Especiales Semana

EL EXODO ANTIOQUEÑO

Con la ola de secuestros se ha "descremado" la clase dirigente antioqueña.

31 de diciembre de 1990

En las juntas directivas de las grandes empresas ya es casi imposible que haya quórum. Sus miembros o están secuestrados o se han ido de Medellín." Esto le dijo a SEMANA un importante industrial antioqueño. Según las estadísticas oficiales, de los 1.153 secuestros que se han realizado en Colombia este año, 205 corresponden a Antioquia. El secuestro es la nueva crisis que viven los paisas y su consecuencia más concreta e inmediata es el éxodo de "la gente pudiente y pensante", como lo dice el propio gobernador Gilberto Echeverri. Según las autoridades, hoy por hoy hay 18 empresarios y diez señoras de la alta sociedad antioqueña secuestrados. Es lo que se conoce, porque la Policía afirma que buena parte de los secuestros no se denuncian.

Los que conocen la ciudad aseguran que de su "crema y nata", cerca de 100 familias se han visto obligadas a abandonar la ciudad precisamente por culpa del secuestro. Bien sea porque han sido amenazadas o porque ya han sido efectivamente víctimas de ese delito. Y de esas 100, por lo menos 35 pertenecen a la "crema-crema" o, como ellos mismos dicen, al "vacasagradismo" antioqueño. El golpe de gracia que aceleró el proceso de migración se dio hace dos semanas, con el intento de secuestro de Adolfo Arango, presidente de Cemento Argos y cabeza visible del llamado Sindicato Antioqueño.

A pesar de que en Medellín todo el mundo se siente perseguido por el fantasma del secuestro, Adolfo Arango era considerado un "intocable". Discreto, sobrio, de muy bajo perfil, enemigo de la figuración y de la ostentación, se pensaba que contra él no se iba a intentar nada. El frustrado secuestro de este empresario, sin embargo, constituyó la prueba definitiva de que en la capital antioqueña el palo no está para cucharas. Una encuesta adelantada por la alcaldía de Medellín revela que una de cada tres personas abandonaría la ciudad si tuviera los recursos para hacerlo.

La "descremada" de la clase dirigente que ha dejado sin quórum a las juntas directivas y sin cabezas visibles a las grandes empresas no ha paralizado, sin embargo, la actividad económica. Las tejedoras siguen hilando millones de metros de telas, las calderas continúan fundiendo toneladas de acero y los carros siguen ensamblándose por miles en Envigado. No obstante los problemas, en el mes de octubre, por ejemplo, el movimiento bursátil rompió todos los récords de la historia de la Bolsa de Medellín: se registraron negocios por 25.530 millones depesos.

¿Cómo se ha logrado que la industria no se paralice y que las empresas aumenten su producción? Los empresarios paisas se las han arreglado no sólo para dejar sus segundos de abordo, sino para manejar sus negocios a control remoto. La tecnología del fax y los teléfonos con amplificador les permiten estar al pie del cañón para tomar cualquier decisión. Además de recurrir a la tecnología, algunos de los empresarios que han dejado la ciudad van y vienen de acuerdo con las necesidades de sus empresas, de tal manera que en ningún momento quedan acéfalas.
La necesidad de seguir conectados con el corazón de sus negocios y el deseo de no perderles detalle, ha determinado que el éxodo haya sido fundamentalmente hacia Bogotá, Cartagena y otras ciudades intermedias como Manizales, Pereira y Armenia. Bogotá es, sin embargo, el centro preferido. No sólo es una ciudad conocida y a la que tenían que venir con frecuencia, pues buena parte de los negocios se hacen en la capital, si no que les permite moverse enforma más anónima. Adicionalmente, le dió un empresario a SEMANA, "podemos recuperar en forma inmediata la calidad de vida que hemos perdido en Medellín: podemos volver a restaurantes, ir a conciertos, a teatro, a cine... Los problemas de seguridad en Medellín nos obligaron prácticarnente a en claustrarnos en nuestras propias casas". Por eso un urbanista antioqueño dice que "hay dos maneras de abandonar la ciudad, yéndose o encerrándose, porque una ciudad deje de ser ciudad cuando no se emplean los espacios públicos y en esta ciudad sólo se trabaja y se duerme...en recintos privados".

Cali es la única ciudad del país que no figura entre los posibles refugios temporales de los paisas, por los recelos ya conocidos que despierta la presencia de un antioqueño en la capital del Valle, a causade la llamada guerra de los carteles.

