Especiales Semana

El guardián de la vía

Durante más de diez años, un campesino ha evitado tragedias en la carretera al Llano, pues avisa cuándo se aproxima un deslizamiento.

18 de junio de 2011

Es domingo y llueve copiosamente en lo alto de las montañas que rodean la vía al Llano. El invierno es la época en la que Ruperto Mancera, uno de los habitantes de aquellas laderas, debe estar más alerta, prácticamente no duerme. Su misión, aunque simple, ha salvado vidas.

El agua escurre por las montañas. Vivir en su cima, desde hace 63 años, le ha servido para conocerlas como si fueran sus hermanas. Por eso no duda cuando se aproxima un deslizamiento de lodo y rocas sobre la carretera.

Afanosamente, Ruperto Mancera saca el celular de su bolsillo y empieza a marcar los teléfonos celulares de los ingenieros y operarios de la Concesionaria Vial de los Andes (Coviandes), la empresa que administra la vía al Llano.

Su preocupación aumenta porque ninguna de las personas que llama responde. Al fin alguien contesta, y da aviso de la inminencia de un deslizamiento para que retiren la maquinaria y a los trabajadores que se encuentran en ese sector. Una vez más, su llamada evitó una tragedia.

Sin recibir sueldo alguno y a cambio solo de una ocasional recarga a su teléfono celular, desde hace más de diez años Ruperto se dedica a vigilar las montañas y las quebradas en la vereda La Estaquecá, en Quetame, Cundinamarca.

"Los trabajadores de la Concesionaria -explica Mancera- me llaman a cada rato para que les dé un reporte de las quebradas Estaquecá y Cajitas, porque estas causan reiteradas avalanchas y deslizamientos en la zona. Ellos tienen unos diez o quince minutos para retirar maquinaria y huir".

Pero como todo humano, falla: hace dos años se presentó una avalancha y no alcanzó a dar aviso a tiempo y murieron dos trabajadores. "En el corazón me quedó ese sentimiento de culpa", cuenta con tristeza Ruperto.

Sin embargo, dice enorgullecerse de su silenciosa labor porque cada vez que lanza una alerta siente que evita una tragedia. Sus vecinos de vereda lo llaman 'el ángel de la guarda'. "Al mes me gasto unos 10.0000 pesos en recargas al celular, pero eso es plata que sale de mi bolsillo, porque la Concesionaria solo me ha recargado el teléfono como tres veces, el año pasado, y me han regalado algunos mercados y ropas para la familia", aclara.

Gracias a las alertas tempranas de este campesino, se calcula que por lo menos ha evitado un centenar de tragedias.