Especiales Semana

¿Empresarios por herencia?

En el siglo XIX los antioqueños fueron llamados los ‘yankees’ de Suramérica. Se ganaban el pan en riesgosas empresas. La región costó sudor y sangre.

Luis Fernando Molina Londoño.
20 de octubre de 2007

La localización de un empresariado vigoroso en una región aislada y agreste de un pobre país tropical ha llamado la atención de analistas que buscan identificar las claves del desarrollo o del atraso económico de las naciones.
¿Cómo acumularon capital para desarrollar grandes empresas en medio del atraso del resto del país? ¿Por qué Antioquia se industrializó con éxito antes que otras regiones sin ser gran centro urbano?
Las explicaciones sobre el origen del espíritu empresarial suelen atribuirse, con poco fundamento, a ancestros judíos y vascos, en razón de las dotes comerciales y la trashumancia de los primeros, de la iniciativa empresarial o capacidad de asumir riesgo de los segundos.
Sin embargo las explicaciones más fundamentadas se refieren a la difícil topografía de Antioquia para el poblamiento y la subsistencia de los primeros colonizadores, la cual condicionó prácticas económicas alrededor de la minería aurífera, el comercio y la agricultura. Así se concluye que con la minería desarrollaron las habilidades; con el comercio, la visión de mercado y el manejo de negocios; con la colonización del suroccidente colombiano, la expansión del mercado, y con la caficultura, la acumulación de capitales. Estos fueron los prerrequisitos de la industrialización de Antioquia, a la que contribuyó una clase obrera disciplinada y una capacidad notable de asociación de recursos técnicos y económicos, expresados en la sociedad anónima.
Antioquia, Zaragoza, Remedios, Cáceres y Guamocó fueron afamadas ciudades en el siglo XVI por su riqueza aurífera, explotada primero con indígenas que sucumbieron a los climas malsanos y a la sobreexplotación. Los mineros resolvieron el problema comprando esclavos africanos, cuyo valor se recuperaba en 10 años aproximadamente, si era joven, sano y productivo. Los distritos auríferos atrajeron a los comerciantes que abastecían hierro, telas, medicamentos y alimentos.
La crisis minera que se desató en 1620 causó la desintegración de cuadrillas. Muchos esclavos fueron liberados o manumitidos porque sus antiguos dueños observaron que la minería esclavista ya no era rentable. Esta coyuntura definió, en parte, las prácticas de asociación alrededor del trabajo manual, la existencia de trabajadores libres y la reunión de socio capitalista con el socio industrial sin los perjuicios sociales al momento de unirse.
La crisis minera en la zonas calientes causó también, en los siglos XVII y XVIII, una ocupación de las tierras frías y templadas donde se descubrieron minas, se organizaron hatos y se fundaron nuevas poblaciones como Medellín, Rionegro y Santa Rosa de Osos. Esta dinámica moldeó el comercio y la agricultura. Allí, los comerciantes acumularon grandes capitales, lo cual definió a su vez la supremacía de estas poblaciones, que empezaron a disputarse la hegemonía y los controles políticos, territorial y económico de la provincia.

