Especiales Semana

EL FENOMENO BEDOYA

9 de marzo de 1998

Cuando a finales del año pasado el general Harold Bedoya guardó sus soles en un cajón para lanzarse a la arena política, los primeros afectados con esa decisión fueron los candidatos Alfonso Valdivieso y Antanas Mockus, quienes se peleaban, el primero, el rótulo de anticorrupción, y, el segundo, el sello de antipolítico.La campaña presidencial de 1998 va a estar definida por tres factores: la anticorrupción, la antipolítica y la novedad. En este momento, estos tres factores confluyen en el general, quien es hoy más símbolo de anticorrupción que Valdivieso, más símbolo de antipolítico que Mockus y más nuevo que los dos. Y como ñapa, representa la mano dura y el orden. Según las encuestas, Bedoya ha logrado penetrar en sectores urbanos de las capas medias bajas, y además ha conseguido calar entre la juventud con sus mensajes directos, simplistas y tajantemente anticorrupción. La percepción de su figura como hombre dispuesto a imponer el orden a cualquier precio en una Colombia donde la inseguridad es uno de los temas más sensibles para la opinión, también le ha dado una gran aceptación dentro de los sectores más conservadores.
Si bien al principio su alto lugar en las encuestas no sorprendió, porque siempre un candidato nuevo en los primeros días tiene buen registro, lo que sí ha sorprendido es que a pesar de la reciente caída, sus números en las encuestas siguen mostrando más fortaleza que Valdivieso y Noemí. Pero los analistas no descartan que, como sucede con frecuencia con los fenómenos políticos de extrema derecha, a pesar de la inmensa popularidad inicial, al acercarse las elecciones la gente prefiera decidirse por opciones más moderadas. Lo curioso del fenómeno Bedoya es que sea el resultado de una campaña muy simple, sin gran elaboración y ausente de estrategas políticos reconocidos y de los ya tradicionales asesores gringos.