Especiales Semana

EL GRAN SALTO

La pregunta en torno de este hombre, sìmbolo por excelencia de la antipolìtica, es si la Alcaldìa de Bogotà va a ser el final de su nueva carrera o sòlo el principio

9 de enero de 1995

AUN ANTES DE POSESIONARSE COMO ALCALDE DE BOGOTA este primero de enero, Antanas Mockus Sivickas ya parece haber cumplido con éxito con una sus primeras tareas: devolverle a los capitalinos la esperanza. Y lo hizo después de darle a la gente la posibilidad de disfrutar -no sin que se regodearan en un cierto sabor a venganzacon la derrota de la clase polìtica traicional que fue tanto la vìctima de las elecciones de octubre en Bogotà y algunas otras capitales, como Mockus y otros antipolíticos fueron sus ganadores.
Pero aunque todo esto ya es bastante, es apenas el primer paso. Por eso este matemático y profesor, hábil simbolista que se coló a la política por la puerta de atrás en medio de la alegría de muchos, la incredulidad de otros tantos y la indignación de otro poco, optó en las últimas semanas por encerrarse en su oficina transitoria del edificio de la Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá. Desde allí -y como suele sucederle a los recién llegados a la polìticaha descubierto que lo màs fàcil ha sido el camnino transitado hasta ahora. En efecto, convencer a medio millòn de electores de que votasen por èl el 30 de octubre parece haber resultado sencillo al lado de lo que tiene por delante: la negociaciòn con los consejales, el diseño de su gabinete y la definiciòn y puesta en pràctica de una lìnea administrativa frente a un verdadero cerro de problemas que esperan soluciòn.
Mockus -es ciertoencontrarà un plan vial en marcha y una situaciòn fiscal bastante sana. Pero tambien tendrá que enfrentar el llamado 'apagón vehicular', ese caos en el tránsito al que se le están sumando más 50.000 carros por año y que destroza a diario la paciencia de los bogotanos. Tendrá también que torear las embestidas de una administración particularmente corrompida e ineficiente de un sindicalismo que, como en el caso de la Empresa de Teléfonos de Bogotà, no sólo no quiere dejar funcionar a la entidad, sino que no pemite que el sector privado ponga a andar algunos de sus servicios y operaciones que le han sido en buena hora recomendados.
¿Como va a enfrentar todo esto? ¿Cuáles son sus planes? En materia de concretar sus proyectos, Mockus ha mantenido la misma línea de misterio que siempre ha rodeado sus declaraciones. Pero algunos indicios han asomado ya. Su propuesta -hasta ahora más bien frustrada por los concejales de una sobretasa a la gasolina del 15 por ciento para financiar obras y programas, indica que el futuro alcalde no tiene preocupaciones populistas, al menos en lo que se refiere al campo fiscal. Y esa es una buena noticia. Mejor suerte en el Concejo pero más interrogantes en la opinión ha despertado su idea de invertir 23.000 millones de pesos en un programa de cultura ciudadana, un ambicioso proyecto que pretende reeducar a los capitalinos en todo lo referente a la vida en comunidad. Aunque todo el mundo coincide en la necesidad de hacer algo en este campo en una ciudad donde ya es frecuente que los conductores desciendan de sus carros para liarse a puños, la cifra comprometida asusta un poco.
Aparte de lo anterior, muchas preguntas subsisten, por ejemplo, en cuanto al tema del metro, frente al que Mockus sigue siendo más bien críptico o al de las privatizaciones, donde un primer mensaje más bien a favor -como cuando se mostró de acuerdo con la venta de la Empresa de Teléfonos ha sido cambiado ahora por una postura dubitativa, algo que algunos de quienes han trabajado con él en el pasado siempre han señalado como una de sus características más peligrosas: la de no saber en un momento dado què hacer.
Como él mismo lo dijo en una reciente declaración: "Me asaltan las dudas. Me hago autocrítica. Hay dìas en que me despierto con verguenza frente a mis profesores, que tanto esfuerzo hicieron conmigo, y ahora yo me decidido por un oficio público como el de la alcaldía...". Los habitantes de la primera ciudad del país sólo esperan que las cosas le salgan bien a Mockus y que esa vergüenza que le da ahora con sus profesores del pasado no le dé en el futuro con sus gobernados, por no haber sido capaz de convertir en realidad al menos una parte de los sueños que este año depositaron en él. Ahora, si lo logra, si consigue convertir su exitosa anticampaña electoral en un igualmente exitoso antigobierno, es posible que termine enfrentado a un nuevo desafío, que él mismo definió hace algunas semanas: "Si uno hace bien la tarea de la Alcaldía, corre el riesgo de llegar a la Presidencia de la República ".