Expansión colonizadora
Toda vez que la pobreza empezó a acosar de nuevo a los habitantes de la Antioquia montañosa a finales del siglo XVIII, los gobernadores del régimen borbónico, Francisco Silvestre y Juan Antonio Mon y Velarde, reorganizaron la minería, el comercio y la agricultura. Pese a los traumatismos que causó la guerra de Independencia, la gesta colonizadora tomó su rumbo con miles de migrantes que marcharon al sur con recursos propios o con apoyo de acaudalados comerciantes de Medellín y Rionegro. Entre finales del siglo XVIII y principios del XX, surgieron más de 70 poblaciones en Antioquia, Risaralda, Quindío, Caldas, Valle, Tolima y Chocó.
Se organizaron sociedades comerciales de tipo familiar dedicadas a la importación de telas; exportación de oro, tabaco y cuero; préstamo de dinero; montaje de haciendas ganaderas; explotación de minas; construcción de caminos y almacenes de ventas al por mayor y menudeo.Esta dinámica comercial condujo a los comerciantes a realizar viajes a Cartagena, Jamaica, Cádiz y Londres.
Así mismo, con el establecimiento de la economía exportadora y del librecambio, aprovecharon las ventajas que trajo la supresión de los monopolios para sembrar y exportar el tabaco de Ambalema, donde algunos antioqueños colonizaron tierras. Fue un rionegrero quien operó en forma exitosa el primer barco a vapor por el río Magdalena, en 1839. Con las nuevas poblaciones se puso a la orden del día la construcción de caminos que produjo una expansión notable de la arriería, actividad que creció aun más cuando se supo que las tierras que se colonizaban eran aptas para el cultivo del café.
Un nuevo ciclo minero se dio en la segunda mitad del siglo XIX por la expansión de la minería de veta y aluvión, desarrollada por poderosas empresas mineras que contrataron técnicos europeos para adaptar modernas máquinas y procesos. Los modelos minero y cafetero antioqueños basaban su éxito en el predominio de pequeños productores y propietarios y en la existencia de grandes comercializadores que compraban, transportaban y exportaban.
Una distribución más democrática de la tierra y el ingreso agrícola y minero, creó las bases para un mercado interno a finales del siglo XIX. A éste contribuyó la construcción del ferrocarril Medellín-Puerto Berrío que, junto con una amplia red de caminos de herradura, redujo los costos del transporte y aumentó la capacidad de carga. Los altos precios externos de oro y café llevaron a una clase de comerciantes exportadores a diversificar en sectores como industria, banca, construcción, urbanización, energía y teléfonos, transportes ferroviario y fluvial.
La importancia de las empresas de servicios públicos en el desarrollo económico explica por qué el Ferrocarril de Antioquia fue el más exitoso del país . Las guerras civiles afectaron poco a Antioquia, dado que la elite regional durante el régimen federal en la segunda mitad del siglo XIX fortaleció la defensa con un ejército numeroso dotado para prevenir ataques de caudillos y Estados vecinos. Así mismo, impulsó un proyecto educativo que contempló la formación de maestras, la organización de Escuelas de Artes y Oficios, la Universidad de Antioquia para sacar médicos y abogados y una Escuela de Minas para educar ingenieros.
Así, a principios del XX, Antioquia reunía las condiciones para iniciar la industrialización: capital, experiencia y habilidad para los grandes negocios, capacidad de consumo, red de caminos y ferrocarriles, entidades bancarias, experiencia técnica y administración de obreros.
Finalizada la Guerra de los Mil Días, algunos comerciantes iniciaron el montaje de fábricas de cervezas, gaseosas, textiles, cigarrerías, trapiches mecanizados, fundiciones. En sus cálculos, resultaba más barato montar las fábricas en Medellín que importar los productos. Operaban con el mecanismo de sustitución de importaciones mientras paulatinamente lograban de gobiernos liberales y conservadores, un endurecimiento del proteccionismo.

Formación de conglomerados
Las crisis económicas de 1922 y 1930, las dos guerras mundiales y la violencia política de los años 50 no frenaron el crecimiento de las industrias manufacturera y cafetera antioqueñas. Por el contrario, a estas se agregarían la bananera en Urabá, la de construcción, transporte y electricidad que impulsaban la expansión urbana, comercial e industrial del valle del Aburrá. La elite económica se mantuvo en la defensa de los intereses regionales, por ello creó agremiaciones empresariales como la Federación Nacional de Cafeteros, la Asociación Colombiana de Mineros, la Asociación Nacional de Industriales, la Federación Antioqueña de Ganaderos, la Asociación de Bananeros de Colombia y otras.
El desarrollo industrial de Antioquia empezó a perder dinamismo en los años 60 frente al empuje del Valle del Cauca y Bogotá. Esa fortaleza se expresó en los años 70 cuando conglomerados empresariales adquirieron partes importantes de empresas antioqueñas. La reacción de los empresarios antioqueños fue establecer un enjambre basado en la compra de acciones de unas y otras para dar origen a lo que se conoce actualmente como Grupo Empresarial Antioqueño.
El establecimiento de la apertura económica en 1989 obligó a redefinir la operación de las empresas en todos los sectores para garantizar un crecimiento con exportaciones.
Evidentemente, surge una nueva generación en Antioquia, donde el camino sin regreso es como en los viejos tiempos del esplendor antioqueño: la internacionalización, la tropicalización y la democratización de la propiedad. Esto implica innovar repensando geografía, talento humano, educación y transportes que den comienzo a otro pujante ciclo de desarrollo económico impulsado por su empresariado.