Especiales Semana

GASTRONOMIA

10 de septiembre de 1990

SALUD ANTE TODO
Muchos expertos coinciden en afirmar que la década del 90 marcará un capítulo especial en la historia de la humanidad.

Por los acelerados cambios políticos en Europa, por la transformación misma de la economía mundial, por el ascenso de nuevas naciones en el ámbito internacional, y sobre todo por la irrupción de esa nueva generación de jóvenes que tal vez posea mayor experiencia que sus propios padres cuando se enfrente al mundo en la edad adulta.

Pero los vientos de cambio que se auguran para la década del 90 no sólo serán ideologicos, económicos o industriales. Los expertos también han hablado muy en serio sobre las variaciones en la alimentación y en la forma de comer de los habitantes. Variaciones que afectarán, por ende, las posibles innovaciones gastronómicas de la década.

TENDENCIAS
En primera instancia, los 90 estarán marcados por el constante aumento de las mujeres ejecutivas y por la proliferación de hombres solteros que viven solos durante un período antes de casarse. Estos factores, sumados al acelerado ritmo de trabajo y al escaso tiempo de que se dispondrá para comer, transformarán de una u otra manera los hábitos alimentarios.

Sin duda los restaurantes de comidas rápidas se convertirán en el pan de cada día, mientras los alimentos precocidos pasarán a ser el plato común de la gran mayoría de la población.

Sin embargo, los especialistas vaticinan también una rigurosa dieta, inclusive más drástica que la de los años ochenta. Al lado de las comidas especiales para preparar en hornos microondas (microwaveables), de las comidas congeladas y los precocidos se generará toda una gama de productos bioenergéticos, como consecuencia de la preocupación por la óptima salud y por la prevención de enfermedades. De esta manera los granos, los vegetales y las frutas, así como los productos macrobióticos, reemplazarán a todos aquellos alimentos que en las décadas pasadas fueron fuente de enfermedades. Y de la misma forma como se requerirá una mayor atención a las comidas preventivas, las dietas serán cada vez más individuales.

Los nutricionistas afirman que no será raro, en los próximos diez años, encontrar en los supermercados y restaurantes diez clases del mismo postre, con el mismo sabor pero cada uno de ellos dirigido a una persona en particular. Una variedad para los que sufren de hipertensión, otra para los que sufren del corazón, otra para los que son propensos al cáncer, etc...

Esto sin contar con la valiosa ayuda que proporcionará un computador en cada hogar destinado exclusivamente a llevar la historia clínica de cada miembro de la familia y a sugerir los alimentos que se deben consumir para garantizar una buena salud.

EN LA VARIEDAD EL PLACER
Si en épocas pasadas el pescado, los mariscos y los demás productos del mar fueron considerados como artículos alimenticios de lujo, en los 90 la situación será diferente. La industria de la acuicultura se encargará, bien por razones económicas (el creciente comercio disminuirá los costos) o bien por la obligada diversificación, de inundar el mundo con sus exquisiteces.

Paralelamente, el permanente flujo de inmigrantes que experimentará cada nación, permitirá un mayor contacto con las especialidades culinarias extranjeras y producirá una gran variedad de recetas y formas de comida. En los Estados Unidos, por ejemplo, los expertos consideran que, dada la apertura de oriente y la crisis económica de los países latinoamericanos, las colonias de ambos extremos del globo instaladas en el país generarán una potente influencia gastronómica. Para el año 2000 se espera que, la sola población de habla hispana residente en los Estados Unidos alcance los 24 millones.

AFUERA QUIMICOS
Pero definitivamente, la tendencia que determinará el futuro de la alimentación mundial estará concentrada en los productos que no contengan químicos pero que al mismo tiempo sean menos perecederos. Continuando con la constante de los alimentos táciles de preparar, los supermercados ofrecerán carnes ya preparadas, marinadas y deshuesadas, pero naturales, sin inyecciones de hormonas o antibióticos.

De la misma manera, los productos agrícolas serán cultivados bajo dos patrones definidos: la salud y el ambiente. En consecuencia, el uso de herbicidas y plaguicidas será dismunuido substancialmente y se incrementarán las técnicas bioenergéticas con el ánimo de desarrollar alimentos más sanos, más inocuos, y con un alto grado de nutrientes. Según los expertos, se trata de reincorporar a la dieta diaria del ser humano productos con sabor completo, bajos en colesterol y bajos en grasas. "Los temores y las preferencias de los consumidores generarán el cambio".

Con todo, la humanidad retornará, en sus hábitos alimentarios, al campo, a la naturaleza. Y la preocupación máxima a la hora de comer será el verdadero efecto nutritivo que contengan los alimentos. El placer de comer estará permanentemente vigilado por la salud.