Especiales Semana

"ES UN LIBRO VENGATIVO"

EL GENERAL EN SU LABERINTO

MARIA ELVIRA SAMPER
10 de abril de 1989

Después de varias llamadas a su casa en Ciudad de México, aceptó darme una entrevista. Con una condición. Con una restricción: no hablar de política. "Decidí no hablar de política--me dijo--desde que me dí cuenta que uno no sabe a quién creerle, que uno no sabe quién dice la verdad y quién miente". Eso mismo me lo había dicho antes, la última vez que lo entrevisté, también en México, en mayo de 1985. Entonces, la llamada paz de Belisario estaba enredada. Fue cuando García Márquez dio las primeras puntadas de su tesis sobre la desinformación, sobre la guerra de la información. La manipulación de la información.
Para él era uno de los factores claves de ese laberinto en el que estaba embolatada la paz. Ahora--me repite no quiere meterse en honduras. No quiere hablar de política. Acepto. Es uno de los derechos sagrados del entrevistado: decir sí y poner "peros". Acepto, porque me interesa saber qué piensa ahora que ha puesto punto final a su última novela, "El general en su laberinto". Desde ya, aun antes de ser publicada, ha generado una polémica. No propiamente histórica, sino ética.

García Márquez me recibe en su casa. Está más delgado. "Mira, niña, estoy haciendo dieta de modelo", me dice como para recordarme, una vez más, que tiene una inquebrantable fuerza de voluntad y una disciplina a toda prueba, casi militar. Y está mucho más canoso. Pienso que si él creía que Mario Latorre encajaba en forma perfecta en su imagen del coronel, ahora es él mismo quien más parece parecérsele. El tema obligado, el aperitivo del almuerzo, claro está, es la situación de Colombia. Y aunque me ha advertido que no quiere hablar sobre el tema, se le escapa uno que otro concepto que a~lora, al vuelo, trato de recordar. "Mira, las cosas se están aclarando un poco y eso me hace ser optimista. Se están definiendo con más claridad las fuerzas y los sectores del país.. la guerrilla, el narcotráfico, los militares, los paramilitares, el clero, los industriales, los políticos, el gobierno Civil. Colombia es un país en el cual hay una fragmentación del poder y cada cual maneja su cuota de acuerdo con sus intereses. El problema es que el gobierno civil es el que menos cuota tiene". No resisto la tentación de preguntarle sobre la forma corno analiza el problema del narcotráfico, y en algunos casos maridaje guerrilla-narcotráfico, la respuesta paramilitar... Me corta: "Te dije que no quiero hablar sobre esos temas". Y me gano mi tirón de orejas: "A ustedes los periodistas los está matando el síndrome de la chiva. El síndrome de la chiva va a acabar con el país. Fíjate, yo llevo tres años investigando, tratando de averiguar algo. Y los medios quieren averiguar y saber las cosas en el mismo momento en que suceden. Inclusive con una simple llamada telefónica. En la carrera en que andan los periodistas debe haber un minuto de silencio para reflexionar sobre la enorme responsabilidad que tienen".

No aventuro más preguntas. Entramos en materia, "El general", la novela que, después de haber leído con el tiempo pisándome los talones, me deja la sensación de que García Márquez ha decidido bajar a Bolivar de su pedestal, para mostrarlo en términos literales y literarios, desnudo.

MARIA ELVIRA SAMPER: Aunque siempre ha dicho que despues de publicado un libro deja de interesarle, que siente ahora cuando le ha puesto punto final a "El general en su laberinto"?
GABRIEL GARCIA MARQUEZ: Este es el úníco libro con el que estoy absolutamente tranquilo. Primero que todo, porque en ninguno había trabajado tanto. Hay dos años de máquina y un poco más de tres de investigación. Es el libro tal como yo lo quería escribir. Es un trabajo desde el punto de vista técnico, histórico y literario, exactamente como yo quería que fuera, con la medida que yo quería darle. Estoy absolutamente seguro de que Bolívar era así.