Y en el extranjero, Miami es la ciudad dorada del exilio. Muchos de quienes ahora viven allí lo hacen porque tienen un apartamento y porque es una ciudad que les es familiar. Allí pasaban sus vacaciones y, además, allí tengan una que otra cuenta bancaria. Pero aún así, el exilio no es fácil en Miami. Pasados los primeros días, empieza el tedio y la falta de oficio. "Lo único que uno tiene para hacer dijo un industriales pasar todos los días por el banco para preguntar el saldo.
Aunque, por razones obvias, muchos se empeñan en negar el éxodo,este es un hecho. Sin embargo, no es un hecho definitivo. Las fuentes consultadas por SEMANA estiman que sólo el cinco por ciento de quienes han abandonado la ciudad piensan hacerlo en forma definitiva. Los demás conservan la esperanza de que las cosas vuelvan a su cauce normal para dar por terminado su exilio. Por eso han dejado funcionando sus negocios y no han vendido sus propiedades. "Si por algo nos caracterizamos los paisas es por nuestro arraigo a la tierra, por nuestro amor a los frisoles y la arepa, al aguardiente y a los bambucos...Nos cuesta mucho trabajo vivir porfuera. Si Napoleón no aguantó el exilio, qué lo va a aguantar uno ", dijo un constructorde Medellín.

Muchos se han ido, pero también por las razones mencionadas muchos se han quedado. Sin embargo, toman sus precauciones: blindan sus carros, no vulven a las fincas y no salen de noche. "Se acabaron las comidas y las fiestas", dijo un comerciante y agregó: "Sólo hay que hacer un recorrido por los restaurantes buenos de la ciudad para darse cuenta de que espantan". Para citar un solo ejemplo, en un solo mes, un conocido restaurante de El Poblado vio caer su facturación en un 65 por ciento.


LA INDUSTRIA DEL SECUESTRO

A primera vista lo que llama la atención de la violencia en Medellín, con respecto a ciudades como Bogotá y Cali, es el mayor número de secuestros que se expresa tanto en cifras absolutas como en promedio en relación con el número de habitantes. Para citar no más un ejemplo, el 20 de noviembre fueron secuestradas tres personas en menos de 12 horas, entre ellas, Jaime Arango Vélez, empresario taurino, gerente de Tesma, la firma organizadora de las ferias taurinas de Medellín y Manizales.

El secuestro, pues, es una de las realidades más duras que vive la capital antioqueña, y se ha convertido en una industria más. Una industria que mueve millones, pues hay secuestros desde 500 millones de pesos hasta de diez mil. Virtualmente todos son potenciales victimas: desde el grande empresario hasta el tendero de barrio. El alcalde de Medellín, Omar Flórez, refiriéndose a la forma como ha prosperado ese negocio, dijo que "la situación estan grave, que hasta hay gerentes para el rescate de los secuestrados. Y creo que esa práctica, en lugar de contribuir a la paz, lo único que hace es estimular la acción delincuencial y le va dando cierto aire de industria".

Para quienes han estudiado el fenómeno, hay tres tipos de bandas de secuestradores que tienen cada una su modalidad, a pesar de que su objetivo es el mismo: económico.
El primer tipo es de delincuencia común. Son bandas formadas por el hampa tradicional, que emplean métodos muy violentos y que, por lo general y a diferencia de otro tipo de bandas, someten a malos tratos a sus víctimas. Realizan secuestros para exigir sumas muy altas de dinero y tienden a resolver el asunto rápidamente. Es lo que han podido establecer quienes han tenido que intervenir en la negociación de varios secuestros.

El segundo tipo es el de las bandas de delincuencia organizada derivadas del narcotráfico. Son formadas por sicarios y pistoleros de las mafias que se quedaron sin empleo permanente.
También los secuestros que realizan son por sumas altas y de ejecución rápida pero, a diferencia de las anteriores, procuran no maltratar al secuestrado.

El último tipo se refiere a grupos guerrilleros. Secuestran también por altas sumas de dinero, pero por lo general las negociaciones se pueden prolongar durante meses.

La rentabilidad de este siniestro negocio alcanza, según las autoridades metropolitanas, para que las bandas tengan dos "gerentes": el del operativo de la captura y el de la negociación del rescate. Algo que agrava aún más el problema, según dice un empresario consultado por SEMANA, es que "la industria del secuestro juzga el patrimonio por el modelo mafioso. Es decir, como estaban acostumbrados a la liquidez de los narcotraficantes, creen que toda la gente que tiene plata, la tiene debajo del colchón".

