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"Hemos hecho más": Char

El alcalde de Barranquilla, Alejandro Char Chaljub, tiene el más alto índice de popularidad y de reconocimiento a la gestión de un gobernante local en Colombia. Inversiones en educación, salud y vías están cambiando la ciudad.

16 de octubre de 2010

Alejandro Char Chaljub aspira a vque al terminar su periodo de gobierno la ciudad tenga 750 kilómetros-carril de vías nuevas. En la historia de Barranquilla ese sería un hito solo comparable con la gestión de Hollopeter, el norteamericano que en los años 50 administró las empresas públicas y la ciudad fue modelo en la gestión de sus servicios. A la fecha van más de 500 kilómetros terminados, y nunca un alcalde había pavimentado tantas vías polvorientas y fangosas en los barrios más pobres.

No se trata solo de vías. En estos tres años su administración tuvo que liquidar la red pública de hospitales, que funcionaba mal, prestaba un pésimo servicio y estaba desprestigiada por la corrupción. Hoy, el nuevo sistema de salud pública está compuesto por una moderna red de puestos de salud y hospitales (denominados Pasos y Caminos), de mediana y alta complejidad, con una infraestructura moderna, equipos de última tecnología, médicos y enfermeras que atienden las 24 horas en consulta externa, urgencias y hospitalización.

Hace tres años la ciudad vivía el peor de los mundos: el Alcalde estaba preso, la ciudad en concurso de acreedores, embargados sus recursos y el paseo de la muerte era la historia de todos los días. Transformar esa penosa realidad era más que una ilusión. Char ha logrado introducir cambios importantes, y aunque reconoce que todavía faltan muchas cosas por hacer, en 2011 su administración iniciará y terminará proyectos claves.

El programa más ambicioso, denominado Plan Alcalde, que ya arrancó, consiste en reconstruir casi por completo 123 de los 156 colegios oficiales de la ciudad, con una inversión que supera los 130.000 millones de pesos. El Alcalde en su campaña había propuesto construir 15 megacolegios, y hoy están terminados cuatro, en los que el Distrito, en alianza con la Fundación Pies Descalzos y Monómeros Colombo Venezolanos, construyeron dos modernos planteles que sirven a casi 3.000 estudiantes en sectores deprimidos. Terminó un tercer megacolegio (1.500 alumnos), que se inició en la anterior administración, construyó El Metropolitano (1.500 alumnos), y están en construcción tres más en los populares barrios de Lipaya, la Ciudadela 20 de Julio y Las Cayenas; los dos primeros con capacidad para 1.500 estudiantes y el último para 2.800 en una sola jornada. El mejoramiento de los servicios de salud y educación para los estratos más pobres de la ciudad y todos los kilómetros de vías, no es solo construcción de infraestructura, significa para el Alcalde dar a las comunidades un trato respetuoso y digno.

Char es un alcalde atípico que se parece más a un estudiante universitario que a un político importante: viste bluyines rotos y desteñidos, calza tenis o zapatos resistentes a la inclemencia de la calle, usa camisas coloridas, su mentón está cubierto con una barba de varios días y en la cabeza siempre lleva una gorra de colores, algunas veces con la insignia del Junior, el equipo de su familia y alma de la ciudad. La mayor parte del tiempo está en la calle, escuchando los sueños de la gente o inaugurando obras, y con la misma indumentaria que camina los sectores más populares y se abraza con los sudorosos habitantes de los barrios recibe en su despacho a funcionarios del gobierno nacional y de entidades multilaterales ante las cuales gestiona recursos o a presidentes de empresas multinacionales que quieren establecerse en Barranquilla. El alcalde Char le cuenta a SEMANA cómo lo ha logrado.

SEMANA: ¿Cuando aspiró a la Alcaldía conocía la dimensión de los problemas a los que se enfrentaría?

Alejandro Char:
Yo tuve mil reuniones públicas en la campaña electoral, y si hubo algo por lo que yo creo que gané la Alcaldía fue porque me acerqué a la gente. Asistía a reuniones de 8, 10, 15, 30 personas en los barrios. Tenía un conocimiento macro de la ciudad. De hecho, cuando se armó el plan de desarrollo se hablaba de Barrios a la Obra y de los megacolegios. Lo que ocurrió fue que la situación económica del Distrito mejoró tanto que pudimos doblar las metas. Barrios a la Obra es el plan más querido en Barranquilla. En las reuniones públicas que hice en campaña había una constante en las peticiones de la gente: "Estamos cansados de caminar sobre el barro, no queremos pisar más barro". En época de lluvias nadie salía o entraba. Seguimos teniendo problemas, pero dejamos de tener 500. Hoy llueve y el agua escurre enseguida. A mí me tocó en medio de un discurso en el barrio El Bosque quedarme 12 horas después de un palo de aguacero. Quedamos secuestrados, ahí no entraba ni salía un carro. Normalmente la gente tiene que esperar que salga el sol al día siguiente para salir a trabajar. Yo sí tenía una idea de los problemas, no sabía cuánto costarían ni con cuánto íbamos a contar para resolverlos. Luego, con la mejoría de las finanzas, pudimos doblar lo que proyectamos. El presupuesto de 2008 era de 600.000 millones, el presupuesto de 2010 es de un billón seiscientos mil millones de pesos.

SEMANA: ¿Lo que su administración ha logrado construir era a lo que aspiraba cuando fue candidato?