M.E.S.: ¿No sintió tambien tranquilidad con ese exito sin precedentes que ha sido "El amor en los tiempos del colera"?
C.C.M.: No. Con "El amor" sentí mucho temor. Para mí era una aventura. Tenía el riesgo de lo cursi, del melodrama... Bolívar es una empresa literaria en la cual me empeñé con todos los conocimientos documentales, técnicos e intelectuales y creo haberlo logrado. Pero, además, "El general" tiene una importancia más grande que todo el resto de mi obra. Demuestra que toda mi obra corresponde a una realidad geográfia e histórica. No es el realismo mágico y todas esas cosas que se dicen. Cuando lees el Bolívar te das cuenta de que todo lo demás tiene, de alguna manera, una base documental, una base histórica, una base geográfica que se comprueba con "El general". Es como otra vez "El coronel no tiene quien le escriba", pero fundamentado históricamente. En el fondo yo no he escrito sino un solo libro, que es el mismo que da vueltas y vueltas, y sigue.

M.E.S.: ¿De dónde surgió la idea de escribir sobre Bolivar, sobre el ultimo viaje de Bolivar?
C.C.M.: Fíjate, yo no pensé nunca que iba a escríbír ese líbro sobre Bolívar. Yo quería escríbír el líbro sobre el río Magdalena. Yo viajé por el río Magdalena once veces, ida y vuelta.
Conozco ese río pueblo por pueblo, árbol por árbol. Me parecía que el mejor pretexto para contar el río era ese viaje de Bolívar.

M.E.S.: Entonces, ¿cuando comienza Bolivar a interesarle más que la historia del rio?
C.C.M.: Hay un momento en que me pongo a pensar en cómo sería ese hombre, para poder saber si tiene que hablar, si tiene que moverse... Y empiezo a hundirme, a hundirme, y entonces me doy cuenta -¡qué barbaridad! de que este hombre no tiene absolutamente nada que ver con lo que le enseñan a uno en la escuela.
Comencé a leer biografías de Bolívar y fui dándome cuenta de la clase de ser humano que era. Lo encontré tan familiar, tan conocido. Era como mucha gente que conozco en Venezuela, en Colombia. Era muy caribe. Empecé a quererlo mucho y empecé a tener una gran compasión de él. Y, sobre todo, empecé a sentir rabia por lo que le habían hecho.

M.E.S.: ¿Cual de las biografias que leyó le gusto más?
C.G.A.: Sorpréndete. La biografía de Indalecio Liévano Aguirre es de las mejores que hay. Lo que pasa es que Indalecio estaba negado para la literatura. Tiene un estilo muy árido.
Pero lo que es su posición, su información, la organización de los datos, el concepto... Políticamente es excelente.

M.E.S.: ¿Cual era la imágen que usted tenía de Bolivar cuando empezo a escribir la novela?
C.C.M.: Era la del colegio, la de Henao y Arrubla -"su voz era penetrante como el sonido del clarín, etc., etc Esa descripción es la de O'Leary, pero no le dan el crédito. En realidad, no tenía la menor idea de cómo era Bolívar. Ahora me pongo a pensar en toda esa muchachada que sale de la escuela. Creo que no tiene la menor idea sobre Bolívar.

M.E.S.: ¿Por que, entonces, escribir sobre el ultimo viaje y no "la biografía de Bolivar?
C.G.M.: El problema consiste en que soy incapaz de explicar mi libro.
Escribí ese libro para tratar de explicarme yo mismo cómo era todo eso.
El viaje era la parte menos documentada de la vida de Bolívar. El, que escribía tantas cartas, durante ese viaje no escribi sino dos o tres, nadie escribió notas, nadie llevó memorias.
Era entonces lo que me permitía escribir sin mayores limitaciones para la imaginación. ¡Qué maravilla! Podía inventar todo.

M.E.S.: ¿ Y el dilema novela histórica-historia novelada?
G.G.M.: Novela total. El hecho de que no hubiera documentación me hizo sentir cómodo. El hecho de que fuera novela, me permitía meterme en la cabeza de Bolívar. Pero llegué al convencimiento de que he escrito una biografía de Bolívar, en el sentido de que creo que esa es su personalidad.

M.E.S.: ¿Que método empleo?
G.C.M.: El método que he empleado es: si esas eran las condiciones históricas y políticas, si la situación humana era esa, si en sus cartas decía esto o aquello, entonces en su cabeza sucedía esto. Por eso tenía que hacer novela, porque si me ponía a hacer historia, me limitaba mucho. La novela tiene libertad absoluta.