El secuestro, sin embargo, no sólo golpea a las clases altas. Según la Policía Metropolitana de Medellín, "el crimen del secuestro ya no respeta edad ni condición social" . Hace apenas mes y medio, las autoridades rescataron a una niña que habla sido secuestrada por tres mujeres adolescentes de su mismo barrio, Manrique, uno de los barrios más populosos de la comuna nororiental. Un caso similar se habla presentado en el mismo barrio a comienzos de agosto, cuando un niño de sólo cuatro años fue secuestrado por dos mujeres que pedían dos millones de pesos por su liberación.

DESCONFIANZA
El caldo de cultivo de este tipo de delincuencia es la impunidad. Y, además, la desconfianza generalizada en las autoridades. Según una encuesta de opinión adelantada por el gobierno municipal, ante una pregunta sobre el grado de credibilidad en las "fuerzas del orden", más del 75 por ciento de los habitantes de Medellín contestó que "ninguna". Esto explica porqué muchas de las familias de los secuestrados no denuncian los casos y negocian privadamente los rescates.
Según los mismos organismos de seguridad, se calcula que la mitad de los secuestros no se denuncian y que la mayoría de las veces se conocen cuando las personas han aparecido y no precisamente cuando desaparecen. Por eso, afirman, es que se da la impunidad.
Según el general Harold Bedoya, ex comandante de la IV Brigada, "el secuestro más delicado es el que no se denuncia. El que se paga, es el que más daño hace, pues con ese dinero que reciben los secuestradores se está facilitando que se sigan cometiendo ese tipo de delitos".

Pero en Medellín es común escuchar a familiares de los secuestrados diciendo que no hay a quién pedir ayuda, porque en muchos casos, miembros de la misma policía están vinculados a las bandas de secuestradores. Aunque el comandante de la Policía Metropolitana niega estas acusaciones de secuestro, reconoce que más de 100 agentes de la institución están detenidos y siendo investigados por extorsión.

Después de un análisis de la situación de Medellín, las autoridades civiles de la ciudad llegaron a la conclusión de que para hacerle frente al problema y contribuir a que la ciudadanía recupere la confianza en las llamadas fuerzas del orden, más que un Cuerpo Elite de choque, lo que se necesitaba era un Cuerpo Elite de Inteligencia. De ahí nació la iniciativa, apoyada por el Gobierno Nacional, de crear la Unidad de Antisecuestro y Extorsión (Unase), integrada por Ejército, DAS y Policía Judicial. Este cuerpo ya empezó a mostrar resultados: la semana pasada logró la liberación de tres empresarios que estaban en manos de delincuentes comunes.

BEMOLES ECONOMICOS
"A pesar de este panorama tan oscuro, de Medellín no se ha ido la plata. ColteJer, Peldar, Sofasa... no se pueden trastear. Ahí están produciendo", dijo un industrial consultado por SEMANA. Y no sólo eso. Según la Cámara de Comercio de Medellín, entre enero y septiembre de este año se crearon 2.070 nuevas empresas con capitales suscritos por 25.460 millones de pesos, lo que significa un crecimiento del 25 por ciento en relación con el mismo período de 1989.

Sin embargo, también está la otra cara de la moneda. Proyectos de ensanche de las plantas industriales que estaban programados para ponerse al día con la apertura económica se han frenado y esto ha implicado también la parálisis de los planes de generación de empleo. Según Juan Guillermo Jaramillo, presidente de Pro Antioquia, "sí hay efectos de recesión, pero no son exclucivamente el resultado de los secuestros, sino que vienen de la época dura de las bombas.
La recesión se siente particularmente en el negocio de finca raíz, pues hay una sobre oferta de inmuebles nuevos y usados. Y esto no sólo como efecto del éxodo, sino porque muchos de los que han decidido quedarse han resuelto cambiar de vivienda por unas más sobrias" .

La sobre-oferta de vivienda se nota, entre otras cosas, en los cientos de avisos de "Se vende" o "Se arrienda" que se ven en edificios y residencias de la ciudad. En un solo edificio de El Poblado, por ejemplo, en un edificio de 35 apartamentos en un solo mes se desocuparon seis.

Otros sectores que se han visto resentidos por toda esta situación son los de la microempresa y la confección, pero no hay cifra oficiales. Jaramillo asegura que "si bien las grandes empresas no necesitan la presencia física de sus dueños para continuar funcionando, no sucede lo mismo con los medianos y pequeño negocios. El éxodo de sus dueños los ha dejado expósitos".

La situación es compleja y difícil, pero los paisas no tiran la toalla. Según empresarios consultados por SEMANA qúe han decidido permanecer en Medellín, "nos quedarnos en un esfuerzo voluntario, pese a los riesgos, porque no podemos dejar que Medellín, que ha sido la ciudad industrial por excelencia de Colombia, se convierta en un botín de guerra y acabe abandonada por sus buenas gentes".