A.C:
Hemos hecho más de lo que presupuestamos. Terminamos haciendo más en todos los frentes del plan de desarrollo. Eso se pudo hacer porque la situación cada día fue mejorando, tanto la agenda propia como los proyectos que logramos sacar adelante con el apoyo del gobierno nacional. La palabra clave fue la confianza que se generó, fue una especie de círculo virtuoso. Pensábamos hacer 15 megacolegios en el plan de desarrollo, terminamos haciendo un equivalente a 35, porque estamos rehaciendo 120 colegios, una parte de los cuales serán reconstruidos totalmente y otros parcialmente. Vamos a tener 1.200 aulas nuevas; 200 laboratorios de física, química y bilingüismo; 75 canchas múltiples y 1.000 baterías sanitarias. Eso equivale a construir 35 megacolegios.

SEMANA: ¿Al reconstruir la estructura física y dotar de nuevos equipos a los colegios oficiales, qué cree que va a cambiar?

A.C:
El niño se siente feliz, pero también el profesor. Los profesores decían: "Estamos dando clases en espacios sin ventilación, sucios, incómodos, y trabajamos sin herramientas pedagógicas". La estructura nueva genera calidad y pertenencia y, por supuesto, de esta manera construimos ciudad. De 150 escuelas oficiales, estamos reconstruyendo 120, las otras están en buen estado, y además estamos construyendo tres megacolegios con capacidad para 6.000 estudiantes en zonas muy pobres de la ciudad. En Lipaya, que es el corazón de la pobreza, donde no entraban sino ladrones, donde violaban todos los días a las niñitas, un barrio invadido por drogadictos, ahí metimos toda la inversión: además del megacolegio, alrededor, para la comunidad, hicimos una cancha de fútbol con graderías, un jardín social, un hospital que atiende las 24 horas y tres o cuatro kilómetros de vías de acceso al barrio, porque era un sector impenetrable.

SEMANA: ¿Esta transformación, en cierto modo imperceptible porque la mayoría de las obras no están a la vista, si está dando lugar a un cambio en los habitantes, cómo lo mide usted?

A.C:
Lo mido por el nivel de exigencia. La gente no sabía que tenía derecho a una educación y a un servicio de salud pública con calidad, y se ha dado cuenta de que sí es posible. La gente no iba a los hospitales públicos y los niños no iban a las escuelas. Hace tres años, la noticia era el paseo de la muerte. Hoy, que ya tienen hospitales, que además hay médicos en los hospitales las 24 horas y en los centros de salud ocho horas en consulta externa, que hay medicinas e implementos para atenderlos, la gente exige que le cumplan la cita y que le den sus medicinas. La gente sabe que sus derechos sí le están llegando.

SEMANA: ¿Usted cree que es sostenible e irreversible este proceso ante un cambio de gobierno?

A.C:
La gente sabe que tiene derecho y lo van a expresar en las próximas elecciones. La gente no se va a dejar quitar lo que ha ganado. Yo confío en eso. El balón está del lado del pueblo y el pueblo es sabio, yo creo que tomará una decisión que sostenga y mejore lo que se ha avanzado.

SEMANA: ¿Qué le ha faltado por ejecutar de lo que propuso?

A.C:
Espacio público. Ahí nos falta mucho, estamos en pañales. Hay un plan, hay unos proyectos, pero teníamos unas prioridades, como recuperar las vías de la ciudad. Sin vías no hay salud, no hay seguridad y tampoco educación. Por esas prioridades dejamos el espacio público en un segundo plano, lo aplazamos, pero 2011 va a ser el año del espacio público. Vamos a relocalizar a 9.000 vendedores ambulantes, los tenemos censados y tenemos la plata presupuestada, son 60.000 millones de pesos y tenemos un socio, que es la Cámara de Comercio, porque lo importante es formalizar a esos comerciantes e involucrarlos al torrente tributario de la ciudad.

SEMANA: Con lo construido hasta ahora y lo que falta por entregar, ¿cómo será el futuro de la ciudad?

A.C:
En los años 50 y 70, mucha gente se instaló en la ciudad huyéndole a la pobreza en el campo, y en los años 90, a la guerra. Por eso la ciudad tuvo un crecimiento caótico. Ahora estamos diseñando un proyecto de 20.000 viviendas de interés social, en parte para mitigar el impacto de las casas que se nos están cayendo a pedazos, pero en gran medida para tener un crecimiento planificado. Vamos a ordenar el desorden del pasado, vamos a buscar soluciones. Al finalizar el 2011 estarán terminadas 2.200 viviendas que ya tienen subsidios del Distrito y de la Nación, tienen canalización para evitar que los arroyos arrastren con las cosas de la gente, estaciones de Policía, servicios públicos, colegio, seguridad y el hospital. Es decir, antes la gente construía un barrio y durante los 50 años siguientes se les construían las vías y los servicios. También vamos a tener una ciudad más competitiva con los siete kilómetros del corredor portuario, con los 16 kilómetros de la Circunvalar a seis carriles, con 500 kilómetros de vías nuevas en los barrios, con hospitales que brindan una buena atención y con escuelas en las que los estudiantes y profesores van a querer estar. Hoy recibí una visita muy importante para la ciudad; los representantes de Peace Corps vinieron a decirme que regresan a Colombia después de 30 años de haberse ido del país y decidieron que el regreso es por Barranquilla. Y la razón no puede ser otra: las noticias del buen gobierno han traspasado las fronteras.