M.E.S.: ¿ Y la hístoria no le imponía limitaciones?
C.C.M.: La psicología del personaje, su comportamiento, su personalidad, son ficción, aunque con base en muchos documentos. Hay algo interesante: no hay un solo dato histórico que no esté archirreconfirmado.
¿Y eso qué me permite? Que lo que no está documentado, estoy en absoluta libertad de inventarlo.

M.E.S.:¿ Cabe entonces aqui la teoria del iceberg de Hemingway: la gigantesca mole de hielo que vemos flotar logra ser invulnerable, porque debajo del agua la sostienen los siete octavos de su volumen ?
C.C.M.: Sí, lo que se nota en "El general" es la enorme cantidad de información que hay sumergida.

M.E.S.: ¿Enfrentarse a la historia, a la investigación historica, le presentó algun problema?
C.G.M.: Sí. Prímero, carecía por completo de experiencia y de método.
Nunca en mi vida había trabajado un dato histórico, lo había trabajado periodísticamente. Pero eso de rastrear, de rastrear hasta el fondo, no lo había hecho. Por falta de método perdí mucho tiempo, perdí humor, me cansé innecesariamente. Si volviera a escribir un libro historico, lo escribiría con más facilidad porque ya tengo idea.

M.E.S.: ¿En ese rastreo encontro cosas curiosas?
G.G.: Si. Por ejemplo en ninguna parte -y te desafío a que busques un datose dice que Bolívar usaba lentes. De pronto encontré en el inventario de sus bienes despues de muerto, que había un par de lentes. Rápidamente fui a confirmar y descubri que llamaban lentes a los catalejos.


M.E.S.: ¿Por que decidió, entonces, que Bolivar usaba anteojos?
G.G.M.: ¿Cuántos años tenía Bolívar cuando murió?

M.E.S.: 47 años.
G.G.M.: Bueno, ¿qué ser humano a esa edad no comienza a tener presbicia?, ¿Qué ser humano a esa edad no usa lentes? Y sobre todo, un hombre que era un lector incansable, que leía con vela. Puede que lo pudiera disimular, pero para leer documentos a la luz de una vela tenía que tener lentes.

M.E.S.: Usted dice que siempre sus libros comienzan con una imagen.
En que momento surge la imagen del Bolivar desnudo en la banera con la que comienza el libro?
G.G.M.: He dicho eso, pero no necesariamente quiere decir que esa imagen sea la primera del libro, aunque sea este el caso y el de "Cien años de soledad". Empecé a estudiar la iconografía de Bolívar. Lo veía, pero no podía concebir que esa fuera la imagen del Libertador. No lograba creer en la existencia de ese personaje.
No lograba visualizarlo. Pero de pronto encontré una frase de Bolívar joven: "Moriré pobre y desnudo".
Entonces vi exactamente cómo tenía que ser. No era propiamente la imagen de la bañera, pero si la de la desnudez. Más tarde encontré el testimonio de un diplomático inglés que cuenta que llego a Bogotá. El diplomático dice que fue a Palacio y que encontro a unos soldados jugando una especie de dados con piedras. Bolivar, desnudo en una hamaca, llevaba con las plantas de los pies el compás de una marcha republicana que estaba silbando, mientras O'Leary, sentado en el suelo, escribía la frase que él le había dictado. En ese momento vi a Bolívar. Prescindi del frio de Bogotá, de que era el Presidente, del palacio presidencial, de todo. Y dije: ese es el Bolivar, meciendose en una hamaca, desnudo. Así somos en la costa. Pero es una anecdota que han repudiado los historiadores. Fíjate, todo lo que los historiadores consideran falso fue lo que a mí me emocionó y lo que me dio la imágen exacta de Bolívar.

M.E.S.:¿Por yue repudíaron esa anecdota ?
G.G.M.: Porque los historiadores sostienen que en esa fecha O'Leary no estaba en Bogotá.

M.E.S.: ¿No habrá mas bien, en el fondo, temor a desmitificar la imagen de Bolivar?
G.G.M.: ¡Claro que es el temor a desmitificarlo! Mis amigos, los historiadores venezolanos que han leido el libro, despues de que lo trabajamos históricamente a fondo, no han tenido ya más reproches que hacerle al libro. Pero uno de ellos me pidió, por favor, que lo vistiera.

