Especiales Semana

INDUSTRIA EDITORIAL

30 de septiembre de 1985

"MENOS TRAGO Y MAS LECTURA"
Richard Uribe es el presidente ejecutivo de la Asociación de Industriales de las Artes Gráficas. Algo así como el Juan Martín Caicedo Ferrer, de Fenalco, o en el Fabio Echeverry Correa, de la Andi. Mediante foros, convenciones y seminarios, Richard Uribe ha cuestionado la situación por la que atraviesa el sector que él representa. Nadie más indicado que el presidente de Andigraf para que hable, al desnudo, de esta industria.
P.: ¿Doctor Uribe, cómo se encuentra hoy la Industria Gráfica?
R.: Si le creemos a la estadística de la muestra mensual del DANE, los industriales gráficos estarían al borde de la extinción al registrarse decrecimientos continuos desde 1981; sin embargo la realidad es otra. En 1984, el sector creció en su conjunto a un ritmo cercano al 8% y la recuperación continúa en el primer semestre de este año, aunque a un ritmo menor (4%).
P.: ¿Doctor Uribe, está afirmando que la estadística del DANE no es creible?
R.: No. En general, si se clasifica adecuadamente y se suman los datos de los sectores 341.2 y 341.9, y 342, que aporta la encuesta anual manufacturera, los resultados del DANE se acercan considerablemente a los nuestros. Lo que pasa es que la muestra mensual, además de ser parcial, tiene diversos problemas que ya hemos analizado con el DANE; algunos se están corrigiendo tal como el propio DANE señaló en el avance del Boletín Estadístico de julio del presente año. Por solo sentido común, si se consume más papel, cartón, planchas-mantillas, libros, cuadernos, etc. es porque el sector está produciendo más. La información de la muestra mensual del DANE sólo hace referencia a la clasificación 342.
P.: ¿Qué incidió en la recuperación del sector gráfico?
R.: En materia de impresos de empaques y comerciales en general, a la Industria Gráfica le va como le va al vecino. La industria colombiana tuvo un año de crecimiento en 1984 y, por lo tanto, nos demandó más trabajo de impresión. En materia de impresos editoriales, el asunto es diferente: un libro, una revista, un periódico se lo imprimimos para un editor que los vende a un lector, más que a un consumidor. Lo anterior significa que el factor educacional, el grado de analfabetismo, el de escolaridad y los hábitos de la lectura juegan un papel fundamental, además del poder adquisitivo. Fijese que son muy pocos los que compran una enciclopedia técnica, lujosamente empastada, sin saber leer; naturalmente, por el otro lado, son muchos los colombianos que saben leer y que quisieran tener otros ingresos que les permitan adquirir, con más frecuencia, impresos editoriales. En 1984 la industria editorial, la industria gráfica, la industria papelera y el gobierno, combinaron iniciativas y esfuerzos que permitieron entregar libros, fascículos y revistas, a precios muy razonables. De allí que en este renglón se hubiese registrado una actividad inusitada en Colombia. En ese mismo año se produjeron muchos millones de ejemplares que fueron comprados y leidos en el país. En materia de otros impresos, el cierre de las importaciones trajo notables beneficios para el sector. Hoy, casi la mayoría de los juegos recreativos, como loterías, rompecabezas, monopolios, se hacen en el país.
P.: ¿Muchos colombianos todavía manifiestan que los libros y las revistas son muy caros?
R.: Sería muy fácil contestarle diciendo que sí, sin embargo, quisiera conocer algún país donde se adquieren libros a menos de dos dólares, o revistas de un dólar. Lo que pasa es que muchos libros, por su reducido tiraje, resultan económicamente costosos. Yo estoy convencido que el país requiere de menos trago y más lectura. Un padre de familia de bajos recursos económicos, con una jugada menos de tejo, podría adquirir, al menos, una revista y un periódico; ni que hablar del que deje de ir con tanta frecuencia a "La Casa del Gordo".
P.: ¿Cómo van las exportaciones?
R.: Mejorando, a pesar de los vaivenes en la política oficial; en este año exportamos más libros que en 1984, aunque en el caso de cajas y etiquetas, éstas presentan gran disminución debido, también, a la caída de las exportaciones de banano. Pese a estos altibajós, la índustria gráfica colombiana esta comprometida con una meta exportadora de 200 millones de dólares. Si la industria papelera otorga abundante papel y a precios competitivos internacionales, y si el gobierno se decide de una vez por todas a establecer una política de fomento en las exportaciones, estable a largo plazo, seguro que los gráficos colombianos llegaran a esa cifra.