Especiales Semana

Fiesta cultural

El Festival Internacional de Arte de Cali muestra lo mucho que se está haciendo en el campo de la cultura en la región.

22 de octubre de 2001

Las calles de Cali estuvieron inundadas de artes plásticas, teatro y grupos musicales que las convirtieron en una gran fiesta cultural. Con el éxito de su décima versión, que culminó la semana pasada, el Festival de Arte de Cali continúa consolidándose como una de las muestras culturales más ricas con que cuenta el país. En música impresionó el espectáculo de Tango-Jazz que presentó en el Teatro Municipal el afamado director y compositor argentino Luis Bacalov, quien ganara el Oscar por la música de la película Il Postino. Magnífica estuvo la función de ópera a cargo del bajo vallecaucano Francisco Vergara, quien interpretó La cantata del café y La serva padrona.

Entre los invitados también estuvieron los escritores Nélida Piñón, quien recibió el Premio Iberoamericano de Narrativa que entrega el festival, y el mexicano Carlos Monsivais. Mención aparte merece la presentación de la fábula musical Rafael Pombo, corazón de gorrión, un montaje con 40 personas en escena, el cual nos reconcilia con la obra de este importante poeta colombiano, un espectáculo que merece ser visto por todos los niños del país y que cuenta con un equipo puramente vallecaucano bajo la dirección del maestro Julián Rodríguez.

Con el festival el Valle confirma que no sólo es tierra de salsa y buen fútbol. Más de seis festivales artísticos durante el año, una de las tres orquestas sinfónicas que existen en Colombia y un semillero de bailarines de exportación convierten al departamento en un verdadero fortín cultural. También instituciones como el Teatro Experimental de Cali (TEC), dirigido por Enrique Buenaventura, han realizado durante décadas una labor sobresaliente en las artes escénicas, plenamente reconocida dentro y fuera del país.

Y es que en el Valle la cultura se respira por todas partes —y no sólo en la capital regional—. En el Festival Mono Núñez, en Ginebra, donde cada año miles de personas se congregan para disfrutar de la música andina y colombiana, o el Petronio Alvarez, en donde se pueden disfrutar todos los ritmos del Pacífico. El Festival Internacional de Danzas en Guacarí y el Festival de Bandas en San Pedro también rescatan las tradiciones musicales del país.

Además de la gestión que adelantan las direcciones departamentales y municipales que promueven el arte en todas sus manifestaciones hay que rescatar la labor que viene desarrollando la Asociación para la Promoción de las Artes (Proartes). Para su presidenta, Amparo Sinisterra, “la cultura se ha convertido en una verdadera herramienta para combatir la violencia, en un desahogo y en un espacio para reflexionar sobre cómo podemos sacar a nuestro departamento y nuestro país del difícil momento que atraviesan”.

Por eso el festival se ha convertido en un espacio de reflexión oportuno para la sociedad vallecaucana, que en el pasado fue sacudida por la agresividad del consumismo y ahora ha encontrado en la cultura un espacio reconfortante para revitalizarse. Es una reflexión orientada a crear comunidades, no sólo referidas a la cohabitación de personas en un espacio geográfico, sino comunidades de saberes, tradiciones, artes y oficios que les dan permanencia y solidez a los pueblos y sentido de pertenencia a los individuos. El festival y las otras manifestaciones artísticas de la región también son un ejemplo de compromiso de la empresa privada, los gobiernos locales y otras entidades que apoyan la cultura en el país.