M.E.S.: Como lo que sucedió con los frescos de Miguel Angel de la Capilla Sixtina. ¿Por que?
G.G.M.: Porque dice que todo el libro es muy respetuoso, es una gran reverencia. Pero eso de que este desnudo... Nadie anda desnudo. Yo le dije: tú sabes que es cierto. Yo ando desnudo en mi casa. Y conozco muchisima gente de la costa, sobre todo hombres que andan desnudos.

M.E.S: La desnudez... ¿Con cual otro rasgo logro darle al heroe carne y hueso ?
G.G.M.: Otra cosa que me ayudo mucho para hacerme idea de la personalidad fue algo que encontré en un relato del pintor José María Espinosa, en "Memorias de un abanderado". El está pintando a Bolívar en el Palacio de San Carlos. Manuelita vivía en frente. Es unos días antes del atentado de septiembre. De pronto se oye una gritería. Bolívar deja de posar y se asoma al balcón. Ve a un oficial de a caballo que atraviesa el patio a la carrera y le dice: "Qué, ¿anda usted de carrera?" Y el tipo se voltea y le dice: "No he matado a ese cartagenero por respeto a no sé qué cosa".
Ese Bolívar que se asoma y grita, es el Bolívar de verdad. Pero nadie ha considerado los relatos de Espinosa, porque era un pintor.

M.E.S.: A propósíto de las pinturas y de la iconografía de Bolívar, ¿cuál es el retrato que más se aproxima a su Bolívar? G.G.M.: Creo que el más cercano es el de un autor anónimo, el Bolívar haitiano, que es el que describo yo en el almuerzo con Miranda Lindsay.

M.E.S.: ¿De dónde surge Miranda Lindsay?
G.G.M.: Es totalmente de ficción.
De todas las mujeres, yo me quedé con Manuela. Hay 35, de las cuales algunas parece que son históricas, otras no. Entonces decidí inventármelas a todas, salvo a Manúela, que es como aparece en el libro.

M.E.S.: Si Bolívar quería tanto a Manuela, ¿por qué la deja?
G. G.M. Bolívar siempre deja a Manuela. Lo que pasa es que ahora se nota, porque él se murió. Era la última vez que la veía y él decía que se iba para Europa. Pero ella siempre se quedaba. Ahora, al final, también se queda. Pero también ella siempre termina siguiéndolo. Esta vez llegó a Guaduas. Allí le dijeron que el Libertador había muerto. Se fue y su final fue un final tremendo. Pero precioso: se borró del mundo.
M.E.S.: Alguna vez dijo usted que las dificultades que se le presentaron cuando iba a escribir "Cien años" fueron las del tono y el lenguaje. ¿Enfrentó con "El general" alguna dificultad similar?
G.G.M: Sí, el tono. He hecho lo posible para que, sin hacer un pastiche, parezca una crónica de época.

M.E.S.: Pero las condiciones físicas y psíquicas de Bolívar, que a veces delira por la fiebre y la enfermedad, le podian permítir recursos literarios más modernos. El monólogo interior, por ejemplo. ¿No tuvo la tentacíón?
G.G.M.: No. Yo quería que se pareciera a un documento de la época para protegerme de las limitaciones.

M.E.S.: ¿De ahí la estructura tradicional de la novela con narrador omnisciente, tiempo lineal apenas roto por evocaciones y recuerdos... ?
G.G.M.: Sí. Pero hay una cosa de la que tal vez no te alcanzaste a dar cuenta. En ningún momento se sabe qué está pensando Bolívar. Se sabe qué piensan los personajes alrededor.
Pero él no, porque si yo como autor sé lo que está pensando Bolívar, no tengo posibiliad de especulación, ni nada. Entonces, yo no entro en la subjetividad de Bolívar. Entro en la de los demás, hasta en la de las mujeres, pero no en la de Bolívar.

M.E.S.: ¿Cómo es eso de las nueve versiones antes de la definitiva que sale esta semana? ¿Como fue la confrontación que hizo del libro con los historiadores venezolanos?
G.G.M.: Cuando llegué a Venezuela, en mayo, tenía el libro escrito, precocido. Escribí el libro con los datos bibliográficos y con los que me dieron Eugenio Gutiérrez Celis y Fabio Puyo. Entonces pregunté por el historiador que más conocía humanamente a Bolívar. Me dijeron que era Vinicio Romero. Conocía toda la letra menuda. Lo llamé y efectivamente me dio una cantidad de detalles. Yo le pasaba cuestionarios enteros que él me contestaba. Lo que más me intere saba era que Bolívar se viera como hombre, como ser humano.

