBRE NUCLEAR
Todo comenzó en abril de 1982, cuando un avión Lockheed Lodestar, haciendo un aterrizaje de emergencia, se estrelló en los Llanos Orientales colombianos. En el lugar del accidente quedaron un piloto norteamericano gravemente quemado y un cargamento de cualudo. Días después, el piloto James Pettit de 39 años, fue enviado por las autoridades colombianas a su país, donde fue internado en el pabellón de quemados de un hospital de San Antonio, Texas.
Dos años después, cuando tras una larga convalescencia fue llevado a juicio, Pettit desconcertó al juez y al jurado en un tribunal de Miami, al afirmar que en sus operaciones de narcotráfico estaba siendo utilizado por la CIA. Señaló que si no le creían, podían tomar radiografías de su cuello y que encontrarían unos implantes electrónicos que la Agencia le había colocado, para "controlar sus pensamientos". Incrédulo, el juez Howard Gross ordenó los rayos X, pero nada apareció. Pettit insistió tanto que fue entonces sometido a un scanner. Para sorpresa de todo el mundo, apareció un microscópico aparato de cuarzo. La historia fue relatada en forma extensa, por el Miami Herald de mayo 28 de 1984. Nunca se pudo establecer, a ciencia cierta, para qué servía el minúsculo objeto, ni quién lo había implantado en el cuello de Pettit, pero aunque el sindicado fue condenado a 15 años de prisión, el cuento del "hombre nuclear" quedó flotando, creando por primera vez una asociación entre la Central de Inteligencia norteamericana y los pilotos del narcotráfico.
Esta vinculación, considerada inicialmente como producto de la mitomanía de un narcotraficante contra la pared, comenzó a confirmarse en forma más seria en otros casos. El de Barry Seal es uno de ellos. Seal era un piloto del narcotráfico que, después de varias condenas, se convirtió en informante de las autoridades norteamericanas y aceptó llevar a cabo operaciones encubiertas destinadas a obtener evidencia contra el llamado "cartel de Medellín".
Este agente encubierto fue el autor de las famosas fotos en que Pablo Escobar aparecía cargando pacas supuestamente de droga, en un avión C-123, bautizado cariñosamente con el nombre de Fat Lady, en territorio nicaraguense. Las fotos, divulgadas por la senadora republicana Paula Hawkins, fueron la base de una acusación contra el gobierno sandinista de ser cómplice en el tráfico de drogas. Según Estados Unidos, la persona que aparece en las fotos al lado de Escobar es Federico Vaughan, hombre cercano al ministro del Interior nicaraguense Tomás Borge. Los sandinistas negaron rotundamente esta versión descartándola como un simple producto de la propaganda contra su gobierno. Pero Reagan la utilizó como argumento para presionar al Congreso en una votación sobre ayuda económica a los "contras". La veracidad de la acusación nunca se pudo establecer, pero lo que sí fue demostrado es que las fotos fueron tomadas por cámaras especiales instaladas en el Fat Lady por la CIA.
Seal, cuando iba a atestiguar contra Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa sobre sus operaciones en territorio nicaraguense, fue asesinado por tres colombianos en Baton Rouge, Louisiana, en febrero de 1986. Siete meses después, el avión utilizado por él, el Fat Lady, fue derribado por los sandinistas, al volar sobre territorio nicaraguense entre la base de Ilopango en El Salvador, y un rancho en Costa Rica. Al caer a tierra, murieron tres personas, dos norteamericanos y un hombre no identificado hasta la fecha. El único sobreviviente fue el ex marine Eugene Hasenfus, quien alcanzó a saltar en paracaídas, antes de que el aparato se estrellara. La foto de Hasenfus, siendo llevado de cabestro por un diminuto soldado sandinista, le dio la vuelta al mundo. En los restos del avión apareció un cargamento de armas y municiones que, según la confesión de Hasenfus, era para los "contras".
Esta confesión constituyó la primera prueba irrefutable de que el gobierno de Estados Unidos, violando prohibiciones expresas del Congreso, estaba prestando ayuda de tipo militar a los antisandinistas, a través de una red de apoyo, que se descubrió semanas después con el escándalo del Irangate. Esta red había sido creada y era manejada por el coronel North desde la Casa Blanca. Y algunos documentos aparecidos después, demuestran su preocupación por la defensa de Hasenfus. Este último, después de haber sido condenado a 30 años, fue liberado en un gesto afectista del gobierno nicaraguense, en vísperas de la Navidad.
