Especiales Semana

ESPECIAL "LA MODA"

20 de octubre de 1986

Cuando Alejandro Echavarría comenzó a producir lienzos, coletas y telas burdas en los primeros telares con los que nació Coltejer nunca imaginó que 80 años después, la industria antioqueña sacaría al mercado 150 millones de metros cuadrados de tela, es decir, 150 mil kilómetros lineales de tela de un metro de ancho, cantidad suficiente para dar varias veces la vuelta a la "cintura" de la Tierra con sus 40 mil kilómetros de circunferencia.
Por eso y por muchas razones más, a nadie escapa que Medellín es el centro de los textiles del país y, por lógica, la ciudad de mayor desarrollo en materia de confecciones.
Colombia produce 575 millones de metros cuadrados de tela para el mercado nacional, más unos 50 millones para la exportación, contando tejidos de algodón, lana y fibras sintéticas. De esos 625 millones, por lo menos un sesenta por ciento es fabricado por las textileras antioqueñas: Coltejer, Fabricato y Tejicóndor, entre las más importantes.
Tampoco extraña que sea Medellín el mayor consumidor de algodón en el país, exactamente de un 83 por ciento del cultivado en Colombia, más una parte del que hay que importar cuando se tiene una demanda mayor a la producción o cuando hay necesidad de influir en los precios. Por otra parte también resulta lógico que sea precisamente en Medellín en donde funcionen las dos terceras partes de la maquinaria instalada del país y que las empresas antioqueñas ocupen un 57 por ciento del personal textilero colombiano.
Todas estas razones estadísticas hacen que la idea de algún comerciante de bautizar su almacén con el nombre de Modallín, sea algo más que una manera de llamar la atención para convertirse en una verdad de a puño, pues en algún momento y por alguna circunstancia, la mayor parte de la moda que circula en el país tiene alguna relación con Medellín; de hecho, una tercera parte de los confeccionistas están en esta ciudad: 1.600 fábricas "formales" (anunciadas y fácilmente ubicables) y por lo menos unos 1.500 confeccionistas "informales" (los que no figuran en ninguna parte, pero tienen empresas caseras con más de cuatro máquinas activas), más una cantidad imposible de determinar, pero imaginable, dado el carácter rebuscador de los paisas, de modistas y sastres, suman esa tercera parte de confeccionistas, mientras que la otra se encuentra en Bogotá y la tercera se reparte entre Cali, Barranquilla, Pereira, etc. Esa importancia de Modallín se nota en todas las ciudades importantes donde hay almacenes que ofrecen "La moda de Medellín".

Ojo al orillo
La producción textilera colombiana alcanza un valor de 600 mil millones de pesos anuales, esto equivaldría a un 60 por ciento del presupuesto nacional. Al convertir esta cifra de muchos ceros a un lenguaje económico más doméstico, puede decirse que se logró a base de sumar metros y valores: un metro cuadrado de tela cuesta 434 pesos en promedio y uno confeccionado 920 pesos, mientras que el valor promedio de una prenda terminada es de 1.118 pesos precio al público. Estos datos ponen los ojos a girar rápidamente como cifras de registradora, para dar finalmente la magnitud de la industria textilera del país que representa un siete por ciento de la capacidad instalada en América Latina y que además se comercializa en mercados tan exigentes como los de Italia, Alemania y los Estados Unidos, en donde nuestras telas para jean, el corduroy, los opales y los géneros, compiten en calidad, en belleza y en precio con telas producidas en los países más industrializados. Por no decir que han causado más de una sorpresa cuando el recién llegado de los Estados Unidos o de Europa comienza a descrestar amigos con su ropa extranjera y en el alboroto alguno descubre un orillo con la frasecita aquella de Made in Colombia.*

Bienvenidos, viejos jeans
Ninguna prenda ha resistido tantas épocas como el famoso jean que siempre se usa aunque no ocupe el primer lugar en la moda. Viene y va como Pedro por su casa y se impone en forma cíclica. Pues bien, ahora volvió a tocarle el turno de lucirse en todos los salones como el protagonista de la temporada. Volvió el jean en todos los pesos, desde 6 hasta 14 onzas, en colores medios y claros y con acabados stone washed.
Estas telas se utilizan en la presente temporada para confeccionar no sólo los tradicionales pantalones de vaquero, sino también blusas, faldas, overoles, chaquetas, minifaldas, baggies, camisas amplias estilo chambray, bordadas en almillas o con metidos de telas, con hilos metálicos al estilo cowboy, abrigos livianos, chaquetas cortas y toda clase de prendas. Los adornos son tan variados como fantásticos: taches metálicos, lentejuelas, letreros impresos, marquillas, remaches y todo lo más original y rebuscado en materia de moda.
El famoso pantalón de cinco bolsillos viene con remiendos y con rotos, así como se lee, rotos en las rodillas o en el bolsillo de atrás. Prendas que son sometidas a procesos industriales para "acabarlas" literalmente hablando, antes de ser estrenadas.
Pasaron los jeans estampados en flores o bordados y llegaron los vaqueros totales.

La nota son los tenis
Se usan con todo: con chaquetas en la misma tela, con blusas de seda y cadenas brillantes y si lo prefiere con abrigo de visón, pero hay algo obligatorio en esta temporada: los tenis.
Los famosos zapatos deportivos se impusieron al lado del jean y entraron por la puerta grande de la moda hasta el punto de convertirse en las más costosas vedettes: tenis a 35 mil pesos son una prueba de este ascenso, tenis de cuero tenis de fantasía, tenis deportivos de todos los colores. Esa es la moda de hoy: de blue jeans y de tenis.--