M.E.S.: ¿Su intención principal era desmitificarlo, mostrarlo como usted mismo dice en la novela cuando la gloria se le ha salido del cuerpo?
G.G.M.: Sí. Mira, Fidel Castro cuando le preguntaron hace unos días en Caracas, que si creía que era una imagen irreverente del Libertador, dijo: "Es una imagen pagana". Eso era lo que yo quería y creo que lo logré.
Cómo respetaré a Bolívar, que no quise que el libro fuera lanzado en la Quinta de Bolívar, con muchachas disfrazadas de Manuelita Sáenz vendiendo el libro. "El general" fue escrito, entre otras razones, para que a la memoria de Bolivar no le sigan haciendo cosas así.

M.E.S.: ¿No teme desatar una polémica con la publicacion de su libro?
G.G.M.: Esa es una polémica entre bolivarianos y anti-bolivarianos. Yo lo que tenía que decir ya lo dije. A mí no me sacan una palabra más sobre eso. Mi opinión es esa y como lo mío es una novela, yo digo que era así. Lo demás son interpretaciones que no me conciernen. ¡Allá ellos!
M.E.S.: ¿Detesta a Santander?
G.G.M.: No, pero hizo el país que tenemos hoy.

M.E.S.: ¿Como es?
G.G.M.: Un gran país, pero que está muy jodido por una cosa que viene de la mentalidad de Santander, que es que las instituciones no se corresponden con la realidad.

M.E.S.: Si Santander no se hubiera interpuesto en el camíno de Bolívar, ¿Colombía sería un país distinto?
G. G. M.: Las diferencias que hay entre Venezuela y Colombia son muy grandes y no obedecen a nada más que a la diferencia de las instituciones. En Venezuela se ganaron las guerras federales. Existe hace mucho tiempo matrimonio civil, divorcio, separación entre la Iglesia y el Estado, educación laica. Esa es la diferencia entre los dos países: las instituciones. Santander fue un gran gobernante, pero para hacer un país que yo creo que hay que reanalizarlo por completo.

M.E.S.: ¿En qué sentido?
G.G.M.: Creo que estamos actuando, pensando, concibiendo y tratando de seguir haciendo un país que no es el real, sino el que está en el papel.
La Constitución, las leyes... todo en Colombia es magnífico, todo en el papel. No corresponde para nada con la realidad. En ese sentido, Venezuela está más cerca del pensamiento de Bolivar que Colombia. Colombia es un pais santanderista. Las instituciones, la organización jurídica y administrativa es santanderista, pero el pais es bolivariano. Esa es otra cosa.
Hay una tradición democrática reprimida hace muchos, muchos años, que es la única esperanza que nos queda, que le queda a Colombia.

M.E.S.: Resulta curíoso que hable de esperanza. En sus obras parece haber en el fondo una cierta concepción trágica de la historia y de la condición humana. La soledad parece ser siempre la única realidad, lo último que queda. ¿Por qué ese fatalismo? G.G.M.: Esa es una interpretación apresurada. No todo termina en la soledad. Yo diría que trato de poner sobre la mesa todos los factores negativos que hay, para que nos demos cuenta de lo que tenemos que hacer.

M.E.S.: También es permanente en "El general" la convivencia, el contrapunto soledad-amor.
G.G.M.: Estás definiendo "Cien años".

M.E.S.: Tal vez, pero también encuentro eso en Bolívar. Frente al abandono, al deteríoro, a la soledad, lo único que Bolívar parece rescatar como positivo es el amor.
G.G.M.: Bueno, es eso lo que hay en todos mis libros, no como dices tú, la soledad final. Son la soledad y el amor, los opuestos. Tal vez es el amor la única opción, la única salvación que nos queda.