De todo esto episodio llamó la atención que el famoso avión de la fotografía de Pablo Escobar hubiera resultado el mismo en el que viajaba Hasenfus. Hasta este punto, la coincidencia no era aún muy comprometedora, pues aunque la CIA participaba en las dos operaciones, en la de droga lo hacía en cumplimiento de un supuesto apoyo a la DEA en un operativo destinado a desenmascarar a narcotraficantes colombianos.
DOS LIBROS Y UNA AEROLINEA
Sin embargo, la doble utilización del Fat Lady no es la única conexión entre la CIA y la mafia colombiana. Dos tripulantes que murieron en el avión de Hasenfus, el piloto William Cooper de 62 años, y otro piloto, Wallace Sawyer, cargaban cada uno su propio libro de vuelos, en el cual estaban registrados todos los viajes que habían llevado a cabo en los últimos años. El de Sawyer incluía varios viajes a Colombia. Que Sawyer, un piloto que trabajaba para la CIA, hubiera venido a Colombia, dejaba entreabierta la posibilidad de que, aparte de traficar con armas, también hubiera traficado con droga.
Esta sospecha cobró fuerza cuando el senador demócrata de Massachussets, John Kerry, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, envió una carta al Departamento de Justicia, manifestando que había sido abordado por un informante que aseguraba haber participado en operaciones de droga, en las cuales estaban involucrados el extraditable colombiano Jorge Luis Ochoa y personal de la CIA. El informante, cuyo nombre el senador nunca quiso revelar, indicó que la CIA estaba enviando armamento del sur de La Florida a Colombia y que, en los vuelos de regreso de los aviones utilizados, se traía cocaína embarcada por Ochoa, en complicidad con agentes de la CIA. Como cosa premonitoria, teniendo en cuenta que, por esos días, no habían estallado aún los escándalos Iran o Contragate, el senador Kerry agregó que el mismo informante le había dicho que agencias del gobierno de Estados Unidos estaban suministrando armas ilegalmente a los "contras" nicaraguenses. Como las denuncias del informante eran dos, y una de ellas, el suministro de armas a los "contras", quedó completamente confirmada semanas después, la otra, la conexión narco-CIA, adquirió suficiente credibilidad como para que la Comisión de relaciones Exteriores del Senado, a instancia de Kerry, abriera tiempo después una investigación paralela a la del Irangate, tratando de corroborar el Cocagate.
En la carta enviada por Kerry al Departamento de Justicia el 22 de octubre del año pasado, publicada el 30 de octubre en el Miami News, señalaba: "Existe abundante información (...) sobre corrupción, involucrando agentes y ex agentes del gobierno de Estados Unidos, en conexión con el tráfico de droga, y además un testimonio de primera mano de tráfico de armas y drogas, en el cual se utilizaron aviones de la aerolínea Southern Air Transport".
El nombre de Southern Air Transport habría de aparecer con frecuencia de ahí en adelante. No solo había sido propietaria del Fat Lady, el avión de Seal y de Hasenfus, sino que ahora un senador de Estados Unidos la denunciaba como parte principal de operaciones de narcotráfico que involucraban a Jorge Luis Ochoa. La aerolínea, que tenía su base en el aeropuerto de Miami, había sido propiedad de la CIA. Luego, en una venta no muy convincente, había pasado a manos de un hombre de negocios de La Florida, que curiosamente llegó a tener como principal cliente al Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Según la revista Newsweek del pasado 22 de diciembre, "Southern Air era la aerolínea no-oficial del aparato secreto de política exterior que North manejaba desde el sótano de la Casa Blanca". Está ya demostrado que el coronel la había utilizado en la venta de armas a Irán y en el envío de armas a los "contras". El Cocagate, es decir, la utilización de esos aviones para el transporte de droga, es lo que en estos momentos están investigando numerosas organizaciones en Estados Unidos. El senador Kerry, el primero que habló de la conexión narco-"contra"-CIA, desde octubre 11 del 86, un mes antes de que se revelara el Irangate, pidió en esos momentos que se interrogara al coronel North.

