Especiales Semana

Hay plata para todos

A pesar de las menores utilidades, el sector financiero crece. Corresponsales no bancarios, nuevas sucursales y crédito a manos llenas son la nueva apuesta. Una fórmula que implica riesgos.

28 de abril de 2007

Orlando Quintero tiene una pequeña tienda en el barrio Castilla, al suroccidente de Bogotá, a la que llamó Quimar: Qui, por su apellido y Mar por el nombre de su hija. Desde el pasado 11 de abril, Quintero se convirtió en el nuevo 'banquero' del barrio.

¿Cómo hizo para lograrlo? Pasó a ser uno de los 3.200 corresponsales no bancarios que el Citibank sumó a su red por todo el país, gracias a un acuerdo con la firma Gtech, que comercializa juegos de suerte y azar por vía electrónica.

Ahora, Quintero puede recibir en su tienda cualquier clase de pago en efectivo que tenga que ver con ese banco: consignaciones, pagos por cuotas de créditos o tarjetas y hasta transferencias. Y muy pronto, según lo establece el proyecto, podrá recibir consignaciones. Esto mismo es lo que están haciendo otros miles de personas en todo el país, por medio de los programas de 'Corresponsales no Bancarios' de entidades como AV Villas, Bbva, Bancolombia y Banco de Bogotá. Esa es la nueva apuesta del sector financiero colombiano para crecer y llegarles a más clientes, una tarea en la que los comprometió el presidente Álvaro Uribe y de la que depende buena parte del éxito futuro de la banca.

¿Por qué el gobierno y los banqueros van de la mano en esa tarea? Las razones son claras. La administración Uribe quiere convertir el crecimiento del sector financiero en parte de su lucha contra la pobreza, por medio del aumento del crédito y la financiación de las pequeñas empresas. Pero también hay una racionalidad económica por parte de los banqueros, pues si más colombianos les confían su dinero, el negocio crece. Y crece como deben crecer las empresas: sumando clientes. ¿Ha dado resultado esta política? Los balances del sector financiero muestran ya un cambio de tendencia importante. Sin embargo, también hay riesgos latentes, como por ejemplo, el recalentamiento de la economía.

Abriendo los paraguas

Desde hace mucho tiempo hizo fama la idea que los banqueros "cerraban los paraguas justo cuando más llovía". De esta manera se aludía a lo duro que resultaba conseguir un crédito en una entidad financiera para cualquier colombiano, en el momento en que más necesitaba el dinero.

Y las cifras corroboraban esa idea. El sector financiero tuvo en 2005 unas utilidades récord, superiores a cinco billones de pesos. Pero ellas provenían más de la actividad bursátil y de especulación en el mercado de valores, que de la tarea natural de prestar dinero.

Por eso, cuando el debate sobre el papel de la banca en un país con la mitad de su población en la pobreza salió a flote nuevamente, muchos miraron hacia los bancos y empezaron a pedir más proactividad. La Iglesia católica, los economistas y hasta el propio presidente Uribe mostraron preocupación por el tema y exigieron un cambio de actitud. Desde entonces, todos empezaron a sumar esfuerzos para aumentar la 'bancarización' del país, que no es otra cosa que más personas accedan a servicios financieros. ¿Y hay resultados?

Los balances de 2006 muestran un cambio de tendencia. El año pasado los bancos cerraron con una cartera de crédito y leasing por 94 billones de pesos, un crecimiento del 33 por ciento entre 2005 y 2006. La cartera de crédito de consumo, que es la más dinámica, creció 50 por ciento. Por el otro lado, la caída en la Bolsa y en el mercado de TES que se registró a mediados del año pasado golpeó los balances e hizo que se registrara una retirada del mercado de valores. El monto total de inversiones cayó 14 por ciento en 2006.

Esto demuestra que ahora los bancos sí le están apostando en serio a su negocio natural de intermediación, que, sumado a la tarea de los corresponsales no bancarios y el aumento en el número de sucursales y cajeros automáticos, sólo puede seguir creciendo.

Sin embargo, no todo son buenas noticias. El Banco de la República ya alertó por el enorme crecimiento de la cartera de crédito de consumo que podría llevar a un recalentamiento de la economía.

¿Cómo es esto? Que las empresas, por cuenta de un disparo de la demanda, aumentan su producción, pero ese incremento terminará en algún momento convirtiéndose en inventarios, porque el consumo está sustentado básicamente en más deuda y no en nueva actividad productiva. De seguir así las cosas, lo único que se lograría es tener en el futuro próximo un país con una deuda mayor y más cara.

Por eso el Emisor empezó a subir sus tasas de interés desde hace un año, para adelantársele a ese posible recalentamiento económico. Ese es el principal riesgo.

Este cambio en la actitud de los bancos frente a sus clientes modificó la cara de los balances de las entidades, pues ahora hay menos inversiones y más préstamos. Pero ahora el asunto es cómo hacer crecer la cartera de manera saludable, con crédito que fomente la productividad y la iniciativa empresarial y no sólo que deje más endeudados a los colombianos.

Más movidas

Las razones de cambio en los balances financieros no sólo se explican por un deseo de aumentar sus servicios. Hay, igualmente, una enorme dosis de reacomodo en la banca. Se ha registrado una natural reacción de defensa frente a los grandes cambios en la estructura de las entidades. Davivienda adquirió Granbanco-Bancafé el año pasado y si se suma el balance de las dos entidades, la nueva compañía queda como la segunda más importante. Esto significó que el Bbva perdió terreno. En lo más alto de la clasificación se mantuvieron Bancolombia y Banco de Bogotá. El primero ya le ha apostado a su internacionalización, con la adquisición del Banco Agrícola de El Salvador, y el segundo compró Megabanco. Todo un revolcón institucional.

Pero las movidas no han parado allí, pues GE Money, uno de los más duros competidores del mercado mundial del crédito de consumo, adquirió recientemente una participación de Colpatria y el Hsbc, uno de los más grandes del mundo, llegó al país por cuenta de la adquisición de Banistmo. Estas dos compras sólo se notaran en los balances de este año.

JP Morgan, otro de los fuertes en el mundo, incursionó igualmente en el mercado colombiano por medio de una corporación financiera. Y muchos auguran que vendrán más ajustes. Así las cosas, el negocio se puso a mordiscos y por eso ahora la decisión es "atraer o atraer" más clientes. Una prueba de ello fue la durísima lucha por el mercado hipotecario a punta de reducción de tasas, que llegaron a los más bajos niveles de los últimos años; además todos le apostaron a quitarles clientes a sus competidores comprando cartera a precios más baratos. Allí, el único beneficiado fue el consumidor, pues el pago de sus intereses se redujo de manera considerable.

Es claro que el sector financiero ha sufrido una durísima transformación. Y el reto es que los beneficios de utilizar el sistema financiero deben llegar a una mayor parte de la población. Sin embargo, la posibilidad de un recalentamiento económico debería servir para encender las alarmas. En buena medida, la responsabilidad por la salud de la cartera del sistema recae exclusivamente en las manos de los propios banqueros, que deben analizar a profundidad cada crédito nuevo que desembolsen.

La política de "hay plata para todos" puede funcionar como un impulsor del desarrollo, pero dentro de los límites de la racionalidad. Cabe recordar que las burbujas de consumo a punta de deuda son el caldo de cultivo de las crisis financieras, tal como ocurrió en 1998, justo antes de que explotara la caída económica de 1999. Una experiencia que nadie quiere repetir.