M.E.S.: Después de haber leído tanto sobre Bolívar, de haberse documentado tanto, ¿hay algo que le haya quedado definitivamente claro sobre el Libertador?
G.G.M.: Después de sentarme a leer tranquilamente el libro que escribí, lo que creo es que Bolívar no se paraba en medios de ninguna clase con tal de llegar a lo que buscaba. Que el continente fuera un solo país. Y libre.
Quería verdaderamente una patria infinita: América Latina. Fue lo único en lo que no tuvo ninguna contradicción.

M.E.S.: ¿Si el fin justificaba los medios, entonces sí existió en Bolívar lo que podríamos llamar la tentación totalitaria y no fue sólo calumnia de la oposición santanderista?
G.G.M.: Sí existió. Era claro que Bolívar estaba dispuesto a apelar a cualquier medio por la unidad e independencia de América Latina. Si era necesario el totalitarismo, estaba dispuesto a ser totalitario; si la democracia, a ser democrático.

M.E.S.: ¿ Y la necesidad del poder monárquico?
G.G.M.: Eso está muy claro. Cuando Bolívar pide presidencia vitalicia y senado vitalicio, está enmascarando lo que siente: la necesidad de la monarquía. Siente que la vida de un hombre no alcanza para esa obra tan grande que él concibe.

M.E.S.: ¿Entonces Santander tenía sus razones para salirle al paso?
M.: Hay unas nuevas tendencias en la misma Venezuela, de santanderistas que piensan que hoy se sabe lo que fue Bolívar y que tiene la grandeza que tiene, gracias a Santander que le sirvió de dique y que le impidió que se desbordara en el absolutismo.

M.E.S.: Bolívar era hombre de grandes contradicciones.
G.G.M.: Bolívar era él y su contrario. Todas las contradicciones son verdad. El problema de biografiar a Bolivar es que tú encuentras una frase que, por ejemplo, prueba que era partidario de la monarquía y enseguida encuentras otra que demuestra lo contrario. Todas las dudas que Bolívar tiene en mi libro, se tienen estudiando a Bolivar.

M.E.S.: Usted siempre ha dicho que en cada uno de sus personajes hay algo suyo. ¿Qué hay suyo en Bolívar?
G.G.M.: Me siento identificado en muchas cosas con Bolívar. Por ejemplo, en esa cosa de no pararle muchas bolas a la muerte porque lo distrae a uno de lo fundamental, que es lo que está haciendo uno en la vida. Y esa es una interpretación que tengo de Bolívar perfectamente comprobable por sus cartas y por su conducta. No quería saber absolutamente nada de los médicos, ni de su enfermedad. Debía sospechar que estaba al borde de la muerte, creía que no tenía remedio. Si se ponía a averiguar... Una enfermedad es como un empleo: hay que dedicarse por completo a eso. Yo también tengo esa misma concepción. Que la idea de la muerte no me distraiga de lo que estoy haciendo, porque lo que va a quedar es lo que uno haga de vivo .

M.E.S.: ¿Qué más le presto usted a Bolívar?
G.G.M.: Lo que menos te imaginas de mí: lo colérico, que lo controlaba tan bien como lo controlo yo. La verdad es que el novelista hace un personaje con retazos de si mismo.
Otra cosa que me llamó la atención y que estuve explorando mucho, es su relación con las mujeres. Creo que ahí digo todo. Hay un momento en que me detengo y digo lo que pienso de él. Creo que no quiso a nadie. Probablemente a la esposa y lo que pasó fue que le cogió miedo al amor.

M.E.S.: ¿Por eso dice "Nunca volveré a enamorarme. Es como tener dos almas al mismo tiempo"?
G.G.M.: Sí, pero eso no es de Bolívar. Eso es mío.

M.E.S.: ¿De usted que no hace sino hacer el elogio del amor?
G.G.M.: Bueno, un momento. Bolívar dice eso. Lo que es mio es que estar enamorado es como tener dos almas. Y eso es maravilloso.

M.E.S.: Aventuro una hipótesis: el coronel (de "El coronel no tiene quien le escriba") y el general tienen muchos rasgos en común. Pero es curioso que en ambos, aunque parezca absurdo, tan importante como su grandeza moral es su problema de estreñimiento.
G.G.M.: Tú no encontrarás en ningún biógrafo de Bolívar el estreñimiento. Yo lo encontré en Reverend, el médico, Pero muy de pasada. Dice que le dieron una cucharada de no sé qué cosas y unas píldoras para su estreñimiento crónico. Cuando dice estreñimiento crónico, ya tú sabes cómo es el carácter del tipo. Porque yo he dicho que el mundo está dividido entre los que cagan bien y los que cagan mal.