SUBE LA MAREA
Dos entidades norteamericanas completamente diferentes, independientes una de la otra y de gran credibilidad, se han pronunciado recientemente sobre el Cocagate, considerándolo mucho más que una serie de simples coincidencias. La primera es el Centro Internacional para Políticas de Desarrollo, con sede en Washington, y dirigido por el ex embajador norteamericano en El Salvador, Robert White. Y la otra es la prestigiosa cadena de televisión CBS. El Centro publicó, a finales de 1986, un documento que, con base en una demanda judicial que se ha presentado en Estados Unidos, asegura que alrededor de 30 personas conectadas con las operaciones de los "contras" en Costa Rica, acordaron "financiar el equipamiento, armamento, entrenamiento y abastecimiento de los miembros (del Frente Sur antisandinista) mediante el contrabando de cocaína desde Colombia, a través de Costa Rica, a Estados Unidos". Según el documento, el transporte de la droga se hacía a través de una finca de propiedad del norteamericano John Hull, a quien se le señala como agente de la CIA, y cuya propiedad en Costa Rica fue la base del grupo ARDE, que dirigió Edén Pastora. Informaciones adicionales, incluídas en el documento, aseguran que estas operaciones contaron con la participación de los cubanos anticastristas Felipe Vidal y René Corbo, y de los extraditables colombianos Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa.
Esta revelación podría ser considerada como una simple especulación, de no ser porque está avalada por el director del Centro, Robert White, ex embajador del presidente Jimmy Carter ante el gobierno de El Salvador, quien fue destituido por Reagan por oponerse públicamente a la política intervencionista del actual Presidente en Centroamérica. White, además de ser un conocedor de la región, es considerado un académico de primera línea con integridad a toda prueba.
El mismo John Hull que aparece en el documento del Centro, como el eje de la operacion de envío de cocaína colombiana a través de Costa Rica, es el principal acusado en un programa de la CBS llamado West 57th, que causó gran revuelo al ser transmitido el lunes de la semana pasada. El nuevo elemento que aporta la investigación de la CBS es una serie de testimonios de pilotos del narcotráfico, condenados en Estados Unidos y que se encuentran pagando penas de varios años, que confirman que sí tenía lugar una operación de narcotráfico para financiar a la "contra", cuyo centro de actividades era la finca de Hull en Costa Rica. Los pilotos, individualmente, relatan versiones que coinciden en todos sus puntos esenciales, sobre viajes realizados por ellos hacia y desde la finca de Hull, con participación de la CIA.
Los testimonios son tan graves en sus implicaciones que la programadora de televisión aclaró que solo había tomado la decisión de sacarlos al aire, después de consultar las versiones, con múltiples fuentes que convencieron al equipo periodístico que realizó la investigación, de la veracidad de las mismas. La declaración más impactante fue la del piloto Mike Tolliver, quien aseguró haber sido contratado por la CIA en 1985 para llevar "implementos" a los "contras". "Ni pendejo que fuera -dijo- para no haberme dado cuenta de que los implementos eran municiones y armas para los 'contras'. Pero además del salario, se nos ofreció como pago una bonificación que consistía en traer nuestra propia carga o la carga de ellos, sin problemas de intercepción, arresto o riesgo alguno. Ellos se encargaban de todos los arreglos para nuestro regreso". Al preguntársele el tipo de carga de regreso, respondió: "droga, marihuana y cocaína. Y estoy hablando de millones y millones de dólares". (Ver recuadro).
SEMANA consultó también las entidades afectadas, la DEA y la CIA. El director de la DEA, John Lawn, quien concedió una rueda de prensa en los sótanos de la embajada norteamericana en Bogotá, calificó estas acusaciones de "simples rumores de los que no se pueden sacar conclusiones definitivas". Por su parte, un vocero de la CIA consultado por SEMANA el viernes pasado, sostuvo desde Washington que el programa de la CBS fue "escandaloso, difamatorio, del peor periodismo (...) y utilizó información que se sabía era falsa".
LO QUE FALTA
Sin embargo, el Cocagate no es un invento de Gadaffi ni del gobierno sandinista, ni de los periódicos Pravda, Granma o Barricada. Es una denuncia formulada por la CBS que es tal vez la organización periodística de televisión más respetada del mundo.
Está siendo investigada por el Senado de Estados Unidos que difícilmente podría ser considerado un nido de comunistas. El resultado de esta investigación, que será dado a conocer a mediados del año, contribuirá sin duda alguna a hacer claridad sobre el asunto. SEMANA entró en contacto con el abogado investigador contratado por la Comision de Relaciones Exteriores del Senado para tal efecto, Jack Blum, quien interrogado sobre si el Cocagate era una realidad, contestó: "aunque es demasiado pronto para sacar conclusiones definitivas, lo que si puedo contar es que hay numerosas personas de las más diversas actividades que nos han dicho que están dispuestas a testificar en una audiencia pública ante el Senado, que han existido nexos entre los narcotraficantes, los "contras" y la CIA". Blum agregó que no se trataba solamente de personas que se encontraban en prisión acusadas de narcotráfico, sino de todo tipo de gente, incluyendo funcionarios del gobierno norteamericano.