M.E.S.: ¿Entre santanderistas y bolivarianos?
G.G.M.: Conste que eso lo dices tú .

M.E.S.: ¿Se volvió bolivariano?
C.C.M.: Sí. Y lo único que sé es que no sabemos historia de Colombia. Entonces una tarea que tengo ahora, ya terminando el libro, es crear una fundación -la Fundación para escribir la verdadera historia de Colombia. Voy a reservar el producto del Bolívar para esta fundación. Voy a organizar a un grupo de historiadores jóvenes, no contaminados, para tratar de escribir la verdadera historia de Colombia, no la historia oficial para que nos cuenten en un solo tomo cómo es ese pais y que se lea como una novela. Porque, te insisto, no sólo Colombia, sino América Latina, habría que analizarla de nuevo. Tanto "El general" como la Fundación son tentativas de buscar las raíces de todo lo que está sucediendo hoy en Colombia.

M.E.S.: ¿Hay algo rescatable?
C.C.M.. La imaginación creativa.
En Colombia, a pesar de todos los horrores, sigue la creatividad. Es increíble. Hasta la creatividad de los delincuentes colombianos es superior a la de los de cualquier otro país. La de los artistas, ¡olvidate! En Colombia hay teatro, pintura, literatura...
Hay de todo. Pero el Estado prácticamente no da un centavo para la cultura, para la creatividad. El Estado tampoco gasta en educación, en salud pública. Y el capitalismo colombiano, los oligarcas colombianos no se sacrifican en nada y por eso cada cual tiene que defenderse como puede. Por eso dicen que la economía está bien y el país está mal. ¡Pero si es que es un Estado tacaño, completamente santanderista!

M.E.S.: ¡Y más pullas para Santander!
G.G.M.: Ese era el concepto que Santander tenía del Estado.

M.E.S.: ¿Cree usted que "El general" es un libro sin grietas?
G.G.M.: La única debilidad que me reconozco es que es un libro vengativo contra los que le hicieron a Bolívar lo que le hicieron.

M.E.S.: Insisto en que hay antisantanderismo detrás de todo eso.
G.G.M.: Yo digo que no hay antisantanderismo, porque en realidad la discordia entre Santander y Bolivar era reciproca. Lo que pasa es que como en este caso yo hablo con la voz de Bolívar, pues entonces parece que hay más argumentos de Bolívar que de Santander. Pero en todo caso he tratado de que Santander se vea como es. Creo que es un hombre admirable.
Pero el verdaderamente liberal era Bolivar. Santander representaba exactamente el pensamiento conservador de España. Fue el creador de unas instituciones perfectas en el papel, pero con una visión muy limitada. Bolivar, en cambio era un liberal desatado, tratando de crear la alianza más grande y poderosa del mundo.

M.E.S.: Una utopía.
G.G.M.: Hay quienes sostienen que Bolívar tenía la visión de un hombre del siglo XVIII y que por eso no tenia la noción de Nación. Que la idea de la gran alianza americana lindaba en la autopia. En cambio, dicen que la mentalidad de Santander es del siglo XIX y que entendía muy bien el problema de las fronteras. Entonces tenemos en Colombia esa cosa curiosa que es que el creador, el fundador del Partido Liberal, que el conservador: Santander. Como el partido que quedaba era el conservador, entonces se lo atribuyeron a Bolívar. Yo no sé cómo hacen los liberales y los conservadores ahora. Bueno... ahora todos son conservadores, todos son santanderistas .

M.E.S.: Según usted, ¿cuáles son las diferencias fundamentales de personalidad entre Bolívar y Santander?
G.G.M.: Santander era sinuoso y viperino. Bolívar era un caribe deslenguado. La gran diferencia era fundamentalmente de estilo.

M.E.S.: ¿Como explica el culto a Bolívar, que es indudablemente mayor que el que se rinde a Santander?
G.G.M.: Ese culto desmesurado sacralizado de Bolivar no es más que un sentimiento atávico de culpa de los que lo trataron como un perro. Pero yo sigo creyendo que Bolivar, así, apaleado y jodido, es mucho más grande que como nos lo han tratado de vender. -