De llegar a confirmarse en forma oficial la existencia del Cocagate las implicaciones para el gobierno de Estados Unidos serían enormes. Que un presidente cuya prioridad es la lucha contra el terrorismo negocie en secreto armas por rehenes, es de por sí bastante grave. Pero si a esto se suma que, siendo su otra prioridad la lucha contra el narcotráfico, sus subalternos participan en el tráfico de drogas la cosa es devastadora. Nancy Reagan ha pasado el último año liderando una campaña nacional contra el consumo de estupefacientes cuyo slogan es "just say no". Habrá que ver qué le sucede a su marido si se comprueba que durante el mismo período, sus subalternos estaban "just saying yes".

EL PROGRAMA DE CBS
El siguiente es el resumen del programa de la CBS sobre la conexión narco-"contra"-CIA, preparado para SEMANA por el corresponsal en Nueva York, Víctor Alarcón:
Según la Comisión Tower, una organización con participación directa de la CIA fue creada desde 1984 para enviar en forma sistemática, armas a los "contras" nicaraguenses. Lo que no dice la Comisión Tower es que, dentro del personal envuelto en estas operaciones, estaban involucrados reconocidos narcotraficantes.
La cadena de televisión CBS transmitió el trabajo investigativo de la periodista Jane Wallace, durante el programa West 57th, en el cual, dos miembros de las tripulaciones encargadas de llevar armas a los "contras", declararon que tenían libertad de aduana al regresar a Estados Unidos, cargados con marihuana o cocaína.
Mike Tolliver es un piloto principalmente dedicado al narcotráfico. Actualmente paga una condena de tres años y medio en una prisión federal en Miami, por un delito que no está relacionado con los vuelos secretos para los "contras". Tolliver declaró haber sido contratado por la CIA en 1985, para llevar "implementos" a los "contras". "Ni pendejo que fuera para no haberme dado cuenta de que los implementos eran municiones y armas para los "contras". Pero además del salario, se nos ofreció como pago una bonificación, que consistía en traer nuestra propia carga o la carga de ellos, sin problemas de intercepción, arresto o riesgo alguno".
"Ellos se encargaban de todos los arreglos -agregó- para que no hubiera problema a nuestros regreso". Al preguntársele el tipo de carga que traía, respondió: "Droga. Marihuana y cocaína. Y estoy hablando de millones y millones de dólares. Ellos proporcionaban las pistas de aterrizaje, la tripulación, cargaban y descargaban el avión. Es decir, nos daban todo. Si nosotros queríamos, nos proporcionaban también las drogas".
George Morales es un campeón de carreras en bote. También es un reconocido traficante de cocaína, con un imperio que se extiende de Colombia a Miami. En 1984 fue condenado por tráfico de cocaína, y en este momento se encuentra también en prisión federal, esperando la sentencia. Morales dice que la CIA ha utilizado su situación jurídica para presionarlo y obligarlo a suministrar aviones, pilotos y 3 millones de dólares en efectivo para los "contras".
Morales afirma en la entrevista a CBS que "el motivo para que la CIA permitiera la entrada de drogas al país era el dinero. Los envíos se hacían en forma rutinaria. Soy testigo de que la CIA sabía de la entrada de los aviones cargados de droga a los Estados Unidos. Ellos hicieron las transacciones, ellos vieron descargar el avión con cocaína en Centroamérica. Al menos de eso soy testigo".
En el programa de CBS vuelve entonces a aparecer el piloto Tolliver, diciendo: "Tuve dos reuniones con Rafael Quintero, un veterano agente contratante de la CIA, quien coordinaba los vuelos secretos para la organización. Luego, hice 2 vuelos. En marzo de 1986, fui instruído para volar a Aguacate, en Honduras. Llevaba 28 mil libras de implementos militares, armas y municiones. No hubo inspección alguna. No va a pensar usted que hay aduana en medio de la selva, ¿verdad? Al regreso, transporté 25 mil libras de marihuana en el mismo avión, todo arreglado por lu organización. Despegué de Tegucigalpa con destino al sur de La Florida. Aterricé en la base aérea militar de Homestead. Ellos me dieron un código especial con el que me identifiqué durante el vuelo. Faltando 2 horas para llegar, recibí instrucciones de llegada. Aterricé a las 2 a.m. y me hicieron señales especiales para el carreteo y el estacionamiento del avión. Por un momento pensé que era una jugada de la DEA, para detenernos. Una persona bajita me llevó en un camión y me instaló en un taxi para abandonar el aeropuerto. Yo recibí 75 mil dólares por esto".
La CBS afirma que el avión pertenece a una compañía que fue escogida por el gobierno americano para transportar ayuda humanitaria a los "contras".
El informe señala igualmente que John Hull, un agente de la CIA mencionado a menudo en el informe de la Comisión Tower como brazo derecho de Oliver North en las operaciones con los "contras", era el encargado de descargar las armas y de colocar los estupefacientes en el mismo avión, para el regreso con destino a Estados Unidos. Hull estaba estratégicamente situado en Costa Rica, a escasas millas de donde se encontraban los "contras" .
Al referirse a lo anterior, Hull responde: "Nunca ha existido movimiento de drogas en este territorio, pues en cada hacienda los capataces tienen estricto control de cada avión que aterriza y de los movimientos de las tripulaciones. No solo lo hacemos nosotros, sino los agentes antinarcóticos de Costa Rica".
Pero George Morales vuelve a salir en pantalla y afirma: "En campos de Hull se efectuaba el cargue y descargue a plena luz del día. A él (Hull) le pagaban 300 mil dólares por cada operación".
Gary Betzner era uno de los pilotos de la organización de Morales. Se encuentra en una prisión federal en Miami por cargos no relacionados con narcotráfico. Su pena es de 15 años, y al igual que las de Morales y Tolliver, no aumentará ni disminuirá por hacer estas revelaciones. "Yo hice 2 viajes -dice- con armas e implementos al rancho de John Hull en Costa Rica, y regresé a La Florida con aproximadamente mil kilos de cocaína, 500 kilos en cada vuelo. La gente de Hull descargaba y cargaba la nave, y en los dos viajes, Hull estuvo presente, mirando las armas y la droga. Las comunicaciones radiales de aire-tierra las hacíamos con unos equipos especiales que nos identificaban. Ellos tenían la droga en el mismo camión en donde tenían el combustible para el avión. En mi segundo vuelo, no llegué al rancho de Hull. Aterricé unas 10 ó 15 millas al este. Transporté con destino a los "contras", explosivos C-4 y fusiles M-16. Pronto comprendí que lo más importante en la operación era la mercancía de regreso, pues con su venta, ellos podían comprar mayor cantidad y mejores y más sofisticadas armas".
Octaviano Cesar es la persona de alto nivel quien, según Morales y según siete fuentes más que cita el informe, lo contrató para las operaciones a nombre de la CIA. Cesar es un contacto entre la Agencia de Inteligencia y los "contras", y actualmente está en Costa Rica. "Lo que yo pedí a Morales fue ayuda -anota-, cualquier tipo de ayuda. No tengo ninguna relación con la CIA y nunca la he tenido. Jamás he participado en tratos con drogas".
No obstante lo anterior, Morales afirma que "Cesar consultaba con el vicepresidente George Bush y con el entonces director de la CIA, William Casey", una posible ayuda para perdonarle a Morales su pena. "Yo sé que él (Cesar) no mentía pues conozco sus relaciones con Washington y con el gobierno de Costa Rica. El perdón se me daría a cambio de mi ayuda en las operaciones". Morales afirma que iba mucho dinero en efectivo a los "contras" en cajas y maletines. "Otro tanto -agrega- se guardaba en cuentas bancarias en EE. UU. y Las Bahamas". En un solo viaje a Las Bahamas, Morales y Cesar regresaron con 400 mil dólares. La aduana estadounidense tiene registro de ello y Cesar fue quien firmó la declaración de ingreso del dinero al país. De acuerdo a los declarantes, la CIA recaudó en el 84, 85 y 86, millones de dólares golpeando a la puerta de los narcotraficantes. "Alguien con mucho poder tiene que estar al mando de todo esto", concluye Mike Tolliver. "De lo contrario -continúa- ¿quién otro va a tener el poder de levantar el teléfono y ordenar que se permita que todo esto suceda?".